Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 25 de diciembre de 2011

Feliz Navidad y Hasta Siempre 2011


Estamos aproximándonos al final del 2011 y qué año ha sido. Por mi parte, ha sido uno muy emocionante pero al igual que todos, el cronómetro pintará la conclusión dejando algunas cosas incompletas. La palabra “remordimiento” siempre me trae recuerdos de una de las personas más sabias que influenció mi vida: Grandad (mi abuelo Bickford). Durante sus últimos años entre nosotros, fue condenado injustamente debido a una serie de derrames cerebrales, permaneciendo en una casa de reposo llamada Rideaucrest – uno de los momentos más difíciles de mi vida – cuando en un corto momento de lucidez me dijo: “Will, ¿estás satisfecho de tu vida? Aprovéchala y asegúrate de que nunca tengas remordimiento del pasado porque no lo puedes cambiar.” Estas frases categóricas se volvieron como un lema para mí, ayudándome a superar las etapas duras de la vida. Desde que me compartió esa sabiduría, se ha vuelto mucho más facil establecerme metas cada año nuevo y sobre todo, cumplirlas.

Los Bickford en el 2011

Como algunos de ustedes ya lo saben y otros se imaginarán después de haberme acompañado a lo largo de mis anécdotas, sin importar donde se encontraban los Cuatro Fantásticos, siempre hemos sido muy tradicionales y unidos, sobre todo cuando se trata de las vacaciones de fin de año. Navidad y Año Nuevo eran un momento importante para invertir en nuestra relación (sea con los padres, hermanos o bien ahora, la versión actualizada incluye esposas para los chicos Bickford) la cual es un fundamento importante para triunfar en la vida. Uno puede lograr lo que sea con esa estabilidad en el hogar. La experiencia de tercera cultura o transcultural facilitó establecer una red muy fuerte. Creamos un tipo de microcultura sin paralelo pero también podemos adaptarnos fácilmente a otras, siempre con un toque sensible y con mucho respeto. Cuando Brian y yo eramos chicos, siempre estábamos presentes para decorar el árbol de navidad, “ayudar” a Maman con gusto a hacer galletas y observábamos a Dad mientras preparaba nuestro pavo de marca registrada con sus arándanos, papas al horno, zanahorias y arvejas. Después de la gran comida navideña nos ganábamos la merecida siesta acompañada de películas del mismo tema como A Christmas Story o National Lampoons Christmas Vacation. Las veces que no he podido estar con mi clan (ahora incluyendo mi hermana, Melissa, mejor conocida como la esposa de mi hermano y mi princesita favorita, Emma) he seguido con mis tradiciones. Mi dulce esposa Ana también ha adoptado ciertos rituales como si fuesen los suyos y agregamos ingredientes de su cultura para crear una nueva tradición esperando compartirla con las próximas generaciones de Colombo-Canadienses. A veces suele ser complicado encontrar todos los ingredientes en otros paises pero si uno tiene determinación y cuenta con una cierta creatividad, todo es posible.

Entre nuestras grandes tradiciones – algo que recomiendo a las personas abiertas a nuevas costumbres – son los regalos de las botas navidadeñas (esos adornos parecidos a las medias que se cuelgan en la chimenea). Acostumbramos salir a comprar cosas en realización o regalos medianamente baratos para el día especial con el propósito de hacer reir a la persona que recibirá el obsequio (primera temporada del programa de Mr T, un reno de plástico dejando regalitos chocolatosos, bolsitas para los perros, un Scooby Doo cantando villancicos) o chuches que adoran (chocolates, dulces, galletas). Claro que son presentes pequeños pero ofrecidos con mucho amor y ayudan a alegran el ambiente festivo, mostrando que no es necesario ir hasta la banca rota para hacer feliz a otra persona. Después de todo como nos indica el hermoso refrán: “Es la intención lo que cuenta.” Realmente, el mejor regalo que me pueden dar en esta época del año es tener a los que más quiero cerca. Es suficiente regalo. Si no puedo estar físicamente con ellos, me basta saber de que estén contentos donde sea, aprovechando las fiestas. Al cambiar las prioridades de cada uno, se vuelve más complicado unirnos todos sobre todo por los terribles inviernos canadienses, demorando vuelos y el tráfico terrestre. Aquí en Ontario, hemos sido muy astutos en construir una de las autopistas más largas del corredor conocido como Montreal-Kingston-Toronto-Niagara, reconocido por el infame efecto del lago, siendo el culpable de causar tormentas deplorables. No puedo recordar ni una sola vez en la que no he estado luchando debido a la nieve en ese campo de batalla durante la temporada navideña. Llamamos esta gran obra de la ingeniería moderna la 401, la cual he mencionado en un par de entradas. Éste es realmente un ícono de nuestra realidad en la provincia de Ontario, Tuya para descubrir” dependiendo del clima.

La Navidad jamás fue una época en la que nuestra familia pone etiqueta de valor a los regalos pensando: “Bueno, Juan me dio algo que vale $20 entonces le daré algo del mismo precio.” Cuando vivíamos en Latinoamérica, solíamos dar regalos, comida o lo que fuera para dar gracias a esa gente quien nos ayudaba a navegar la marea de día con día. En algunos países, hablan de El Niño Díos (o como diría mi querido Ricky Bobby en Talladega Nights, “Baby Jesus”) apareciendo cada 25 de diciembre, lo que me parece una buena representación del día festivo. Nuestro bienamado San Nicolás es la estrella internacional representanto la comercialización de la Navidad que hipnotiza los niños privilegiados pero el mensaje de esta persona es tremendamente positivo: “es época de dar.” Él da sin esperar algo a cambio. ¡Qué gran ejemplo para todos! Existen esos regalos materiales que intercambiamos unos con otros, pero de hecho, el mejor regalo que podemos darle al mundo es compasión y bondad sin esperar nada a cambio. Es el mejor momento para pensar en todas las cosas (y sobre todo personas) maravillosas que tenemos en nuestras vidas y contemplar el regalo que podemos dar el próximo año para vivir en un mundo mejor. En vez de andar en el va y viene colmado de adrenalina, podríamos administrar nuestro tiempo para hacer lo que nos toca pero con una sonrisa. Alguna vez se ha usted dado cuenta que al hablar por teléfono con una sonrisa, la voz se vuelve de un tono alegre, ¿Y a quién no le gusta la gente contenta? Detener la puerta (con una sonrisa claro) para la persona que sabe que viene tras suyo y mismo si no le agradecen, decirles “de nada” puede ayudar a convertilos a la religión de la comunidad. Como seres humanos necesitamos ese contacto físico (ningún hombre – o mujer en este caso – es una isla) entonces dejémonos de comportarnos como si todo fuese un trámite.

Ana y yo en Mont Tremblant, Canadá

Al contrario de estas teorías del fin del mundo (seguramente han escuchado lo de “Los Mayas nos lo advirtieron”), el 2012 nos dará unos 12 nuevos meses para alcanzar nuestras metas y realizar nuestros sueños. Si no, llegara el 2013, pero de cualquier manera no debemos desperdiciar el tiempo. También tenemos esa oportunidad genial para pensar en el bien común, nuestras familias, nuestros vecinos, nuestra comunidad y nuestro planeta. Los canadienses por lo general son reconocidos por su trabajo comunitario, a quienes le daba un cierto orgullo ser un buen vecino, cosas que creo que nos beneficiarían a todos. Anteriormente, a uno se le podía caer la billetera llena de dinero por la calle y alguién nos avisaría para poder recuperarla. Si uno realmente se encontraba solo, podía volver más tarde o al día siguiente para encontrarla en la misma calle donde se le cayó. El balance completo. Esto es posible con un poco de orgullo de su propia comunidad, un sentido de deber público, el respeto hacia lo ajeno, como hermano o hermana, y estar dispuesto a ayudar a los demás no solamente por el pensamientos o la oración. Bueno, yo estaré contemplando todo esto y volveré el 15 de enero, 2012, deseándoles a todos un buen fin de año y espero me sigan en el próximo año con los siguientes relatos. Espero encontrar tiempo el año entrante para sentarme a escribir sea una novela o un libro sobre el tema transcultural pues siempre ha sido un sueño para mí y continuar compartiendo un mensaje positivo que nos sirve a todos. Un año nuevo junto con nuevas metas.

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo a todos!



Will (Guille)

domingo, 18 de diciembre de 2011

Las Repercusiones


Aquí les comparto la última edición (5 de 5) de "El Verano Sangriento" por mi padre, David Bickford. Esta semana vemos las repercusiones para los canadienses y la gente del Perú con referencia a la operación Chavín de Huantar. Disfruten de la lectura:


La última tarea del Grupo de Garantes fue una conferencia de prensa el día después de la liberación de los rehenes. Los Garantes lamentaban el hecho de que una resolución pacífica no se había logrado. Todos mostraron entusiasmo al saber que la gran mayoría de los rehenes habían sobrevivido pero estaban decepcionados con la muerte de seres humanos, tanto el rehén asesinado como los militares que murieron y los 14 miembros del MRTA. Como Cipriani expresó: “A lo largo de la crisis de los rehenes, me sentí como el padre de una familia de 86: los 72 rehenes y los 14 miembros del MRTA... Mis lágrimas son aquellas de un padre con 86 hijos de los cuales 17 se fueron de un solo golpe.” En privado, Cipriani me comentó lo triste que estaba de no poder salvarles la vida a los terroristas adolescentes. Nos tomó a todos cierto tiempo superar el choque del asalto y darnos cuenta que el Grupo de Garantes era sólo parte del pasado. Era duro creer que ya había todo terminado.

La Embajada del Canadá bajo protección máxima

El tema de la muerte de los 14 terroristas seguía como tema controversial fuera del Perú. Algunas personas argumentaban que ciertos de los terroristas se habían entregado con las manos en alto, pero fueron recibidos con fusilamientos, que otros se escondieron entre los rehenes, fueron liberados pero matados en cuanto fueron descubiertos y otros pidieron clemencia sin recibir alguna. Varios oficiales anti-terroristas de Europa Occidental me habían dicho previamente que en tales operaciones, la prioridad principal es la seguridad de los rehenes. Si alguien se rinde, el protocolo dicta de llenarlo de plomo y continuar. Si debe uno parar para detener una persona, éste se acaba de desviar de su tarea primaria. Este procedimiento fue claramente adoptado por el grupo de fuerzas especiales peruano en el asalto. El hecho de que dos de sus operativos murieron y diez salieron seriamente lesionados, sugiere que la pelea no fue tan fácil.

Después de la operación de rescate, la prensa especuló que el Embajador Vincent, dado que fue el último integrante del Grupo de Garantes que entró a la residencia japonesa – y tan sólo unas dos horas antes del asalto – fue la persona que indicó que se haría el operativo ese mismo día. No podían estar más equivocados que eso. El gobierno no nos dio señal alguna que tal ataque iba a suceder. Más tarde, Fujimori le anunció a la prensa que el ataque hubiera seguido tal como planeado mismo si uno de los garantes estuviese dentro de la residencia – un comentario honesto pero no muy diplomático. Tony corrió con mucha suerte de no haber decidido quedarse más tiempo o llegar más tarde.

Sin embargo, los líderes del MRTA culpó al Grupo de Garantes por el fracaso de su propio operativo. Aparentemente, la gran estrategia si las negociaciones no avanzaban tal como planeado, era de ejecutar un rehén por semana para demostrar el grado de seriedad en cuanto a sus demandas ante el gobierno peruano. La presencia de los Garantes, particularmente Cipriani, hizo que los terroristas en la Embajada del Japón se sintieran incómodos para cumplir con sus órdenes del comando y los líderes consideraban que los Garantes estaban interfiriendo con el cumplimiento de los objetivos. Como resultado, la Embajada del Canadá y su personal permanecía en alerta por amenazas terroristas (amenazas abiertas de secuestro a su personal ejecutivo y/o coches bomba a la Embajada) a lo largo de varios años después de la crisis hasta que las células restantes del MRTA fueron eliminadas, asesinadas o encarceladas. Mi familia y yo, nos movíamos siempre con guardaespaldas de la policía peruana durante los siguientes dos años, nuestra casa vigilada por guardias armados las 24 horas del día quienes disfrutaban de jugar basquetbol con mis dos hijos a la hora de hacer relevo de turno y nuestra Embajada parecía un búnker resguardado por policías privados en el perímetro de la propiedad, barricadas, barreras de cemento y rejas/muros con alambre de púas, un grupo SWAT de la policía nacional peruana (incluyendo un camión de la unidad anti-bombas) en la calle en frente del edificio. No era la más cálida acogida para nuestros visitantes.

Brian, Madeleine, William y David Bickford en Lima, Perú

Muchos de los peruanos estaban emocionados con el resultado de ese operativo de rescate y reconocieron un tanto cuanto el papel de los Garantes – algo que Fujimori jamás hizo. Durante el tiempo que le quedaba a Tony en el Perú, muchos peruanos se le acercaban para saludarlo, tendiendo su mano para agradecerle sus esfuerzos. Un año más tarde, Francisco Tudela, quién había sido el ministro de relaciones exteriores del Perú en ese periodo y considerado por el MRTA como uno de los rehenes de alto valor, me dijo que, sin duda, el Grupo de Garantes logró salvar muchas vidas, incluyendo la suya. Desde ese punto de vista, creo que lo que hicimos fue bueno y era una buena época para ser canadiense en el Perú.

domingo, 11 de diciembre de 2011

El Asalto – La Gran Sorpresa…


Esta semana es con mucho gusto que les presento la parte 4 de 5 de "El Verano Sangriento", por David Bickford. Disfruten la entrada.


El Presidente Fujimori paseando por sus túneles

Durante una de sus visitas a la residencia del Japón para levantar los ánimos, Tony fue convocado al comedor para una reunión con el líder de los terroristas, Néstor Cerpa, quién le pidió de pegar el oído al suelo. Después de unos minutos, se podía escuchar ruidos de gente escavando y Cerpa dijo: “¿Están cavando túneles verdad?” Tony no pudo contestar. Luego, en la Embajada conversamos esto y lo tomamos como una mala señal.

En retrospectiva, era claro que Fujimori estaba comprometido a dos escenarios en cuanto al resultado final: si los terroristas se daban por vencidos, todo estaría bien. Si los terroristas se resistirían, estaba preparado a mandar el ejército – mismo estando su hermano menor entre los rehenes. Para él, el papel de los Garantes servía para mantener la calma en la residencia durante suficiente tiempo para construir túneles. Mientras tanto, la presencia de los garantes  brindó a los terroristas un falso concepto de seguridad. Se sentían protegidos, bajando un poco la guardia. Esto resultó ser peligroso para ellos al caer en una rutina y las autoridades peruanas aprovecharon esto.

El 22 de abril, 1997, Tony regresó de una de sus visitas a la residencia alrededor de las 13:30. Me comentó que la policía vigilando el perímetro se veía inquieta, tensa y agresiva. Pusimos esta observación de lado pero a las 15:20, empezó el asalto. Tony, y de repente Cipriani, Terada y uno de sus oficiales, rodearon el televisor en mi oficina en la Embajada y miramos con terror como se desenvolvía el ataque. Los últimos disparos se escucharon unos 20 minutos más tarde, pero las fuerzas armadas no declararon su victoria si no hasta las casi 16:00. Nos embargó un sentimiento de fracaso, pensando que cuatro meses de mucho trabajo habían sido inútiles. Estábamos convencidos que habían matado a la mayoría de los rehenes debido a la demora en cumplir el objetivo. Sin embargo, al empezar a recibir los primeros reportes, supimos que la mayoría de los rehenes sobrevivieron, lo que nos parecía un milagro. Al final, de los 72 rehenes restantes, solamente murió uno, aunque cuatro otros estaban heridos. En la operación, dos comandos murieron e hirieron gravemente a diez. Los catorce terroristas murieron.

Los comandos peruanos tomando la Embajada

¿Cómo lograron tal hazaña cuando expertos de todas partes del mundo decían que sería imposible lograrlo sin perdidas en cuanto a rehenes? El ejército peruano había construido secretamente una réplica a escala exacta de la residencia japonesa en una base militar, donde 150 oficiales de las fuerzas especiales habían practicado y perfeccionado el asalto durante algunas semanas. Además, las autoridades podían comunicarse clandestinamente con algunos de los rehenes y en el gran día, les recomendó de prepararse para el asalto a las 15:20, instalándose en la segunda planta del edificio usando lo que fuera como protección sin atraer sospechas de los terroristas. El MRTA había creado una rutina  de reunirse en el comedor poco después de las 15:00 para jugar fulbito. Los comandos simplemente hicieron explotar el comedor a las 13:20 desde un túnel subterráneo, matando o incapacitando a la mitad del grupo. Los comandos simultáneamente atacaron por la puerta de enfrente, por los túneles, por agujeros reventando el muro y aterrizando sobre el techado helicópteros con tropas . También, cuando era hora de ajusticiar a los rehenes, muchos de los jóvenes terroristas no podían hacerlo pues llegaron a conocerlos y admirarlos. Fujimori declaró este asalto como una gran victoria sobre el terrorismo y su popularidad se impulsó como resultado de los hechos.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El Terrorismo Para Novatos

Queridos amigos, esta semana les brindo la parte 3 de 5 de "El Verano Sangriento" contado por David Bickford. Esta semana vemos las condiciones dentro de los reclusorios peruanos en 1997.


Entrenamiento de la guerrilla del MRTA


A lo largo de las discusiones entre terroristas y el gobierno peruano, el MRTA expresó su preocupación por el bienestar de sus compañeros encarcelados – poco después de la toma de la residencia japonesa, el privilegio de los terroristas para recibir visitas fue suspendido por el gobierno junto con otros cuantos que gozaban dentro de estas instituciones. Los Garantes decidieron crear un sub-comité (yo fui la víctima escogida como líder del grupo) para visitar cárceles en donde habían miembros del MRTA. Éramos un grupo pequeño incluyéndome a mí, un diplomático japonés, una monja española, un doctor japonés, un doctor peruano y otro diplomático canadiense. Debíamos ir a seis cárceles y reportar a los Garantes las condiciones de éstas, incluyendo el respeto de los derechos humanos, al igual que la salud y el bienestar de los reclusos.


Empezamos bien – más o menos – en un microbús alquilado por la Embajada del Japón de “Mickey Mouse Tours”, el cual hasta tenía la imagen de un ratón sonriendo de un costado. La visita a una de las cárceles más conocidas de Lima, llamada Lurigancho, fue muy interesante. Ésta fue la penitenciaria que vio una rebelión interna a finales de los años 1980 donde el ejército entró y mató cientos de reclusos, en gran parte terroristas. Ésta tenía cuatro grandes alas, en dos de ellas se encontraban los criminales más peligrosos y además nunca entraban los guardias y las otras donde estaban los presos condenados debido al terrorismo. Nos dieron acceso para poder ver a los presos, probamos su comida, y quedamos sorprendidos por el alto estado de ánimo dentro de un ambiente represivo. Salimos de la cárcel rodeados por la prensa (mayormente japonesa) quien nos acosó peor que los prisioneros que estaban adentro. El intrépido bus de Mickey Mouse no podía escaparse de la caravana de vehículos y motocicletas de la prensa hasta llegar a la Embajada donde escribimos un reporte mientras que la prensa gritaba al rondar el edificio.

Celda en el penal de Lurigancho


También visitamos varios reclusorios de mediana seguridad pero la que más destacó fue una a 4,200 metros de altura cerca de Puno, en el sur del Perú: Yanamayo. Llegamos a Lima – prácticamente sordos – en un Antonov 22 de la Policía Nacional Peruana (nave soviética de los años 1960 equivalente al C-130 Hércules). La cárcel que visitamos tenía detenida la gran parte de los cabecillas del MRTA. Queríamos ver el estado en que se encontraban e intentar de convencerlos de impartir órdenes a sus colegas en la residencia japonesa de ser más flexibles en cuanto a las negociaciones. Uno de los problemas con los que nos encontramos fue que los líderes en Yanamayo habían dado las órdenes a los terroristas que se encontraban en la residencia a través de intermediarios antes de la toma. Aunque eran reclusos, teóricamente aislados del mundo en una cárcel en las alturas, contaban con pleno contacto completo con el mundo exterior – nos imaginábamos que esto era debido a sobornos otorgados a los guardias para poder pasar sus mensajes.

Las primeras impresiones de Yanamayo eran prohibitivas. Sobre una ladera ventosa, la enorme cárcel era un bloque de cemento contando con cuatro niveles con pocas construcciones a su alrededor. El complejo estaba cercado por rejas coronadas de alambres de púas, vigilado por militares cada cincuenta metros a lo largo de ella – seguramente para prevenir ataques. Letreros indicaban que después de los alambres había un campo de minas. Al entrar podíamos escuchar gritos, coreando consignas así como mantas patrióticas. Los guardias no querían que entrásemos temiendo un motín pero insistimos. Con cierto temor ingresamos a un pabellón. Habían celdas a nuestros cuatro costados con barrotes en frente de las celdas. Una vez que nos vieron, el MRTA empezó inmediatamente a gritar, golpeando los barrotes – curiosamente los prisioneros del Sendero Luminoso estaban tranquilos y nos hablaron de manera relajada. El MRTA parecía padecer de una cierta locura, incluyendo uno que reconocí en una foto como un chileno. Era un gran consuelo saber que había esa separación de acero entre nosotros. Lo que más recuerdo es el frío. Era intenso y penetraba hasta los  huesos. Les tendí la mano a algunos encarcelados y al estrecharr sus manos moradas, era como si hubiesen perdido perdido la sensibilidad. Eran cuatro personas por celda (de unos 3 por 3 metros), durmiendo como en una estantería de concreto con colchones delgados. Tenían  derecho de salir a hacer ejercicio 30 minutos al día – pero este “privilegio” fue cancelado, junto con visitas y paquetes de sus seres queridos. Sentí difícil creer que podían seguir siendo tan militantes, año tras año bajo estas condiciones, pero lo hacían.

Penal de alta seguridad Yanamayo en Puno, Andes peruanos


Después nos reunimos en una pequeña sala de conferencias con los líderes, todos tranquilos, relajados, pero argumentativos y poco cooperativos. No llegamos a ningún acuerdo al intentar de convencerlos que fueran más flexibles en cuanto a sus exigencias – después de todo, para ellos el propósito de capturar rehenes de alto nivel era lograr su propia libertad de esa cárcel. Mo importaba nada más. Más tarde visitamos el hospital donde me senté en una cama para hablar con un guerrillero del Sendero Luminoso paralizado de la cadera hacia abajo. Admitió que se había gravemente lesionado al preparar una bomba. Me mencionó que no recibió prácticamente ninguna rehabilitación en la cárcel, pero se sentía mejor tratado por lo general que cualquier peruano pobre sin acceso a la asistencia médica. Pensé que los del Sendero Luminoso eran más razonables que el MRTA. También pudimos ver la cocina donde probamos estofado de alpaca (mayormente hueso, pero igual abundante y sabroso). Regresamos a Lima tarde ese día con terribles dolores de cabeza por el cambio de altura (Lima está a tan sólo unos cuantos metros sobre el nivel del mar).


Nuestro reporte final sirvió para tranquilizar a los terroristas en la residencia japonesa informándoles que sus compañeros no estaban siendo maltratados y esto pudo haber ayudado a mejorar la relación entre los terroristas y los Garantes. A nivel personal, nosotros en el sub-comité nos volvimos buenos amigos y empecé a admirar la ética laboral, el profesionalismo y el buen humor de mi colega del servicio exterior japonés, Kenji Hirata. Aunque estas visitas eran secundarias a las principales negociaciones, aprendí que los líderes del MRTA, mismo después de años cumplidos de condena y pocas esperanzas de ser puestos en libertad, seguían muy militantes, dedicados a su causa y de
ánimo intacto – un tremendo enemigo.