Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 28 de julio de 2013

El 11 de Septiembre


Cuando juntamos el número once al lado del mes nueve, una serie de imágenes desfilan por nuestros recuerdos y emociones. Siendo una persona del continente Norte Americano, suelo recordar los terribles ataques sucedidos en tierra estadounidense en el 2001. Si retrocedemos a 1973, también coincide con el día en el que el ejército chileno derrocó a Salvador Allende. En Catalunya, esta fecha también lleva un sabor agridulce.



El 11 de septiembre es Diada Nacional de Catalunya (el día nacional de Catalunya) y estaba muy entusiasmado para participar en las actividades como todo otro ciudadano. En el Canadá, nuestra fiesta nacional es realmente un día para pasarlo contento y celebrar todo lo que pensamos que hace a nuestro país único. Me imagino que para los americanos suele ser algo similar. Claro que nos copiaron la idea dado que nuestro día nacional es el 1 de Julio y el de ellos el 4.

Para los catalanes, en ese día se recuerda la derrota de las fuerzas catalanas luchando durante la guerra de secesión española. Las tropas catalanas luchaban apoyando el campo a favor de la familia de Habsburgo como herederos legítimos al trono y fueron derrotadas durante el asedio de Barcelona por el ejército real de Felipe V de Borbón. Esto es lo que los independentistas llaman el principio de una ocupación, un sentimiento acentuado en la época de Franco.

Me explicaron cuando vivía allá que existen actividades en los barrios y otros festivales que suelen ser menos promocionados que las manifestaciones organizadas por los políticos y otras entidades nacionalistas. Es verdad que algunos llegaron a sentir un cierto cariño por el rey Juan Carlos al silenciar un momento a Hugo Chavez con su diplomacia del “¿Por qué no te callas?”, pero sigue estando lejos de ser el indiscutible y adorado líder de las regiones autónomas de un reino muy diverso.



Seguramente verán varias senyeres bailando en el viento y un mundo de gente en torno a monumentos de héroes queridos como el Rafael Casanova y el General Moragues. Flores de todo tipo hacen la guardia, presentando un homenaje a la historia de un pueblo. Mi consejo es que, como turista, deje de lado las protestas y váyase a pasear por los preciosos museos de Barcelona viendo que muchos no cobran la entrada el 11 de Septiembre.

domingo, 14 de julio de 2013

Y Se Llamaba Gracia


Desde un inicio, Barcelona se presentaba como una ciudad encantadora. Desde que el gigante ibérico invitó el Euro a instalarse en su palacio – sin olvidar los subsidios que como buenos hijos lo acompañaban – la economía del país parecía hacer recordar la epopeya del imperio español. Este progreso artificial alentó cantidades de personas viviendo en países que pertenecieron una vez a la Corona, a instalarse en la Madre Patria en busca de un mejor mañana, el que parecía imposible en el Mundo Nuevo.



Gracia, mi nuevo barrio, era un perfecto ejemplo de esta nueva ola de multiculturalismo. Yo que había llegado con la determinación de volverme tan sólo uno más de los tantos catalanes, me daba cuenta que esta tarea se me había dificultado. Muchos residentes en este barrio eran jóvenes y copados (tal como su narrador presente) y venían de Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil. En mi pequeño edificio, sentía como si viviese en la Pequeña Buenos Aires, algo que me hacía sentir totalmente en casa - ¿Quién podría ser enemigo del asado?

Gran parte de los habitantes de Gracia tenían entre los veinte y treinta años. Los residentes que vivieron en esta zona por varias generaciones veían su modo de vida interrumpido por los decibeles de una generación apegada a Chichi Peralta, Celia Cruz (algo de Los Ratones Paranoicos también) y toda la gama de grandes genios de la música latina. Otros decidieron dejar las armas viendo un cese al fuego imposible, dejando la música y la fiesta atrás a favor del silencio que aún ofrece el campo catalán.

Un aspecto curioso que noté rápidamente es la falta de parques tal como los conocemos en el primer mundo. Soy de ciudades donde siempre hay zonas con un poco de verde. En Barcelona, éstas se ven relegadas por plazas de piedra y cemento rodeadas de bares, negocios y “pakis”. Los pocos árboles parados como centuriones ofrecen poco contraste. De igual manera, si uno realmente necesita perderse en la naturaleza, sólo tiene que montarse al metro y visitar el Parc Güell, otra obra maestra de Andoni Gaudí en el norte del barrio.


Andrés Calamaro nos pasea por Barcelona

El área metropolitana de Barcelona tiene un excelente transporte público, respaldado de un metro, buses y hasta unos cuantos teleféricos. Siempre me gustaba saber que podía estar en cualquier parte de la ciudad en unos 20 o 30 minutos, algo inédito en las grandes urbes de América. Si le gustaría vivir en una zona de la ciudad con buen acceso al transporte y rodeado de gente joven y fiestera, considere Gracia.