Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 27 de enero de 2013

La Malbaie – Una Bahía No Tan Mala


En segundo lugar después de Rusia en cuanto a superficie terrestre, el Canadá tiene mucho espacio y naturaleza para disfrutar. Pocos se dan cuenta que para nosotros, un paseo en coche de seis horas es algo normal y lo hacemos con gusto para pasar unas cortas vacaciones lejos de nuestro día a día. Los que nos vienen a visitarnos terminan algo agobiados por todo el tiempo recorrido en coche viendo mucho paisaje que después de un rato parece repetirse. En otros lugares del mundo, bueno… estarían ya en otro país después de tan largo viaje – quizás exagero un poco pero todo entra en el argumento principal de este cuento (espero).

Nuestra casa de campo en La Malbaie

A fines del verano de 2005, los Bickford efectuaron un precioso viaje – unas 6 a 7 horas recorriendo Quebec (digamos que es como si fuera a la esquina nada mas de casa) – para llegar a La Malbaie. El Quebec rural tiene interrupciones curiosas distrayendo la vista del paisaje natural como Eco-museos vendiendo quesos frescos, sandwicherias donde uno puede comprar un casse-croûte y hasta a veces clubes de striptease en medio de la nada – puede que este último sea un elemento importante dentro de la constitución del Quebec de tener acceso a las mujeres de la vida alegre. El último tramo de autopista acompaña al río Saint-Laurent (alias San Lorenzo) hasta donde desemboca en una bahía y el otro lado llega a un pueblo.

La Malbaie es este pueblo que contempla la bahía – nombrado en francés antiguo La Mala Bahía – pero realmente no tiene nada de malo. Los piratas y bucaneros se despidieron hace mucho tiempo. El tramo principal que atraviesa el centro tiene tiendas importantes para sobrevivir la estadía tales como un supermercado Metro, almacenes de ropa (imaginen marcas desconocidas en vez de Armani o Aeropostale) y un local de Société des alcools du Québec. Pudimos aprovisionarnos adecuadamente en estos locales, comprando carne de caballo – estoy de acuerdo, parece un crimen contra la naturaleza – trucha ahumada, carnes frías de avestruz y otras delicias que ofenderían a cualquier vegetariano disciplinado.

Viendo que los Bickford somos gente muy discreta, alquilamos quizás la casa más grande del pueblo entero. Tres personas pasaron una semana dentro de una casa que podía acoger hasta 12 personas. Esta fue propiedad de un magnate americano a principios de los años 1900. En nuestra propia defensa, nos salía regalado comparado con cabañas de calidad inferior en Ontario y necesitábamos espacio. Claro que no quiero parecer anti-patriota de mi querida provincia natal pero la gente de Quebec sabe acoger y atender muy bien a sus visitantes. Como dicen, la primera impresión es la más importante. La casa estaba ubicada en el punto más alto de la loma a la orilla del pueblo, como si se tratara de una percha, contemplando la bahía y en un día despejado, hasta se podía ver el pueblo de Rivière du Loup a lo lejos.

Siempre hay tiempo para un buen asado

Los viajes en auto pueden ser largos en este país pero realmente merece la pena para cambiar un poco de panorama y encontrar un ambiente de tranquilidad. Muchos destinos frecuentados por un alto volumen de turistas suele angustiar a la gente local y también hasta otros visitantes. El viajero moderno parece dejar el sentido común en casa, el cual es como una tarjeta de crédito: no dejen su hogar sin ella. Esta región fue el destino para la élite de las ciudades de Quebec y Montreal que solían ir a pasar vacaciones y aún lo hacen en el Chateau Richelieu, un hotel que sigue siendo de lujo, pero ahora es administrado por la cadena Fairmont. Les recomiendo pasar unos días para conocer una serenidad sin igual, ver ballenas en su habitat y degustar comida suculenta. Su presupuesto llegará lejos en esta parte del mundo.

domingo, 20 de enero de 2013

Enfermedades Mentales… Entre Otros Males


¿ Se atreve alguien a identificar el enlace que une a personas como Axl Rose, Catherine Zeta-Jones, Michael Phelps y Abraham Lincoln? Todos han padecido enfermedades mentales. Si me hubiesen preguntado hace un par de meses, jamás lo hubiera imaginado. Este tipo de enfermedad afecta 1 de cada 4 personas en algún momento de su vida y las repercusiones llegan a afectar familias y amistades. Este chip puede activarse cuando una persona debe enfrentarse a una muerte en su familia, el uso de drogas, herencia genética, alguna enfermedad grave, una fuerte lesión (tal como un golpe en la cabeza) o como resultado de alguna experiencia traumática como una guerra o el abuso de menores.



Como toda cruel enfermedad, ésta no discrimina ninguna edad, estatus social, color de piel, etc. Durante el mes de octubre, CBC (nuestro gigante de los medios de comunicación canadienses) publicó una interesante serie de artículos intentando educar al público sobre este tipo de desórdenes mentales y la falta de servicios para ayudar a todos aquellos que necesitan urgentemente ser seguidos por profesionales. Aquí en la provincia de Ontario puede tomar hasta 2 años de espera antes de poder ver a un psiquiatra y sentarse junto con él para una evaluación inicial y las listas de espera son alarmantes. Por otro lado, si uno es diagnosticado con cáncer, problemas cardiacos, infartos o cualquier otro evento de esa categoría, los pacientes pasan a una lista de alta prioridad recibiendo los mejores cuidados médicos. Además, estas enfermedades no pasan por el mismo estigma que se le agrega a los que padecen de desórdenes mentales.

Hace un par de semanas, escuché también por lo medios de comunicación que en la ciudad de Ottawa, una mujer – ama de casa y madre de dos niños – conocida por ser una persona alegre e involucrada en su comunidad, mató a sus hijos de 6 y 4 años mientras su marido estaba trabajando. Cuando éste volvió a casa, el señor encontró los dos cuerpos de sus hijos sin vida y su esposa tirada en el piso mientras su luz se empezaba a apagar. Llamó rápidamente una ambulancia para llevar a su esposa al hospital pero murió en camino. Esto fue un caso claro de enfermedad mental que pasó desapercibido no sólo en la comunidad pero dentro de su propia casa. Es una gran tragedia para toda la familia que subraya fallas importantes del sistema de salud, mostrando una terrible negligencia en la salud e higiene mental.

De ninguna manera los estoy pidiendo que busquen estos padecimientos ni que consideren a este tipo de personas como una amenaza a nuestra sociedad civilizada. Los hechos hablan por sí mismos. Seguramente pueden tener algún amigo, miembro de su familia, colega de trabajo o algún conocido que está pasando por un momento depresivo, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, o cualquier otro tipo de trastorno. He conocido personas pasando por estas dificultades y me sentí totalmente inútil al no poder brindar apoyo importante sin saber la frecuencia de estos casos. Uno se siente como si tuviera que andar con pies de plomo con estas personas. Es decir, nunca sabemos cómo van a reaccionar. El motivo por el cual comparto esta entrada de blog es con el fin de ayudar a señalar esta realidad y una vez que logren identificar un caso, no se sientan perdidos al enfrentarse con esas personas, poder apoyarlos y defender sus seres queridos. 

Anteriormente, solíamos decir que la gente tenía mal carácter o  que eran malcriados en vez de pensar que era algo más grave y bastante común. Muchos médicos en medicina general siguen repitiendo lo mismo, en vez de referir a sus pacientes al especialista adecuado. Los que padecen de esto siempre demuestran patrones que podemos identificar tales como comportamiento irracional, excéntrico, distraído, desordenado, insensible y egoísta. Las enfermedades mentales sí son muy egoístas, pues quien la padece se siente como si estuviese batallando contra el mundo entero. Se van aislando poco a poco hasta que se quedan solos para enfrentar todo el estrés acumulado por sus circunstancias y hasta llegan a contemplar el suicidio.



Como padre, esposo, esposa o amigo, puede ser una enorme tarea ayudar a su ser querido pasando por una enfermedad mental. Aunque la persona afectada puede llegar a parecer concentrada en su trabajo, creativa en sus artes y hasta aparentar estar bajo control en cualquier situación, nunca sentirá que hay algo que no está funcionando dentro de ella misma. La persona que observa de cerca se dará cuenta que la persona parece poco motivada, durmiendo largas horas, falta al trabajo a menudo, olvida comer, no tiene noción del tiempo y es muy distraída, rara vez se acuerda de algo que no tiene nada que ver con ella misma. Ese observador sabe que algo no está bien. Si necesitan alguna dirección para lidiar con estas situaciones, existen excelentes programas ofrecidos por NAMI en varios países que pueden darles las herramientas para poder ser un apoyo. Recuerden lo que dijo el amigo Bob: “No juzguen antes de  juzgarse a sí mismo.”

domingo, 13 de enero de 2013

2013: Esperando el Apocalipsis


Es con un gran placer que les deseo a todos un muy próspero año nuevo. Me alegra estar de vuelta en el mundo del blogueo después de un breve descanso – bueno, desconectado de las redes sociales y todo ese mambo. No ha cambiado mucho el mundo que dejamos atrás desde mi última entrada en el mes de diciembre pasado. El planeta no explotó misteriosamente, no fuimos inundados por una serie de tsunamis, las placas tectónicas no nos sacudieron como la samba del Carnaval de Rio, los robots que armamos no se emanciparon de la explotación humana, los extraterrestres no llegaron a almorzar filete de humanoide ni sufrimos una invasión de monos feroces. ¿Por qué será que alimentamos esa obsesión compulsiva de imaginarnos un fin del mundo? Por otro lado, parece ser que nos hemos vuelto más apáticos con estos temas cuando comparamos con tiempos atrás.

Claro amigo... se acabará el mundo en el 2222

Poco después de la fecha tope que supuestamente nos impusieron los mayas – lo que realmente sucedió es que se les acabó el espacio en su calendario – despedimos el año como siempre, reuniéndonos para festejar como si realmente iba a ser el último día de nuestra vida. Para muchos, es un momento para pasarlo rodeado de amigos que siempre están presentes, sea en casa de alguien, en una discoteca o en un lugar icónico tal como Times Square. La gente espera intercambiar un beso especial con alguna persona al oír la primera campanada abriendo el nuevo año. Yo siempre he preferido estar con mi familia como siempre lo hemos hecho, aunque parece que el grupo va perdiendo números pero logrando conservar su calidad. La ceremonia de clausura del año viejo sirve de manera para olvidar todo lo sucedido en el capítulo que cerramos, borrando cada archivo no deseado del disco duro y volver a tener una especie de carte blanche para empezar una nueva vida. El problema con esta estrategia perfeccionada a lo largo de varias generaciones es que cada problema fue culpa de otros o circunstancias, lo cual nos obliga a repetir los mismos errores que intentamos olvidar.

Es increíblemente conveniente culpar a los demás en lugar de hacerse cargo de la realidad, ¿no les parece? Si recordamos nuestras clases de historia en el colegio, aprendimos que muchos gobiernos autoritarios y conflictos a grande escala se dieron exitosamente por adoptar este modelo de doctrina. Errar es humano y todos lo hacemos – ojo que esto no se aplica a Leo Messi: ¡Ese pibe es un fenómeno! Bueno, así es como empieza el proceso del aprendizaje. Existen algunos convencidos que nunca se equivocan y todos los que los rodean son una bola de incompetentes. Lo malo de pensar de esta forma tan conveniente es que tarde o temprano se enfrentaran a una cruel realidad y el resultado será brutal. Perdonar es divino (la segunda parte que completa el dicho) y esto no es simplemente una gran teoría. Es un hecho importante que debe ser usado no sólo hacia los demás pero también hacia uno mismo. Tal como dice el cura de mi parroquia, la caridad empieza con uno mismo. Una vez que aceptamos este proceso y lo adaptamos a nuestra programación, vamos creando un espacio indispensable para crecer. Hasta a las grandes eminencias intelectuales les ha quedado algo por aprender en su camino hacia la sabiduría.

Nuestras resoluciones son la clave de cómo decidimos vivir nuestro año. Alguna gente le hecha la culpa nuevamente a la vida por ese rumbo natural que lleva que a la vez contribuye a olvidar nuestra misión que planeamos desde antes de la primera campanada y aplazan esa tarea hasta el año siguiente para reformular otra carta magna. No hay nada malo, en lo absoluto, de hacerse un mantra y rectificarlo al pasar por cada fecha importante en el calendario para enriquecer la calidad de vida. Nuestra vida no es producto de tragedias. Siempre tenemos una oportunidad para jugar y darle forma a cada evento que enfrentamos y lo más importante es salir más fuertes para seguir adelante. Si realmente lo deseamos, podemos hallar grandes fuentes de inspiración rodeándonos, motivándonos a ver cada momento bajo una perspectiva positiva. Claro que del dicho a lo hecho hay mucho trecho, pero como dicen, lo similar se atrae. Si alguno de ustedes necesita un empujón para cruzar ese puente, los invito a escuchar las palabras del gran amigo Fidel Nadal que cree en ustedes. Positive vibration!



Les deseo a todos un 2013 de oro sólido, tal como la familia Bickford decidió bautizarlo durante nuestras fiestas. Estamos enfrentando algunos problemas acá debidos a la crisis del hockey profesional, una huelga totalmente inexplicable, pero si lo vemos por el otro lado, es la mejor temporada que han tenido los Maple Leafs de Toronto – se nota que el calibre de los chistes no ha mejorado mucho desde el 2012. Dentro del poco tiempo que llevamos en este año, he tenido el gran placer de volverme a encontrar con grandes amigos que se habían perdido entre el tiempo y el espacio pero el destino nos volvió a unir. El futuro suele ser prometedor al que tiene fe e invierte cada gran esfuerzo para alcanzar su objetivo final (o también un nuevo inicio).