Mi primer viaje a Barcelona fue
uno de reconocimiento estratégico. Como estaba contemplando la idea de pasar un
año fuera, debía hacer mis tareas de buen inversionista haciendo un trabajo
completo de investigación. Dentro de todas mis búsquedas referente a programas en
ciencia política, me quedé muy impresionado con la calidad de educación
potencial en la Universitat Pompeu Fabra antes de dar ese gran paso para cruzar
el charco.
Barcelona desde Montjuic |
Barcelona es la segunda ciudad de
mayor población en España, un motor potente de la economía nacional y un importante
centro cultural. Esta ciudad es el corazón de una cultura nacional única y diferente
al resto de las otras dentro del Reino Español. Realmente se siente un toque de
cierta elegancia que contagia a cualquier visitante, llevándolo a adoptar
frases como “si us plau” como
lenguaje propio. Mauro, un amigo argentino que hice allá, creo que articuló la
mejor definición de lo que es esta ciudad: “Cuando
uno camina por esta ciudad, uno siente como si estuviese viajando por el tiempo.”
La Plaça de Catalunya, una plaza
que viste fuentes y jardines como si fuese la túnica de un elegante rey, es
considerada por mucho como el centro de esta metrópolis. En este lugar, lo
antiguo – el barri gòtic – se envuelve
con lo nuevo – l’Eixample – en un
tango armonioso de generaciones. Las comunicaciones principales de la ciudad se
encuentran también en un abrazo recorriendo cada esquina de la plaza, guiando
al Catalán hacia las afueras de su jurisdicción pasando frente a obras
arquitectónicas de Antoni Gaudí y Lluís Domenech i Montaner, consideradas
Patrimonios de la Humanidad.
El barrio gótico es una de las
zonas históricas mejor conservadas reflejando su época que he visitado. Al
pasear por allí, uno no necesita mucha imaginación para visualizar lo que
hubiera sido vivir en el siglo XXII, si no fuera por el Catalán elegante
hablando por su móvil o las legiones de turistas con sus cámaras digitales.
Encontrará dentro de este casco antiguo que la Catedral de Barcelona continua
siendo un santuario religioso con una congregación vibrante al caminar por las
calles angostas como el Carrer del Bisbe
Irurita.
Carrer del Bisbe Irurita, Barrio Gótico |
Barcelona es sinónimo perfecto
de variedad. A la hora de la cena, uno puede degustar platos de cocina
española, internacional o hasta Macdonald’s – un lugar donde no encontraría a
ningún Catalán si no fuera por los helados. Recorriendo el Passeig de Gràcia, encontrará como único obstáculo su cuenta
corriente y tarjeta de crédito frente a todas las opciones para sus compras.
Tampoco se le olvide pasar por el Camp Nou para visitar el Museo del Barça o,
con suerte, asistir al famoso clásico ante el Real Madrid.