Antes que nada, quiero
aprovechar esta oportunidad para desearles un muy feliz año lleno de alegría,
éxito y muchas bendiciones. Cuando tomamos la pausa festiva, estábamos
visitando Barcelona y su plétoras de sitios interesantes. Desde el primer
momento que besé suelo catalán, me empecé rápidamente a enamorar de su gente,
un equipazo de fútbol (pensando aquí en los Culé),
su arquitectura única y una diversidad culinaria increíble.
Mi querido amigo Pablo llevando el número 4 |
Hoy partimos rumbo a la
gastronomía pero específicamente en la triple amenaza en cuánto a mis grandes
intereses generales: la Argentina, el fútbol y las vacas (hablando aquí del
vacuno). En mi primer mes al otro lado del charco, tuve el gran placer de vivir
entre argentinos, un pueblo muy querido para mí y quienes compartían Gràcia conmigo. Les aseguro que es
difícil encontrar gente con más pasión, afección, delicadeza y tono melódico
que estos. Muchos de ellos han hecho raíces en las tierras fértiles de
Barcelona desde la gastronomía hasta las instituciones bancarias – no olvidemos
los compañeros de piso – dejando en la garúa bonaerense recesiones, corralitos
y otros desafíos.
Siendo personalmente parte
integral de una cultura carnívora como muchos canadienses y estadounidenses,
quienes no podemos salir de casa sin un asador (por eso vemos en nuestros
parques públicos tantos lugares para hacer asados), verán que las mejores
carnes en La Madre Patria se limitan al cerdo y el pollo. Aunque son nobles
criaturas, la ternera del Reino Español llega a causarnos una leve depresión
y/o deficiencias de hierro en el sistema sanguíneo. Ese torito se encuentra
algo duro, cansado y poco masticable, un hecho sorprendente viendo que se habla
de la cuna de la corrida de toros.
Una tarde gloriosa, bajo la mano
de Dios (metáfora de la iglesia maradoniana) proponiéndole a mi compañero de piso
argentino de invitar a su inquilino canadiense a cenar un buen asado argentino.
Nos dirigimos estratégicamente en dirección poniente del Carrer Gran de Gràcia hacia Carrer
Santaló 73. La meta final era Las Cuartetas, el héroe de la carne, del vino y del postre argentino. ¿Qué
sería del mundo sin una buena carne acompañada de su debido chorizo y morcilla
que se derriten como ángeles en el cielo? Lionel Messi, Gabriel Milito y otras
interesantes personalidades de la Albiceleste frecuentaban regularmente este noble establecimiento.
Un pequeño salón de la fama dentro de Las Cuartetas |
Luego de una comida paradisiaca
y una buena inversión de Euros, me preparaba a partir cuando me encontré con
Pablo Zabaleta, un jugador del RCD Espanyol en aquella época. Ahora, podría
decirles que terminamos entendiéndonos perfectamente y salimos a romper todo,
pero realmente estaba en su móvil. Como buen ciudadano, interrumpí su llamado,
le tendí la mano y lo felicité por haber aprendido todo de mí. Si en algún
momento están por Barcelona, no duden en visitar Las Cuartetas para cenar como un buen gaucho y ver un pedazo de mi
Buenos Aires querido en tierra extranjera.
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