Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 31 de julio de 2011

El Ingrediente Latino

En una edición anterior referente al multiculturalismo, mencioné que algunas personas recién llegadas al Canadá suelen buscar elementos relacionados a su patria. Al inicio de esta etapa de transición, yo demostraba un cierto cambio a esta tendencia. Teórica y físicamente estaba en el territorio al que pertenecía, ya tenía un chip operativo reprogramando mi sistema para incluir programación de comportamiento Sudamericano – una cultura valorando el hecho de trabajar fuerte para poder disfrutar del  tiempo libre, equilibrando a la vez el mundo personal y profesional. Esto también lleva un cierto paralelo con mi ancestría mediterránea. Me hacía falta ese cariño, alegría e informalidad del pueblo latinoamericano. El esplendor de jardín botánico de la diversidad cultural daba fruto a mi alrededor, pero no lograba encontrar el cuadro de flores perfecto en el que quería permanecer. Mi subconciente luchaba sin cesar con su contraparte ubicaba en la conciencia, adviertiéndole de los riesgos al establecerse de forma prematura en el panorama global. El hecho de echar raíces en Ottawa, ¿podría ser interrumpido por otra mudanza en un futuro cercano? ¿Me encontraba donde pertenecía?

Mientras que este combate interno persistía en el fondo del microprocesador, en la pantalla que todos podían ver por fuera, aun notaban rastros de un chico optimista que alguna vez existió. En algún momento dí un paso en falso e inicié una caida libre penetrando en la oscuridad del reino de la timidez. Fuera de mi mundo de los Cuatro Fantásticos, las relaciones interpersonales parecían complicarse más que nunca y establecer amistades compartía una cierta similitud a los trámites burocráticos. ¿Me sucedía todo esto por la edad? ¿Estaba viendo con mis propios ojos un tipo de trastorno de estrés postraumático como un soldado volviendo de una guerra? Los niveles de comodidad que gozaba durante mi estadía en el extranjero, ya formaban parte de un pasado desconocido. El yo interno se perdía en una marea indomable de preguntas a las cuales mi mente aún no estaba dotada del equipo adecuado para navegar con cierta tranquilidad, propulsándome a una mentalidad más semejante a la de un adolescente. Era difícil entenderme con chicos de mi edad pero me sentía mejor al identificame con gente mayor, convencido que mi estilo de vida nomada era como un tipo de rito pasajero. Era como estar parado frente a una calle repleta de agujeros. De cualquier manera, se me presentaba un nuevo regalo de la vida, como un rayo de sol iluminando mi barrio nublado de Ottawa South. No podía ni imaginarme que uno de mis mejores amigos de toda la vida iba a cruzarse en el sendero de mi vida, ayudándome indirectamente e incondicionalmente a enfrentar esta etapa conflictiva. Como resultado, sembré una semilla en tierra canadiense. La manera en que se formó este enlace especial entre dos niños de tercera cultura, pero también cómo dos familias de culturas totalmente distintas dieron vida a una internacional más grande y unida, es una historia que adoro compartir y siempre valoraré. 

Los padres de familia Bickford y Márquez

 La relación internacional Bickford-Márquez fue establecida a fines de los años 1970, cuando nuestros jefes de familia se conocieron por primera vez. Jhonny Márquez se encontraba en misión como funcionario de la Embajada de Venezuela, cumpliendo responsabilidades similares a las de mi padre. Su esposa, Delia, estaba  esperando su segundo bebé,  un hijo que acompañara a la hija mayor, María Virginia que los acompañaba desde hacía algún tiempo en sus viajes. Yo aún no figuraba en la imagen del grupo, pues la cigüeña aún no había recibido el pedido de entrega a domicilio. Juan Alberto nació en Ottawa, un día fresco de otoño, siendo el primero en su familia nacido en territorio canadiense. Debido a la dificultad para obtener visas y los costosos viajes internacionales, una madre se veía separada por segunda vez de su familia en un lugar extraño, rodeada de nieve y caras desconocidas. Mi Maman se había enterado de esto por el círculo diplomático, y decidió ir a verla.  Delia quién empezaba a acomodarse con el nuevo integrante a su linda familia. Mi madre conocía muy bien esta situación que enfrentaba su nueva amiga pues se enfrentó a este reto similar en 1978. Debe ser un desafío psicológico inmenso pasar un embarazo y un parto lejos de sus padres biológicos. Mi Maman siempre consideró en parte que corría con suerte porque tenía a sus suegros apoyándola a tan sólo unos mil kilómetros de distancia. Este gesto de amistad entre una madre y otra fue un momento inmortalizado dando el inicio a nuestra gran saga.

El proyecto intercultural tuvo que ponerse a un lado, poco después del lanzamiento de esta gran iniciativa, cuando mis padres fueron asignados para salir en misión en 1980. Cuando volvieron a Ottawa en 1983 (ahora conmigo haciendo parte del equipo), los Márquez ya se habían marchado. Así es el mundo de los que viven en la diplomacia. Todo es provisional. Posteriormente, durante nuestra misión en Venezuela de 1986 a 1989, mi madre participó en una feria con fines de caridad representando la comunidad canadiense, donde pudo restablecer la líneas de comunicación con los Márquez. La madre de Jhonny (quién no conocía) estaba entre el público presente y ello propició nuevos momentos. ¡Qué buena coincidencia! Ahí, se convirtieron en los tíos venezolanos tanto para Brian como para mí, y nos encantaba saludarlos cuando venían a casa para algunas funciones diplomáticas, cocteles o cenas oficiales en nuestra residencia en El Cafetal. Siempre eran muy cariñosos con nosotros, sobretodo la tía Delia. Pero esto no fue para siempre. Tuvimos que hacer maletas y despedirnos, tomando rumbo hacia Chile. Mis padres se preguntaban si algún día volveríamos a verlos.

Los Bickford y los Márquez en Archer, Ottawa, ON

En 1992, ya habíamos perdido todo rastro de nuestra familia venezolana. Mi padre, sin la necesidad de realizar un trabajo interminable de inteligencia, encontró por pura casualidad una foto de Sr. Márquez en “The Diplomat”, una revista anunciando novedades en el mundo de relaciones exteriores y de la diplomacia en la región de Ottawa. El titular indicaba al lector que éste había apenas llegado a la ciudad, nuevamente representando la Embajada de Venezuela. Mi padre compartió la información con mi Maman, quién llamó a la Embajada de Venezuela, y  habló con Jhonny quién le proporcionó el número telefónico de su casa,  quién luego llamó a Delia, y ella le mencionó a mi Maman que vivian a una cuadra de nuestra casa en Gillespie. Esta larga combinación de “quienes” facilitan el propósito de la brevedad en cuanto a este proceso. Durante la llamada telefónica entre Delia y Maman, se dieron cuenta de lo cerca que estábamos de puerta a puerta, entonces decidieron no esperar para la reunión que se daría al colgar el teléfono. Mi madre me mencionó esto invitándome a acompañarla para también conocer al hijo que era más o menos de mi edad. No conocía a Juan y la memoría de mis tíos era algo vaga.  Salimos de Gillespie hacia Archer, tocamos el timbre y Delia nos abrió la puerta con una sonrisa genuina seguida por abrazos y besos. Esta acogida tan calurosa era lo que anhelaba y recordaba de mi Venezuela. Luego conocí a Juan quién estaba entretenido con su Supernintendo, jugando Las Tortugas Ninjas Adolescentes Mutantes: Tortugas En El Tiempo. Al principio me di cuenta que los dos eramos tímidos entonces nuestras primeras charlas fueron breves y básicas. Perfecto para mí en ese momento, aunque no nos tardamos nada para encontrarnos en un gran sentido del humor compartido, nuestro amor por el basquet, películas de Van Damme, convirtiéndonos como hermanos con diferentes madres. Ya ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que nos hemos visto pero sé que la próxima vez que nos encontremos será como si nos hubiésemos visto ayer.  ¡Una verdadera amistad!.

Nuestras reuniones de familia en esa época dieron un tono tropical a los inviernos helados. Juntos copatrocinamos un evento navideño anual utizando un sistema de amigo secreto. El reglamento dictaba que todo regalo debía ser comprado en la tienda de un dólar y el día de nuestro evento, el artículo comprado se daba a una persona aleatoria. A mi Dad le regalaron dos años seguidos un aparato para rascarse la espalda por pura casualidad. Jamás lo ví sacarle provecho al regalo. Jhonny me regaló un año un libro para colorear de dinosaurios y como me veía confundido al recibirlo, todo el ambiente fue invadido por carcajadas. Los regalos fueron tremendamente entretenidos sobretodo porque todos se dejaban llevar por la risa y la felicidad sin querer ofender a nadie. También organizábamos noches de espectáculo durante el año, a veces con invitados especiales como una familia peruana que tocaba el cajón – el instrumento nacional – y bailaban La Marinera, mi padre, Brian y yo, tuvimos suerte cantando una opera alemana sin conocer la letra, conservando recuerdos inolvidables. Nuestras realizaciones de dichas presentaciones se toparon con aplausos, chistes referentes a nuestra falta de talento, el público arrojando objetos tales como una pantufla y otros modos de respuesta interactiva. Nuestras casas eran el lugar ideal para pasar el tiempo en Ottawa. Tanto así, que Juan y yo prácticamente siempre pasábamos gran parte del tiempo o en  su casa  o en la mía. Era una comunidad de bufones. Estas reuniones siempre era algo que anticipábamos con mucha alegría y fue lo que me ayudó a crear ciertas raíces en esa ciudad. Para mí, Ottawa era un sinónimo de los Márquez, mi adorada familia venezolana.

domingo, 24 de julio de 2011

Veranos en compañía de los Bickford


Este capítulo en la novela de mi vida transcurrió de una forma muy diferente en comparación a los seis años como expatriado en América del Sur. La recesión seguía amenazando la hoja de arce, acabando con cualquier tipo de ahorro haciendo gastar a  las familias el dinero de sus bolsillos  y sus presupuestos. Todos buscaban una salida para generar alguna recuperación de sus inversiones, contemplando cada precioso centavo y cortando gastos. Muchos almacenes de descuento empezaban a surgir de la nada en vista de aprovechar la crisis económica para hacer ganancias. Los Bickford se vieron obligados a suspender sus actividades de trotamundo debido a estas circunstancias pero también por perder nuestros beneficios como expatriados. El territorio de Ontario era lo que teníamos generalmente a nuestro alcance, principalmente el corredor de la autopista 401 entre Ottawa y Toronto. La superficie de operaciones nos limitaba a comunidades y pueblos rodeando la zona capitalina, lugares suficientemente cercanos para viajes diurnos en nuestro Plymouth Voyager. Juntos encontramos varios lugares aptos para un día de picnic, recoger moras, cabañas dedicadas a la producción miel de maple y mucho más. Conocimos nuestro patrimonio histórico en el pueblo de Upper Canada Village en Morrisburg, pueblos pitorescos como Wakefield en Quebec, las esclusas bordeando el Rio Rideau, aprovechando cualquier oportunidad para huir del va y ven de la vida metropolitana.

Mi abuelo y su pez

Al darnos cuenta de nuestro movimiento ristringido en cuanto al tráfico terrestre, teniendo nuestras alas cortadas significaba que no podíamos estar con la familia de mi Maman. Esto fue un tremendo impacto con respecto a mi relación con mi Mémé, mis primo, mi Tati Annie y mi Tonton Fernando. Tres años eran demasiado sin verlos. Nuestras visitas anuales se vieron canceladas considerando que un viaje internacional para una familia de cuatro era inaccesible. Pensaba que no los volvería a ver jamás entonces pedía por ellos en mis oraciones antes de dormir y valoraba esos momentos que compartimos. Por otro lado, ahora estábamos en una situación ideal para fortalecer nuestros vínculos con los Bickford de Ontario, ya que colaboraba con nosotros la geografía - de cualquier manera, las distancias entre centros urbanos siguen siendo grandes sobretodo para un chico sentado en un coche sin nada que hacer durante varias horas. Después de tantos viajes por la carretera 401, habíamos memorizado todas las paradas estratégicas con estaciones de servicio para descansar. Esta transformación a una vida de autopistas me parecía llevar una banda sonora escrita por Tom Cochrane, llamada Life Is A Highway, un tema tremendamente popular en esa época. Estos peregrinajes siempre iban acompañados por el entusiasmo de reunirme con mi familia y compartir ese ambiente especial que se da cuando todos estamos reunidos. También me servía para sumergirme en un ambiente inglés para variar y mejorar mis conocimientos hacia ese  idioma. El inglés no era un componente importante en el curriculum de Claudel.

Teniendo a Amherstview tan sólo a dos horas hacia el sur de Ottawa nos motivó para ir de visita a casa de mi Grandad - por lo menos una vez al mes. En cuanto pasaba el umbral de si casa, empezaba la carrera de quitarme los zapatos mientras él nos observaba entrar sonriendo y una vez logrado el objetivo, subía rápido las escaleras para ser el primero en darle un abrazo. Después, él nos daba unas demostraciones de maniobras de defensa en Aikido. Esto le causaba gracia y nos brindaba un cumplido mencionando que empezábamos a vernos "tan buenos mosos como su abuelo". Mi abuelo era muy divertido, pero mucho más cuando intentaba lucirse con sus chistes. Granny ya no lo acompañaba más en su vida cotidiana dándole a su hogar cierta harmonía, entonces se había vuelto muy estricto con sus horarios. El mejor ejemplo era la hora del almuerzo o comida. Era obligatorio que fuera a las 12:00. Si las manecillas del reloj mostraban las 12:01pm y no había nada listo para comer, se transformaba en una persona nerviosa debido a su hambre voraz. No era de ninguna manera una persona que tenía sobre peso, al contrario, estaba en mejor condición física que todos nosotros. Sus habilidades culinarias relataban su propia historia. Una vez se lució, al querer preparanos unos patos silvestres que un amigo le había obsequiado, una delicia si se cocinan con amor y paciencia. Al dar las 11:00 de la mañana, salió disparado de su sillón preferido de la sala rumbo a la cocina dispuesto a cocinar los pobres patos. Estaba convencido que bastaría el tiempo para que estuviesen listos para el almuerzo y nada en el mundo podía demostrarle lo contrario en aquel momento. Al sentarnos a comer exactamente al medio día, nos advirtió que tomaramos cuidado de nuestros dientes pues los animales seguramente tenían todavía alguna que otra bala. “Patos con balas”: la especialidad de mi abuelo. La carne aún estaba cruda y él lo notó, entonces nos ordenó que cortáramos pedazos para freirlos en un sartén. Este fue quizás uno de los peores platillos que hemos intentado comer pero siempre será un recuerdo precioso y cómico. Siempre deseé que tuviese su propio programa de cocina por televisión.

También era el hombre de los aparatos. El pasaba parte de su tiempo libre cómodamente en su sala de televisión donde seguramente fue bombardeado de anuncios televisivos veniendo un sinúmero de electrodomésticos y aparatos extraños. Una vez compró una máquina de ejercicio, la cual no utilizó más de una vez y también era el aparato más raro e incómodo que había visto en mi vida. De cualquier manera, nos mostró su compra con un orgullo propio de él. La adquisición más interesante que hizo merece ser mencionado brevemente en esta entrada. Antes de su serie de infartos, se había apegado mucho al café, pero lo hacía tan oscuro que parecía petroleo. Debido a esta gran pasión, acabó comprando un aparato para preparar café expreso, esperando poder beber la mejor tasa de la historia. Nos explicó que la máquina venía equipada con varios aditamentos y válvulas de seguridad permitiendo al usuario cocinar los granos bajo una presión potentísima. No obstante, consiguió que esta máquina indestructible explotara, Dios sabrá cómo. Por suerte, él no se encontraba cerca de la nube en forma de hongo cuando cayó la bomba atómica. Desde aquel día del incidente, hasta el día que limpiamos la casa sabiendo que él no volvería jamás a habitarla, quedó una mancha en el plafón que nadie pudo hacer desaparecer, permitiendo que el recuerdo fuera inmortal. Poco después de este atentado contra su vida, fue a devolver el aparato para hacer café  donde lo encontró y el encargado del almacén no le creía nada de lo que había sucedido con el producto. Siempre conservaba un elemento aventurero en su personalidad pero siempre corría con mucha suerte. Era digno de admirar y reir al mismo tiempo. Nuestro propio Sr. Magoo. Se reusaba a que pusieran una foto suya al lado de la definición de anciano en el diccionario y creo que jamás se le aplicó ese adjetivo en su vida.

Brian y yo alimentando los gansos

Como líder comunitario de Cataraqui, se había hecho amigo de mucha gente. Uno de sus alumnos de Aikido le abrió las puertas al mundo de computadoras y video juegos. Su amigo trabajaba para Future Shop - el equivalente canadiense a Best Buy o cualquier almacén de gran superficie vendiendo productos electrónicos - quién lo educó en cuanto a componentes para computadoras, juegos populares para sus nietos y le daba descuentos generosos en sus compras. En ese momento, mi Grandad nos presentó a mi hermano y a mí, el juego de Duke Nukem, situando al jugador en un mundo post-apocalíptico donde la tarea era liquidar todos los malos. Recuerdo que se reía y nos decía que usaramos los explosivos contra los rufianes. Una vez llegó a nuestra casa e instaló con gran entusiasmo “Staker Three”, un programa que aumentaría la memoria de nuestra computadora. Estábamos todos emocionados hasta que la computadora ya no funcionó más. Entonces, (como un niño pequeño) nos dijo que ya tenía que regresar a su casa en ese momento. “La falta de conocimientos puede ser a veces peligrosa”.

Un hombre muy único. El otro personaje que interpretaba era el papel de Reverendo Bill Bickford en la Iglesia Unida del Canadá. Ponía de lado su kimono para ponerse el cuello de clérigo. Ibamos a sus misas los domingos cuando lo visitábamos y siempre anunciaba con mucho orgullo a la congregación que su familia estaba presente. Después de la celebración de la misa, muchos de ellos venían a conversar con nosotros. Allí fue donde conocimos al magnate de los video juegos, Bob Joseph. Era un hombre muy generoso quien nos prestó su casa de campo a orillas de Varty Lake durante dos semanas. Todos encontramos nuestro propio refugio para disfrutar del lugar. Mi abuelo me enseñó a pescar usando anzuelo y devolviendo el pez al lago. La cabaña también tenía un asador donde Brian y yo preparamos unas deliciosas hamburguesas - quizás para que Grandad no metiera la mano a la cocina. La playita atraía por las tardes gansos que buscaban algo para comer y nos dimos cuenta de haber cometido un grave error al darles de comer, regresaban todas las tardes dejando de regalo sus desechos naturales en la parte posterior de la propiedad. También disponíamos de un barco pontón que nos servía para la ceremonia de inauguración de nuestros veranos en el que todos nos subíamos a bordo. Cada año, sin importar quién se auto-proclamase capitán, hechaba a andar el barco a velocida máxima, sumergiendo la parte de enfrente de la nave bajo el agua. Al apagar el motor, se volvía a nivelar el barco y continuábamos nuestro camino por el lago. Siempre nos sorprendíamos de ese acontecimiento.

A bordo del barco pontón reconociendo el lago

Varty Lake era el lugar perfecto para pasar unos veranos tranquilos en un ambiente de descanso. Teníamos televisión por vía satélite que nos distraía en las tardes cuando las moscas se apoderaban del mundo exterior. Esos insectos eran capaces de penetrar a pesar de cualquier protector que se podía comprar de forma legal, entonces cuando se iba a descansar el sol, todos se instalaban en el comfort de la cabaña. El pueblo más cercano era el de Moscú (sí, Ontario) que contaba con una tienda de artículos varios y unas 3 casas. Seguramente la población metropolitana era de aproximadamente 4 a 10 habitantes. Dentro de la tienda se podían alquilar videos usando el sistema elaborado del dependiente. Primero, el cliente escogía la película que deseaba alquilar. Segundo, llevarla a la caja. Tercero, el encargado le pedía el nombre al cliente: en este ejemplo, David, el nombre de mi padre. Cuarto, completar la transacción en dólares canadienses. Al día siguiente, entramos para devolver los videos y nos recibió el mismo dependiente con un "¡Hola, David!" Me imagino que este empleado estaba dotado de una memoria impresionante al poder reconocer toda su clientela de un día para otro. En la casa a orillas del lago, Grandad se acomodaba para pescar en la tranquilidad de la tarde. Cada verano, pescaba un pez más grande que el del año anterior. Según él, se acercaba a una posibilidad de volverse un pescador deportivo profesional. Muchos de nosotros pensábamos que era siempre el mismo pez del año anterior. Una gran pista fue que al llegar el tercer verano, el pez ya no tenía labios. Esos detalles no eran importantes para mi abuelo quién ni cuenta se daba, pero ponía el pez en un balde de agua para que todos pudiesen ver su trofeo. Todos lo felicitamos, pero la última vez mi papá me dijo "Ese ha de ser el pez más tonto del lago." 

domingo, 17 de julio de 2011

El Multiculturalismo: Formando El Mosaico Cultural


Desde el surgimiento del Canadá, aparecieron nuevas asociaciones fortalecidas por el deseo de crear una nueva entidad geopolítica. Los franceses y los ingleses, enemigos íntimos en sus ambiciones de expansión imperial, se sentaron entorno a la mesa de negociaciones de América del norte, con el propósito de establecer un marco gubernamental que incluiría como condición absoluta la tolerancia, permitiéndo a futuras generaciones celebrar la diversidad de cada uno. Desde temprana edad, me identificaba orgullosamente con este lazo irrompible entre nuestros dos pueblos fundadores, facilitado principalmente en atestiguar el buen funcionamiento de la relación entre mi padre británico y mi madre francesa. La diversidad corría por mis venas. Por otro lado, los ejemplos en cuanto a culturas nacionales presenciadas a lo largo de mi vida en Sud América promovían la homogeneidad. El proyecto de creación destinado a formar una identidad nacional consolidada, acaparaba adecuadamente elementos ideológicos que unían a su gente, creando un pueblo solidario. Estos países están compuestos de una riqueza de culturas regionales que son subdivisiones del patriotismo, entrañado en la mentalidad de sus pueblos una mentalidad arraigada. Los inmigrantes que arriban a estos países se ven obligados a pertenecer a este sello nacional, adoptando la cultura predominante y uniéndose al patrón uniforme. El Canadá estaba empezando a distanciarse de esta práctica cuando llegué al mundo. El proceso de asimilación fue provechoso bajo mi punto de vista al crecer en el extranjero, pues era más fácil entender la cultura e identidad, permitiéndo integrarme y crear al mismo tiempo, un enlace perpetuo con cada país.

El Primer Ministro Pierre E. Trudeau de Canadá de 1968 a 1979 y 1980 a 1984

El Canadá ha sido refugio para personas que están huyendo de su patria en tiempos de desasosiego en busca de un lugar seguro. Los numerosos grupos de inmigrantes contribuyeron a darle al país una nueva imagen gracias al desempeño de nuestros progenitores ingleses y franceses que conformaron esta confederación. No obstante, la fiesta dedicada a la celebración de la diversidad no fue considerada una gran prioridad si no hasta el siglo XX. Uno de los primeros promovedores preparando la escena para la inclusión cultural fue el Gobernador General, Lord Tweedsmuir, quién tuvo la oportunidad en el momento de su discurso inaugural en 1935, defendiendo la individualidad de grupos étnicos y el potencial para su contribución en mejorar nuestro carácter nacional. Él argumentó que los países más ricos eran los que contaban con una variedad de elementos raciales contribuyendo al fomento de una sociedad positiva. En los años 1970, el Primer Ministro ierre Elliott Trudeau, hombre carismático, y el gobierno federal apoyaron el multiculturalismo por la importancia social de la inmigración, formalmente reconociendo la necesidad del pluralismo. Declaró en 1971 que el Canadá adoptaría una política promoviendo esta proyección, el Acta Oficial del Multiculturalismo, reconociendo y respetando las diferencias del idioma, de la religión y las tradiciones inclusive, una contrapropuesta de la ideología predominante en los Estados Unidos del Crisol de Razas. Aunque esta idea del crisol fue informalmente aceptada en cuanto a los que venían a establecerse en el Gran Norte hasta los años 1960, dependía realmente de la persona si quería obedecer y prestar atención a esta recomendación o ignorarla. 

Durante mi infancia, ya contaba con amistades que desfilaban un carnaval de banderas junto con el respectivo patriotismo. Veía a mis alrededores la existencia de diferentes culturas, conociéndolas mejor por intercambios con mis amigos, sus cuentos de la madre patria, la gloriosa historia de su país y uno que otro estereotipo que a veces se basan en una realidad - por ejemplo, los canadienses son bien educados, los americanos saben disfrutar de un espectáculo o los franceses quienes aman el perfume. Lograba visualizar todo aspecto contribuyendo al sentimiento del orgullo nacional facilitando un sentimiento de pertenecer a una comunidad única y especial. Este grupo de personas unidas por ese fervor compone lo que es conocido como una nación. Esta palabra es sumamente importante para los politólogos y aquellos que poseen en sí mismos una llama eterna del nacionalismo. Un país ses delimita por fronteras geográficas observadas en un mapa pero dentro de ésta se pueden presenciar diferentes naciones, o mismo atravesando los límites fronterizos y cada uno de estos defendiendo sus intereses nacionales - esto es específicamente el caso en España, Gran Bretaña, Irlanda, Rusia, Suiza y varios otros países sin olvidar el Canadá. Yo cometí este error monumental poniendo el concepto de la nación y el país como sinónimos, haciendo de ellos la misma entidad basada en la psicología inclusiva y todopoderosa. Después de todo, todos siempre familiarizamos conceptos desconocidos con otros más conocidos hasta que las circunstancias del universo nos muestran la verdadera definición. A lo largo de mis tres años en Chile, observé un cultura bastante homogénea, un idioma común, una religión mayormente compartida y grupos minoritarios minúsculos comparado con mi país natal. Aunque los europeos, mapuches y mezclas de estas razas se conformaban a un proyecto de asimilación supremamente desarrollado por la idea de la Estrella Solitaria. El ejemplo venezolano en los otros tres años anteriores mostraban un caso monocultural similar, llevándome a pensar que estas realidades eran paralelas a las de mi patria. Si todos estábamos viviendo bajo la misma bandera, ya no venía al caso la provenencia de nuestros antepasados, pues formábamos la nación.

Ottawa se presentó en mi vida como una prueba ante el concepto de la uniformidad. Su área metropolitana es ahora la cuarta parte más grande del Canadá, con una población aproximada de 1,130,761 (aprox 2006) en la que 202,730 (casi 18 por ciento) son nacidos en otro país según el censo de 2006 recolectado por Statistics Canada. Aunque yo vivía en el paraíso suburbano de Hunt Club, un barrio tradicionalmente angloparlante que empezaba a cambiar su imagen. Los lugares donde frecuentemente andaba en mi barrio era por la zona de McCarthy Road y Paul Anka Drive, en puntos estratégicos tales como el local de videos, el supermercado A&P, la farmacia Shopper's Drugmart, una sucursal de Scotiabank y el centro comunitario. Éste era el centro de abastecimiento para nuestra base de operaciones. Esta gran medina demostraba una promesa para un nuevo mundo en un momento en el que nuestro planeta pasaba por grandes conflictos - algo que conocía muy bien después del Caracazo y el final de una dictadura. Todas estas personas dejaron de ser uno más en la marea de ciudadanos si no representantes de diferentes naciones conversando e intercambiando ideas. Sentía como si mi mundo de expatriados de repente creció de manera exponencial.  En Ottawa habían niños del Medio Oriente jugando con chicos de África del Este, pequeños negocios de Asia atendiendo las variedades de limitaciones de dietas, y mi favorita ¡La Revolución Shawarma! No importa donde la vida lo lleve a uno por la ciudad de Ottawa, siempre tendrá cerca algún pequeño restaurante libanés vendiendo shawarmas y otras delicias culinarias como kaftas y falafels. No presumo ser un experto de la cocina de esa región pero mis papilas jamás sufrieron alguna gran decepción al probar esa comida.

Culturas trabajdndo para un Canadá unido

En la gran parte de los centros urbanos canadienses, el multiculturalismo mostraba frutos positivos en los años 1990. Se abrió un portón inmenso hacia nuevos ejemplos de vida, valores, principios, tradiciones y comidas. Uno de los puntos más negativos para algunos inmigrantes fueron los obstáculos con los que se toparon en el mercado laboral, sobretodo por instituciones, juntas médicas y otras entidades regulatorias considerando estudios extranjeros no válidos ante sus contrapartes de estudios postsecundarios canadienses. Todo ese esfuerzo para obtener títulos prestigiosos dentro de su país de origen perdieron  valor para muchos de estos soñadores de un mundo de oportunidades, se encontraron sin posibilidades de ejercer su profesión como: abogados, dentistas, doctores, ingenieros o varios otros tipos de profesión. Las circunstancias veían estas potenciales fuentes de sabiduría en sequía, forzándolos a protagonizar un guión sin muchos retos. Además, ambos grupos de inmigrantes y canadienses consideraban que el bando negativo causado por el multiculturalismo era una contribución a la mentalidad de ghetto - cuando grupos de inmigrantes forman una comunidad basada en su cultura, aislándola del resto del mundo -, argumentando que los recién llegados tenían la tendencia de buscar aspectos de su cultura que dejaron atrás evitando el asociarse a los demás participantes en la sociedad. Mientras vivía en Ottawa, percibí que el canadiense era tolerante y dotado de paciencia, sobretodo cuando trataban con personas que no podían comunicarse en inglés. No obstante, yo entendía cómo alguna persona puede cerrarse al mundo cuando encuentra una barrera de comunicación. Los cambios lo hacen a uno buscar aspectos familiares. Cuando uno deja su patria para ir al extranjero se siente como si tuviese cada pie en un país y el otro. He vivido esto. Los cambios fueron desafiantes sobretodo por los múltiples choques culturales que suceden prácticamente de inmediato al encontrarse en un ambiente desconocido. No hay ninguna manera de poder estar totalmente preparado por anticipado, únicamente adoptar una mentalidad exageradamente positiva al enfrentarse ante la adversidad. Con el paso del tiempo desaparecerán las heridas y el significado de sentirse en casa, se redefine completamente.

domingo, 10 de julio de 2011

Introducción A La Política Canadiense

Después de un año increíblemente emocionante de vuelta en la capital del Canadá, ya habíamos logrado vencer el choque cultural de volver a casa. Mi padre volvió al edificio Pearson, el lugar donde inició su larga carrera en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Brian y yo estábamos estudiando en el Lycée Claudel, contentos de tener nuestras amistades, actividades después del colegio y nuestras salidas con amigos. Mi Maman seguía manteniendo todo en orden en nuestras vidas, trabajando al mismo tiempo como intérprete cultural, fiel a su naturaleza emprendedora. El obstáculo más difícil fue nuestro reencuentro con el invierno. El clima polar de la tundra blanca era infinitamente más acogedor cuando veníamos de vacaciones a Ontario con esa nota mágica de la Navidad. Siempre admiraré mis queridos compatriotas canadienses por la entereza y facilidad con la que enfrentan esa temporada junto con los treinta bajo cero sin menor problema. Desde que salí de Ottawa con mi familia en el 86, algo en mi código genético fue borrado de la programación pues mi cuerpo jamás ha logrado volver a acostumbrarse a estas temperaturas extremas. Cada invierno parece ser más largo que el último y los veranos más cortos. Después de superar estas prueba, me volví a reunir con un viejo conocido de Santiago (la democracia) en octubre del 93. Ese otoño coincidió con la 35ª. elección federal del Canadá en la parecía que el partido gobernando tenía mucho que perder.

El parlamento canadiense visto desde la frontera con Quebec

La rivalidad política para el puesto más codiciado dentro de nuestro sistema de monarquía constitucional siempre resaltó el duelo entre los Tories (o Conservadores Progresivos) y el partido Liberal, gozando una enorme ventaja ante los demás partidos políticos del Canadá. Todos nuestros Primeros Ministros desde la Confederación en 1867 han sido de uno de estos dos partidos hasta las elecciones del 2004. Antes del 93, los Tories controlaron el gobierno a lo largo de dos mandatos mayoritarios - una mayoría en nuestro sistema es cuando un partido se adueña de más de 50% de los escaños o 155 asientos dentro de la Cámara de los Comunes -  con Brian Mulroney piloteando la nave para la centro-derecha. Mulroney obtuvo su primer mandato en las elecciones federales de 1984, lo cual representó una victoria histórica formando el gobierno mayoritario más grande de toda la vida de esta institución, obteniendo la mayoría de votos en cada provincia del país. Su partido contaba con conservadores sociales del Oeste, conservadores fiscales del Atlántico de Canadá y Ontario y por último, nacionalistas de Quebec, la misma coalición que facilitó una segundo victoria en las siguientes elecciones en el 88 pero con menos éxito. Sin duda, el enorme triunfo fue tan monumental como la caída del partido. La recesión ya había abierto la puerta de casa del pueblo canadiense, sentandose en la sala comiéndose el prespuesto de los huéspedes, provocando al electorado dirigierse a la puerta del parlamento en busca de alguien que sacara al invitado no deseado. La tasa de desempleo escaló a un nivel alarmante y el presupuesto federal cascadeaba hacia un tremendo déficit, llevando consigo la deuda nacional consigo por la mano al abismo. Entre los planes para remediar esta grave crisis, el gobierno de Mulroney implementó el muy querido Impuesto Sobre Productos y Servicios (o mejor conocido como GST, el cual fue recalculado años después transformándose en HST). Imagínese usted teniendo problemas económicos para sustentar a su familia y ahora tiene que pagar un impuesto adicional sobre prácticamente todo. Curiosamente, durante esta última crisis global que muchos empresarios intentan de evitar el uso de la palábra "recesión"  - aunque parece más ser una nueva Gran Depresión - fue también donde otra vez familias trabajadoras se vieron obligadas a pagar un nuevo impuesto. Ese al que me refiero es el HST que acabo de mencionar.

Desde el inicio de la campaña que duraría siete semanas, mi padre seguía minuto a minuto el noticiero de CBC con Peter Mansbridge para no perderse de los últimos acontecimientos. Yo lo acompañaba siempre brindándo toda mi atención a la televisión después de terminar mis tareas. Había seguido tan de cerca el proceso electoral en Chile en aquella época, pero ahora las elecciones eran en terreno propio. Estaba convencido que el carnaval democrático y toda su euforia dominaría la vida diaria de todos mis compatriotas de costa a costa. Sin embargo, la noticia que mas dominaba era el despedazamiento del partido conservador debido a hechos ocurridos durante el último mandato de Mulroney relevantes a la recesión. La llamada gran coalición que fue a su vez instrumental en la victoria del 84, se desmoronó. Los grandes partidos a nivel federal seguían siendo los Liberales y los PC (sin confundirlos con President's Choice, la marca de alimentos preparados de los supermarcados Loblaws, que son excelentes por si no los han probado aún) pero nuevas fuerzas empezaban a entrar en su contra complicando la existencia de los conservadores. Los conservadores sociales del oeste se aliaron para formar el Partido para la Reforma del Canadá, con su base en Alberta y uno de los ministros del gabinete de Mulroney, Lucien Bouchard, abandonó su partido llevándose Ministros Conservadores y Liberales de distritos electorales de su provincia de Quebec para formar el Bloc Québécois. Yo como franco-canadiense, franco-ontariano, ciudadano del mundo francófono, no podía entender porque este partido se formó y aún menos lo que significaba el Acuerdo Meech Lake. Sí me había dado cuenta que mi idioma principal no gozaba una representación adecuada en agencias, ministerios ni instituciones gubernamentales, pero igual no podía creer que alguién quería salirse de la federación canadiense para formar su propio país. Me criaron para respetar lo diferente y extender la mano como gesto fraternal a toda persona buena, sin importar sus raíces ni orígenes. El BQ jamás ocultó su misión separatista y sus políticos pintaron al Canadá inglés - mi padre representaba ese grupo en casa - como demonios. Por último se encontraba el Nuevo Partido Demócrata, la imágen del electorado más izquierdista, capitaneado por la muy habil Audrey McLaughlin del terriotorio de Yukon.

Yo sabía que yo no podía ni votar ni influenciar el proceso electoral. Lo que si podía notar era que la popularidad favorecía a Jean Chrétien y sus Liberales, con gran parte del electorado considerando el partido como un cambio necesario y el único presentando ideas concretas. Al iniciar la campaña, presentaron su Libro Rojo, un documento explicando en detalle exactamente lo que haría un gobierno Liberal en el poder. Quizás durante el largo tiempo en territorio de oposición, con poco reparto de los asientos en la cámara, dispusieron de una ilimitada motivación para formular perfectamente ese documento de modo de poder presentarlo al público en el momento adecuado. También me gustaba la imagen del logotipo Liberal, con la palabra escrita en rojo junto con una hoja de maple, lo cual me inspiraba un gran patriotismo. Esto es muy parecido al Partido Revolucionario Institucional de México, usando el verde, blanco y rojo de la bandera mexicana en su logo. A los participantes en este proceso que carecen de conocimiento político, les parece obligatorio votar por algo similar a su bandera como un deber patriótico. Los colores son sumamente importantes. Esto es una gran herramienta de marketing usada por MacDonald's para atraer a sus clientes pues los colores y la marca fueron diseñados para llamar la atención pero dándoles a la vez ganas de irse después de comer sin darse cuenta. ¿No se han dado cuenta que nadie se queda en esos restaurantes por mas de 20 o 30 minutos? ¡Muy inteligente estrategia! Bueno, volviendo al tema, mi opinión política en aquel momento era que los conservadores nos arrojaron al pozo - si ellos nos podían sacar de él o no era un tema aparte - y era el momento perfecto para un cambio. De pronto los canadienses compartían ese concepto. Recuerdo conversar con mis amigos en el colegio y por teléfono sobre la campaña participando con mis ideas, pero nadie parecía estar sintonizado conmigo o minimanete interesado. También era imposible olvidar mi pueblo chileno, los niños, los adolescentes, los adultos, los ancianos, todos orgullosos con sus banderas apoyando sus candidatos verbal y públicamente. Estaban listos para defender sus partidos con todo el honor. En Ottawa, alguna gente, muy poca, ponía algún cartel silencosamente en su jardín apoyando al candidato preferido que representarían su circunscripción electoral en el parlamento federal.

Jean Chrétien, el superheroe de la economía en crisis

El día tan esperado de las elecciones llegó la noche de un día habil. Estaba tan emocionado para ver lo que iba a suceder esa noche narrado por Peter Mansbridge, en una edición especial del noticiero CBC The National. Si no es usted canadiense, seguramente no conoce esta personalidad. Es EL reportero de nuestro canal principal. Su competencia era Lloyd Robertson de CTV quien contaba con menos televidentes. Mientras veía el ingreso de los resultados, me di cuenta de que me faltaba mucho por aprender del proceso canadiense. Creo que fue una noche complicada para hacer prueba de la paciencia de mi querido padre, quien intentaba de escuchar y entender el comentario de los resultados presentados. Yo lo acorralaba con mis preguntas sobre asuntos muy básicos para él, pero desconocidos para mí. En la pantalla, me daba cuenta de la distribucción de datos por casillas representando candidatos de cada distrito electoral. Veía números cambiar y a veces el orden de esas casillas. Después de un buen tiempo de reflexión analítica, entendí que los votos estaban aún siendo contados y que las ventajas cambiaban, explicando el cambio de orden en la pantalla. Ahora el orden era evidente, significando que el primero era el que iba ganando, seguido en orden por los demás en orden de descenso.  Me quería quedar despierto hasta que terminara el reportaje, pero el final sería muy tarde por la noche y al día siguiente, mi deber era ir al colegio. Mis padres me mandaron a la cama, pero al acostarme y encontrarme en la oscuridad, con los ojos cerrados, no lograba disipar en mi mente las elecciones ni el resultado con el que me iba a levantar al día siguiente. Después de cumplir la tarea forzosa de dormir, me levanté en un día rojo que le pertenecía únicamente a Jean Chrétien, quien formaría un gobierno mayoritario liberal. No entendía la magnitud de esta victoria ni lo que eso significaba para los conservadores, sobretodo por el efecto de los nuevos partidos quienes le quitaron votos a los Tories. Los resultados fueron 177 asientos para los Liberales, 54 para el Bloc (también la primera vez que un partido separatista lideró la oposición), 52 para la Reforma, 9 para el NPD y solamente 2 para los conservadores. Este momento marcó el principio del final para el partido conservador con su extenso palmarès.

domingo, 3 de julio de 2011

La NBA en NBC


En Octubre de 1992, vi por primera vez un partido de la NBA en la televisión en nuestra sala familiar desde el inicio de la temporada 1992-1993. No logro recordar por nada del mundo qué equipos se enfrentaron en este primer partido de mi vida, pero Brian y yo nos volvimos totalmente adictos desde un principio. El contraste entre el maravilloso fútbol y el básquet era como el día y la noche. Muchos de los fanáticos de la NBA pueden estar de acuerdo que aunque éste es un deporte de equipo, también es donde las estrellas brillan para hacer la diferencia en el marcador. Esto fue definitavemente el caso con Erving "Magic" Johnson y sus Lakers de Los Angeles, Larry Bird y los Celtics de Boston y aún más notable, Michael "Air" Jordan y los Chicago Bulls. Por supuesto que estoy reconociendo las habilidades deportivas del resto de los jugadores en las canchas. Hasta el jugador que pasa menos minutos en la cancha podría humillarnos, a mí junto con 11 de mis amigos más atléticos sin dejar una gota de sudor en el inmaculado piso de madera. El fútbol se mide en el esfuerzo del equipo. Si un equipo tiene un punto no muy firme en el terreno de juego, el contrincante lo va a aprovechar, dejando al rival inconsolable. Estas estrellas especiales del básquet eran líderes en su generación, motivando sus compañeros a competir a un nivel aún más elevado. Mientras tanto, los espectadores admiraban las acrobacias, los fundamentos y por supuesto, como solía comentar Sir Charles Barkley, volcar las cosas con une enorme poder.
Larry Bird y los Celtics contra Magic Johnson y los Lakers


Al principio de la década de los 90, paralelamente cuando me sintonicé al mercado televisivo de América del Norte por primera vez, la NBA era un producto gozando de un marketing espectacular. La administración de la liga firmó un tratado con la cadena NBC, lo cual propulsó la popularidad del básquet estadounidense a nivel internacional. Esto me ayudó tremendamente a satisfacer mi curiosidad por el deporte, aún más gracias a que teníamos NBC en el canal 9 dentro del paquete de cable básico siendo nuestro proveedor MacLean's. Sin duda, poder ver las grandes participaciones de Michael Jordan y Scottie Pippen con los Bulls desde el confor de la sala también impulsó las clasificaciones de ese canal. Ellos no sólo tenían un balón amarillo en sus manos, pero también el poder de convertir cualquier telespectador imparcial en un fanático religioso. Pasó poco tiempo para que la ciudad del viento se convirtiera en la casa del equipo del mundo. NBC también incluía en su programación, NBA Inside Stuff, que formó parte de mi rutina, los sábados por la mañana. El conductor era el amado Ahmad Rashad. Este programa de gran categoría contaba con segmentos tales como la vida de los jugadores fuera de la cancha, ejercicios, fundamentos del juego y una breve recapitulación semanal de partidos jugados por toda la liga. Me parecía especialmente cómico cómo Ahmad presentaba a todos los invitados al programa como "Mi Mejor Amigo". Creo que intentaba hacer una conexión con mi generación, pero el concepto del show era ideal para un nuevo fanático como yo. Empecé a familiarizarme con los equipos principales, jugadores, polémicas, música y mejor aún, encontré un enlace entre el lado humano de los jugadores dejando por un lado la característica de la celebridad.
Dentro de los aspectos más atractivos de la NBA en la temporada 92-93 eran las grandes rivalidades. Los Boston Celtics y los Lakers de Los Angeles ya no gozaban más de la gran cobertura que se les había dado en el pasado, cayendo profundamente dentro de una época oscura en la historia de su franquicia. Un tipo de brujería expulsó a Hollywood dentro de las tinieblas y el pájaro migró fuera de la cuna de la libertad hacía la jubilicación eterna. Ahora se enfrentaban los Bulls contra los Knicks en el Madison Square Garden o el Estadio de Chicago (antes de mudarse al United Center en 1994), siempre partidos repletos con intensidad. El público y los jugadores intercambiaban su energía apasionante y hasta los que asistíamos a los partidos desde casa empezábamos a sentir taquicardia. Muchos habrán de recordar la otra cara de esta rivalidad por los eventos, llevando a una enorme pelea entre Bulls y Knicks durante la post-temporada de 1994. La década de los 90 fue dominada en parte por los pivotes. Todos recuerdan Hakeem "The Dream" Olajuwon, una torre nigeriana con movimientos finos, Dikembe Mutombo y su destacada destreza de tapar disparos, David Robinson "El Admiral" de los Spurs y Patrick Ewing y los Knicks. También fue la época que nos presentaron los Orlando Magic su pivote, Shaquille O'Neal, midiendo 2,13 m, pesando unos 147 kilos. Era un tremendo monstruo quien logró elevar a Disneyworld a nuevas alturas en la competencia. En esa época, si un equipo no contaba con los servicios de un pivote  que dominara, debían desempeñar un esfuerzo sobrehumano en el ataque y la defensa para lograr sacar ventaja. Esto fue particularme cierto con los Phoenix Suns de Barkley y la falta de altitud, contando a los pivotes.
Como canadiense, era muy dificil decidir a qué equipo le iba uno. No existía ni un solo equipo canadiense en la liga entonces debía elegir uno de la gran cantidad de americanos. Siempre fui el tipo de aficionado que apoya un equipo pensando en el talento, compañerismo, garra y trabajo de equipo más que seguir el equipo que está ganando en el momento sólo por su racha. Admiraba mucho todo lo que lograron los Bulls, pero no quería agregarme a la manada solamente porque habían ganado los dos últimos días. La suerte puede cambiar de un día para otro. El equipo que coincidía con mis principios y valores eran los Seattle Supersonics. Es curioso el hecho de que por algún motivo siempre me atraen elementos de Seattle. Poco después del final de la primera temporada, me gustaron los Mariners en el béisbol y me empezaron a gustar Nirvana y Pearl Jam, dos de los grandes creadores de la revolución musical del grunge de Seattle. El cerebro de los Sonics era Gary Payton, The Glove, quien veía la cancha como ningún otro, emparejado con el hombre volador, Shawn Kemp, The Reignman. Los dos no sólo lograban deleitarnos con su espectáculo pero también conseguían marcharse con puntos a favor con su toque especial, el famoso Sonic Boom. La química que demostraban parecía como de otro planeta y las jugadas siempre encontraban una manera de colocarse en las repeticiones de Sportscenter. Siempre parecían saber en dónde se encontraba el otro sin ni siquiera hacer contacto visual. El rendimiento que demostraban dentro de la cancha era fenomenal, algo parecido a lo que uno podría ver en un juego de video o uno practicado a los largo de muchísimas horas. 

Gary Payton y Shawn Kemp discutiendo estrategia

Este fabuloso deporte se volvió como una religión. Seguía tan de cerca esta grandiosa liga de América del Norte que empecé a desarrollar un respeto y una gran admiración por los atletas afro-americanos. Estos maravillosos gladiadores de la era moderna cambiaron el juego individualmente y también colectivamente. En mi opinión, ese cambio fue excelente. Todos guardaban un gran respeto ante sus rivales en la cancha, incluso en partidos donde todo se podía perder, pero también fuera del deporte. Me encantó ver en esa época la repetición de la celebración dedicada a la jubilación de Magic Johnson, donde Larry Bird habló de la eterna rivalidad con su nemesis del Oeste, bromeando pero siempre tratando al agasajado como un caballero. Me imagino que este comportamiento entre grandes atletas se desarrolla a lo largo de los años dentro de ese ambiente supremamente competitivo. Entre más seguía la cobertura por televisión, me topaba con documentales de las leyendas del juego las que tambien jugaron un enorme papel para impulsar la fama de la liga a nivel internacional. Además, quién podía negar el talento del primer equipo de los sueños de los EE-UU quienes compitieron en las Olimpiadas de Barcelona en 1992. Las estrellas se juntaron para formar una gran galaxia, mostrando al mundo entero la ventaja con la que gozaba el país ante el resto del universo. Yo esperaba ver en algún momento alguno de los integrantes más acrobáticos saltar desde la mitad de la  cancha para clavar el balón. No era posible para un ser humano llevar a cabo tal maniobra, pero no era difícil imaginar que el Dream Team si era capaz de hacer algo así.