Barcelona es una ciudad
emocionante siempre poniendo de telonera sus eventos culturales. Los correfocs (la mejor traducción literal
sería “corre fuego”) fue sin lugar a duda uno de los eventos más entretenidos
que pude presenciar desde la via Laietana
– también una de mis arterias preferidas en el centro de la ciudad.
Ahora, si me recuerdo
correctamente, este desfile curiosomente tiene algo que ver con el Festival de La Mercè – Nuestra Señora de la Merced,
la santa patrona del distrito de Barcelona. Esta celebración fue concebida
desde hace unos 400 años cuando Barcelona sufrió una invasión de cigarras. No
obstante, nunca me quedó muy claro como figuran los correfocs dentro del contexto.
Permítanme entrar más en detalle
en cuanto a los correfocs, antes de
que cambie de tema. Estos pueden manifestarse en diferentes formas durante el
famoso desfile. En pocas palabras, son estatuas hechas en papier maché representando
dragones y diablos, bailando por las calles en la noche mientras que los
transeúntes los animan. Bueno, ¿y qué tiene de emocionante? ¡Sale fuego por
todas partes!
Seguramente, como muchas
tradiciones en la península ibérica, los grupos se dividen en barrios, con cada
uno encargado de su propia flota. Los que bailan siguiendo la procesión
normalmente visten de negro y llevan máscaras diabólicas, escupiendo fuego y
haciendo todo tipo de malabarismos. El desfile termina donde Barcelona recibe
el mar en Mare Magnum.
Supuestamente, una de las más
extravagantes expresiones de este aspecto cultural catalán se puede presenciar
en L’Arboç. En la tarde del gran
banquete, arman una réplica del infierno (como nos lo imaginaríamos)
reproducida en la plaza principal. Los diablos incendiados bailan durante
horas, disparando fuegos pirotécnicos de todo tipo. Una tradición curiosa, pero
merece la pena presenciarlo en septiembre.
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