Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 30 de octubre de 2011

Machu Picchu, La Ciudad Perdida

Siguiendo los pasos del gran aventurero Hiram Bingham y sus valientes compañeros arqueólogos, salimos para Machu Picchu antes del inicio del día. Claro que Hiram seguramente no salió de Cusco en tren rumbo a Machu Picchu viendo que él descubrió ese lugar en 1911. Esa gran construcción quechua quedó enterrada en la selva a lo alto, comtemplando el sagrado Río Urubamba. Antes de esto, este sitio no lo conocían los que no estaban incluídos en el círculo de confianza peruano. Un secreto sumamente bien guardado. Muchas personas han catalogado este descubrimiento estupefaciente como una les las nuevas Siete Maravillas del Mundo. Existen tres maneras distintas para llegar a este destino: el primero, era de enfrentarse a pie ante el escabroso camino inca – esta antigua civilización era conocida por su excelente capacidad de construir caminos – que es de unos 80 kms pasando por tremendas alturas; el segundo es por helicóptero para los que no saben qué hacer con su monte de dinero; y por último, el tren. El gran Hiram seguramente caminó... junto con la melodía de El Condor Pasa.

Machu Picchu con su protector Huayna Picchu

Aunque el tren era un medio de transporte medianamente económico, gente muy famosa optó por éste, incluyendo Ernesto Guevara, mejor conocido en el mundo como, El Che. La locomotora al igual que el sistema de vías completo fueron diseñados en Suiza, un pueblo conocedor de terrenos montañosos accidentados. Esta ruta alcanza unos 3,800 m de altura. Los pasajeros contemplaban el paisaje mientras que el tren simulaba un zigzag continuo similar al billar automático en cámara lenta. Yo sentía como si mi piel no se decidía a definir un color, entre el verde, morado y azul por la falta de oxígeno y la nausea. En ciertos sectores de la vía, el tren subía lentamente en dirección recta, paraba y luego seguía subiendo pero en retroceso, repitiendo esto como un tango interminable hasta poder alcanzar la vía recta conduciendo al valle sagrado “Ollantaytambo” y más allá de lo evidente. En ese momento, el tren desciende hasta alcanzar al punto de llegada, el pueblo de Aguas Calientes, situado a únicamente 2,040 m. Este pequeño pueblo a las orillas del Urubamba se encuentra a sólo 6 km de Machu Pichu. Aquí se les da la bienvenida a los batallones de turistas que desean visitar las ruinas, provocándolos con sus baños termales, restaurantes, tienditas y algunos hoteles típicos de la región.

Los visitantes generalmente van a pasar el día, pero nosotros queríamos quedarnos una noche. Al llegar a Aguas Calientes, tomamos una pequeña combi japonesa, la cual nos llevó hasta la cima. Nos sentamos has el fondo desafortunadamente y al navegar por el camino angosto casi hasta la cumbre, la parte trasera del bus estaba totalmente expuesta al vacio y se podía ver el fondo del valle donde el tren parecía juguete miniatura. Los aventureros con más entusiasmo, pueden subir a pié por un sistema de veredas interconectando en partes con el camino pavimentado para los buses, pero necesita uno tener una condición física extraordinaria para lograrlo. El final de esta ruta le permite a uno comenzar a admirar las ruinas incaicas rodeadas de lomas y valles espectaculares. La montaña que todos conocen por tarjetas postales o como telón de fondo en fotos famosas de este lugar, llamada Huayna Picchu (significando Pico Joven), el incansable guardián desafiando extranjeros deseando escalarla para tomarse una foto para los recuerdos. Lo más valioso de este sitio histótico es el hecho de que nunca fue descubierto por los españoles, permaneciendo intacta ante la destrucción o el saqueo de lugares arqueológicos. Uno puede hacerse una mejor idea de lo que eran las construcciones originales y admirar la arquitectura clásica de los incas. Algunos especulan que fue construida como un palacio real en los años 1400 y que los habitantes la abandonaron al luchar contra los conquistadores. Claro que existe una plétora de versiones narradas por una variedad de guías debido a que no se inmortalizó la historia ni en papel ni piedra de esta gran civilización. ¡Qué gran pena!.

Nuestro viaje a este lugar también nos permitió conocer un personaje famoso canadiense. El itinerario coincidía con el de otro funcionario de la embajada que llevaba consigo una amiga que la visitaba, llamada Luba Goy, del Royal Canadian Air Farce, una tropa de comediantes muy popular. El programa en sí presenta un contenido satírico referente a los problemas políticos de nuestro bienamado Canadá, incluyendo imitaciones de todo tipo de personajes públicos. No es algo muy conocido fuera de nuestras fronteras pues supongo que aunque varios temas son universales, la temática es nacional. Yo realmente admiré el comportamiento de esta persona porque no reaccionaba como si estuviese siempre en un set de producción, demostrando una personalidad muy completa. En el poco tiempo que pasó en el Perú, logró percibir un mundo difícil bastante distinto al suyo, viendo los retos que enfrentaba una gran mayoría de la población. Era increíblemente amable con todos, mismo sin poder comunicarse en el idioma del país, sobretodo con los niños – por su gran parte, los niños trabajaban para ganar unos salarios simbólicos para contribuir al sosteniimiento económico de sus familias. Parecía gustarle divertir a los niños, imitando voces como las del Pato Lucas, también regalándoles alguna cosita proveniente de una cartera sin fondo. Los niños reaccionaban positivamente a este intercambio y salían casi todos escamoteando más felices que cuando llegaron.

Maman, Brian y yo descansando bajo la sombra


Debo decir que para todos los que se les presente esta gran oportunidad de ir, no deben pensarlo dos veces. Me fascinó esta experiencia realmente única, sabiendo que mucha gente ha tenido la oportunidad de conocer Machu Picchu en libros de historia o documentales. Es aún más impresionante de lo que podía haberme imaginado. Al caminar por las ruinas, admirando los cuartos vacíos, los restantes de plazas, las terrazas de cultivo con unas caídas de cientos de metros, la mente empieza a soñar. No existen terribles distracciones urbanas tales como camiones pasando a toda velocidad, serenatas animadas por las alarmas de los autos, o gente en plena riña por asuntos realmente sin sentido alguno. La tranquilidad toma rienda suelta en este reino, lo que es poco común en comparación con muchos lugares de nuestro planeta. Al sentirnos en esa paz, podemos imaginar como vivía la gente en un tiempo mucho más simple. Por supuesto que, en la época de los incas, existía una distribución piramidal de la sociedad definiendo la jerarquía como lo que ha replicado toda civilización en la historia de nuestra humanidad. No sería muy agradable ser un simple campesino o un corredor. En las sabias palabras de Simon and Garfunkel en su propia versión de El Condor Pasa: “Prefiero ser un martillo que un clavo.” No obstante, nos dejaron varias interrogantes al considerar los grandes avances que hicieron en la medicina, construcción, astronomía y un sinnúmero de descubrimientos, quizás olvidados para siempre gracias a un tiempo en el que la violencia determinaba la supremacía.

domingo, 23 de octubre de 2011

Cusco, La Ciudad Imperial

Después de vivir un tiempo en Lima, los extranjeros normalmente cometen el grave error de pensar que todos los lugares de Perú son iguales. Y es todo lo  contrario. La capital Inca conocida como Cusco (o Qosqo en el idioma quechua)  reposa cómodamente en la hermosa cordillera de los Andes. Mi familia y yo, tuvimos el gran placer de visitar semejante tesoro nacional y Patrimonio de la Humanidad según lo decretó la UNESCO en julio de 1996. Esta ciudad se encuentra a nada más y nada menos 3,400 m de altitud y sí, se nota la falta de oxígeno inmediatamente. Antes de llegar, todo mundo le aconsejará de tomar las cosas lentamente y beber mate de coca. Esta infusión caliente facilita la transición a una mayor altura y forma parte de la cultura andina, ambos en la medicina tradicional y la religión. Algunos de los residentes en esa región también mascan las hojas en un precioso ritual prácticamente social. De hecho, la Coca-Cola que tanto conocemos en el mundo solía utilizar éstas como ingrediente clave, explicando la primera parte de este nombre compuesto. Para sobrevivir en forma eficaz este ambiente, se debe caminar lentamente, a paso de tortuga, desde que se abren las compuertas del avión y todo se despresuriza. No debe uno sentirse ridículo ante los demás pues ellos sí tienen costumbre de vivir en tal ambiente. No se haga el valiente. No mucha gente está adaptada para vivir a esa altura, seguramente explicando los 350,000 habitantes de la ciudad.

Brian, Maman y yo frente a la vista de la ciudad de Cusco

Al empezar el descenso hacia la pista de aterrizaje en el aeropuerto Velasco Astete, se puede ver un paisaje lleno de casas blancas con techos de cerámica preciosos, dando una agradable bienvenida al ver la arquitectura colonial. No se puede observar ningún rastro de construcciones modernas a lo lejos. La ciudad parecía estar congelada en el tiempo. Llegamos a reclamar nuestras maletas del carusel, encontramos nuestra nave reservada por el agente de viajes en Lima y partimos rumbo al corazón de la ciudad para instalarnos en el hotel. Creo que se llamaba La Posada del Inca. Su ubicación era ideal en el barrio de la Plaza de Armas, conocido como La Plaza del Guerrero en la epopeya incaica. Este lugar estratégico presenció la proclamación de la conquista orada por Francisco Pizarro y también donde uno de los grandes rebeldes indígenas del siglo XIX fue ejecutado. Los negocios establecidos en esa zona eran principalmente restaurantes deleitando a los turistas con platillos típicos del país incluyendo en sus menus el tradicional cuy (conejillo de indias) – una comida suculenta la cual sólo mi padre se aventuró a probar. Yo pedí mi lomo saltado que nunca en la vida me defraudó, algo que recomiendo altamente a mis hermanos carnívoros. Siguiendo con el tema culinario, ésta también es la capital mundial de la papa donde se cultiva una variedad de 2,000 especies. La probabilidad de recibir una serenata de un grupo de músicos armados de  zampoñas y otros instrumentos andinos tocando El Condor Pasa es increíblemente elevada. En la vereda techada rondeando la plaza, emprendedores e independientes lucían su variada artesanía, esperando venderlas a los turistas. Aquí compré una chompa de tela de alpaca que fue un fiel acompañante durante unos 10 años de mi vida. El parque principal en el centro mostraba una variedad de flora regional, deslumbrando con unas flores rosadas distinguidas.

Lo más curioso de esta plaza era la presencia de dos enormes centros religiosos católicos construidos por los españoles: la Iglesia de la Compañía (jesuita) y el Convento de Santo Domingo (dominicano). Normalmente en las plazas principales de ciudades españolas, sean establecidas o colonizadas, se encuentra un gran santuario religioso. Quizás los europeos sintieron un cierto remordimiendo por su “interacción” hacia los residentes precolombinos. Dentro de una de estas iglesias, un guía mencionó que los españoles habían construído sus estructuras por encima de los muros incas, probablemente intentando  imponer su supuesta supremacía. Además, estos edificios lucían conceptos arquitectónicos para soportar terremotos, lo que aprendieron en sus experiencias del viejo mundo. El problema entre los terremotos del mundo nuevo contra los del mundo viejo era que en Europa, la tierra se sacudía de arriba hacia abajo y en América , de lado a lado. El resultado de imponer esta sabiduría fue que en varias ocasiones, las construcciones españolas se derrumbaban, causando daños graves a la población. No sé evaluar realmente la validez de este comentario pues sólo he presenciado este fenómeno en el nuevo mundo. Los conquistadores y sus futuras generaciones lucharon para convertir a la gente de esta región a su religión y cultura pero el quechua se ha podido proteger de cierta forma hasta la fecha. Aún se notaba que la gente usaba su vestimenta tradicional, especialmente las mujeres con sus sombreros y colores resplandecientes. Al pasear por las calles de la ciudad, el idioma predominante sigue siendo el nativo y el castellano se usa con el turista. Los peruanos de otras regiones le dirán que el español de la sierra es inferior por falta de educación pero en realidad, si uno logra escuchar atentamente, es un castellano antigüo que no evolucionó al pasar de los años como sucedió en Lima. Obviamente, la costa sirvió como punto estratégico del virreinato donde embarcaban todas las riquezas extraídas rumbo a la Madre Patria y la Santa Iglesia de España, entonces su gente era más suceptible al cambio. El pueblo, de la sierra aislada por el terreno indomable, pudo protegerse junto con su identidad. La modernización parece haber postergado su llegada a esa zona.

Al día siguiente después de nuestra llegada – principalmente el primero es para aclimatizarse – nos recogieron temprano para hacer un tour de Cusco y la zona limítrofe. Nuestro guía era un laureado en turismo y arqueología portando el nombre de Boris. Un buen nombre quechua. Al observar las calles estrechas de la ciudad, descubriendo los secretos del pasado, tales como los restantes de construcciones incas sirviendo como bases para la posteridad española. Algunos de los residentes hablaban de la parte inferior de los muros como el de los incas y las partes superiores, las de los inca-paces. Después de un largo tiempo rebotando en la camioneta, llegamos por fin a una de las estructuras más importantes pre-colombinas al norte de Cusco: las ruinas de Sacsayhuamán – al parecer, la primera vez entendí como muchos otros turistas que se llamaban, las ruinas de Sexy Woman. Estas fortificaciones presentaban un gran ejemplo de las habilidades incas, pudiendo ver varias rocas pesando muchas toneladas posicionadas perfectamente con otras. Como cualquier persona, mismo miles de quechuas, pudieron colocar estas piezas monumentales una arriba de otra, era imposible de imaginar. Eran unos architectos impresionantes. Sus construcciones aguantaron el paso del tiempo y los fuertes temblores y todavía se erguían orgullosamente ante los visitantes y sus cámaras. Desde esta enorme fortaleza se puede observar la tranquila ciudad de Cusco en el valle. Una magnífica vista panorámica sobretodo junto a la tranquilizante melodía de El Condor Pasa como música de fondo. Este grandioso lugar dejaba varias interrogantes referente a su pasado, gracias en parte a los europeos que la destruyeron. Probablemente fue una ciudad albergando una gran cantidad de personas viendo que existía un sistema de laberintos que parecían calles, una posible sede para un templo destruído y una zona grande al aire libre haciéndose pasar por su propia Plaza de Armas, donde ahora se veían personas con vestimenta ceremonial bailando el reconocido tema de El Condor Pasa. Luego visitamos otras ruinas menores (en tamaño pero no importancia) y volvimos al hotel para recuperar energía para el día siguiente.


Maman y yo en las ruinas de Sacsayhuamán


Nuestro último día en Cusco fue dedicado en especial a la mega estructura precolombina llamada Ollantaytambo, ubicada al lado del Río Urubamba. Llegamos en una combi japonesa cargada de extranjeros de todas partes del planeta, viendo el sinnúmero de terrazas adornando las montañas. Todo esto parecía como salido de un cuento de hadas, particularmente al escuchar la divina melodía de El Condor Pasa. Como el terreno plano no era del todo abundante, los agricultores inventaron un sistema de terrazas para el cultivo donde el agua bajaría irrigando todos los niveles. Seguramente habían seguido estas tradiciones durante unos mil años. Al arribar al pueblo llevando el mismo nombre que la mega estructura, caminamos por un lugar que había sido un centro ceremonial creado bajo las órdenes el Emperador Pachacuti, quien anexó esta región al nombre de Imperio Inca. Las rocas eran gigantes y estaban perfectamente talladas, dejándonos a los observadores pensando, ¿qué sabía esta raza antigüa que nosotros no sabemos? Además de esto, las transportaron  por varios kilómetros hasta alcanzar su destino. ¿Cómo lo hicieron? ¡Qué gran misterio!. En nuestras casas y en la embajada en Lima, tuvimos varios trabajadores que no parecían estar dotados de esa facilidad que disponían los Incas. Al terminar este paseo, regresamos nuevamente al hotel porque al día siguiente, tomábamos el tren hacia Machu Picchu. No podía esperar para que llegara ese gran momento.

domingo, 16 de octubre de 2011

El Carnaval del Tránsito


El tráfico es un tema que derrumba barreras culturales en el que todos tienen sus historias del combate vehicular. Los guerreros veteranos de la ruta comparten su sabiduría con los novatos aventurándose al campo de batalla aconsejando pistas tales como “Aquí en Los Angeles no nos salimos de la autopista” o “En Caracas usamos atajos para evitar los embotellamientos.” Lima es una ciudad con sus propias jaquecas automovilísticas poco comunes en comparación con sus hermanas metropolitanas alrededor del planeta, por lo menos en contraste con las ciudades que he conocido. Me di cuenta del terrible tsunami en la marea del tráfico cuando mis padres me llevaron al Centro Peruano-Japonés, donde quería saber sobre los cursos y ver las instalaciones de artes marciales. Había seguido tres años de judo en un dojo de Ottawa, una disciplina de naturaleza defensiva, la cual me ayudó a mantener una cierta serenidad y concentración. Como dicen, aprender el valor del trabajo. Deseaba progresar en el Perú, un país contando con una fuerte población de japoneses. Estos preservaban aspectos de su riqueza cultural incluyendo las artes marciales antigüas. Lo más inoportuno de este capricho era tener que cruzar toda la ciudad dentro de un tráfico tenaz y totalmente desorganizado. La infame hora pico. No puedo acordarme de cuánto tiempo perdimos en este viaje pero me daba cuenta que el judo tendría que ser agregado al libro de historia de mi vida. Jamás alcanzamos nuestro meta ese día.

Un dia normal en las arterias de Lima

Al navegar por las calles de la zona capitalina, uno pensaría que no existen reglas de manejo. Echar el coche enfrente de otro es algo normal y todos estan preparados para esas maniobras. Si uno deja el mínimo espacio no pasará por desapercibido y lo deja a uno como perdido. Es de esperarse. Las intersecciones se pueden trabar como arterias de un organismo humano inyectado con una dosis alta en colesterol con tan sólo cuatro autos, cada uno resignado para ceder un milímetro a otro motorista. La prioridad era dictada por la Santísima Trinidad del yo primero, yo segundo y lo que sobra es mío. La supuesta lógica de este mambo era la siguiente: a) es importante de que yo llegue donde quiero ir; b) los demás son un obstáculo impidiendo que complete mi trayecto. Las grandes avenidas lucían preciosas líneas blancas intermitentes (más o menos líneas dependiendo del tamaño de la avenida), sugiriendo que era una vía de tres carriles. Este concepto fue acordado seguramente luego de una cumbre internacional de ministros del transporte y comunicaciones o algo por el estilo, pues parecía ser una teoría universal. No obstante, la viveza del pueblo peruano determinaba que más coches podían caber de cada lado de las veredas que delimitaban el terreno de juego. Era un método tremendamente ingenuo para incrementar la capacidad vial a su vez presentando una gran oportunidad para los motoristas y sus pasajeros de conocerse mejor al compartir la espera contemplando una posible llegada del orden en un veradero estacionamiento. Las líneas divisioras en el pavimento servían únicamente de decoración subiendo de tono la ya elegante avenida. La calles más chicas, tales como mi Monte Real en Chacarilla, no habían recibido esa tal distinción. Realmente, la gran parte de las calles no tenían ni siquiera letreros marcando sus nombres debido quizás al crecimiento acelerado de esta ciudad dejando a sus gobiernos respectivos poco tiempo para considerar otorgarles un certificado oficial de bautizo a estas arterias. El deber de lidear con problemas socio-económicos era supremo, junto con el desarrollo del capital humano. Yo imaginaba que los limeños conocían tan bien su propia ciudad que tener el nombre de las calles era menos que secundario. Aquí me volví un experto usando puntos de referencia para saber donde estaba o para encontrar algún lugar específico. 

La variedad de automóviles participando en el carnaval de transporte desfilaba la disparidad económica entre los habitantes de esta gran urbe. Quizás en el Canadá, mi hogar y última misión, este elemento se ocultaba mejor por el hecho que los dueños debían cumplir con ciertas normas y reglamentos permitiendo categorizar un vehículo como apto para transitar. Los buses conocidos como combis que se integraban a la población eran comunmente de segunda o tercera mano traídos de Asia – algunos aun tenían anuncios en japonés – y llevaban pasajeros practicamente colgados por las ventanas gritando a los peatones al pasar. Si se encuentran en algún momento en esta situación, no se sientan intimidados. Las voces acompañando la sinfónía motorizada simplemente anuncian el rumbo del camión. La primera vez que me topé con esto me sentí nervioso pensando que quizás mi comportamiento o vestimenta era ofensivo de alguna manera. Lo que pasa es que mucha de la gente que debe acceder al transporte público no sabe leer ni escribir, entonces así saben qué combi tomar. Entre otros elementos del paisaje motorizado eran vehículo reportandose de otra época contribuyendo a un sentido de peligro vial, sobretodo porque los faros de algunos autos no funcionaban. Puede ser romántico para una pareja de tortolitos poca iluminación en la oscuridad del auto pero resulta peligroso para el peatón que se arriesga al cruzar una avenida o autopista como la Panamericana. Claro que en ciertos lugares habían cruces peatonales pero algunos preferían hacer correr la adrenalina al probar sus aptitudes olímpicas haciendo su toreo con el tráfico. Otros inventos preparados para el desfile folklórico sobre el pavimento era el Daewoo Tico (uno de mis favoritos porque al sacar el brazo por la ventana podía tocar el asfalto), varios Toyota y Nissan trayendo consigo recuerdos de los años 80, el Escarabajo o Bocho para los mexicanos, un guerrero incansable de Volkswagen y Ladas de la era soviética. Esos pequeños coches eran totalmente indestructibles pero jamás he conocido alguién que cupiera cómodamente en ellos. Los Tico eran unas máquinas terriblemente diseñadas con el propósito de desafiar lo aerodinámico. Varias veces vi estos volteados por su forma de caja seguramente, pero parecía que se podían volver a colocar sobre sus ruedas y dejar a la persona seguir hacia su destino. Además, si se lograba llegar a una cierta velocidad, empezaban a levitar.

Los dueños del volante eran sin lugar a duda los taxistas. Conocían todos los atajos en la ciudad. Aquí no se trataba de servicios de radio taxi como los que llama uno la noche antes o llama a un número de central para que lo vengan a recoger. Durante el primer año habíamos probado varios diferentes servicios, incluyendo uno de los líderes indiscutidos, EcoTaxi, el cual acostumbraba no mandar a nadie. Un día llegó un taxista sin mismo haberlo llamado. Gracias a mis amigos, particularme Alejandro Alves y Glen Swanson, aprendí que para moverme en esta ciudad sólo necesitaba pararme en la vereda, levantar el brazo al aire cuando se aproximaba un coche y éste se paraba. Un taxi. No eran de ningún color en particular pues cada uno era privado y operado por el dueño. Muy emprendedores. Dudo realmente que se tomaban el tiempo para registrarse en alguna lista. La única manera de asegurarse de que sí era en realidad un taxi era cuando estaba suficientemente cerca, una etiqueta pegante en el parabrisa de un color rosado mostraba las letras T-A-X-I. Una vez que paraba el vehículo, lo primero que hacía uno es decirle a la persona donde uno quería ir en lo que la persona contestaría informando el precio. Nunca se dice que sí. Los extranjeros como yo normalmente nos decían entre $15 y $25 Soles (equivalente en la época de $5 a $8 dolares US)  – o pedían directamente dólares americanos – sólo porque uno tenía pinta de gringo, significaba que era millonario. Si esto fuese la verdad tomaría un taxi helicóptero. Normalmente uno contesta a semejante precio con algo extremadamente bajo, sabiendo que es imposible que el responda afirmativamente.  Ahora empieza el regateo.  Algo instrumental que aprendí si la negociación va por mal camino, es alejarse de la ventana del auto diciendo lo suficientemente fuerte “¡No pues, choche!” (para usar una versión menos colorida y grosera que usa la gente joven). Ahora se incrementa la posibilidad de que el taxista se dé por vencido. Ahora puede uno volver a abrir la negociación comprometiéndose a pagar $5 Soles (casi $2 dolares americanos) y lo más seguro es que lo va a aceptar. Un consejo es de ser justo en cuanto al precio porque a fines de cuenta ellos necesitan ese dinero para darles de comer a sus familias. Asegurarse de que no le estén estafando a uno pero tampoco robarles a ellos, después de todo, es un servicio.

Un precioso Tico desfilando frente a una combi

Además de conocer relativamente bien la ciudad, las calles y barrios, muchos de ellos se dedican a otros empleos. No manejaban taxis porque esa profesión fuese una mina de oro. Me enteré de esto por uno de los taxistas que me tocó por pura casualidad tres veces en una semana. La tercera vez le pregunté su nombre a lo que me contestó que sus amigos le decían Piña. Su cara seguramente pasó por una adolescencia traumática con ataques severos de acné pues su cutis tenía varios huecos, lo cual le daba un parecido al exterior de una piña. Él era un abogado titulado de una universidad peruana. Era también una persona sumamente bien informada referente a los problemas vividos en su hermoso país y tenía una gran curiosidad por el mundo afuera del Perú. Su remuneración como profesional no era lo suficiente para poder sacar a su familia de los pueblos jóvenes. Otros taxistas que conocí vivían situaciones parecidas llevando una doble vida como policia, ingeniero civil o profesores. Siempre se lograba distinguir la verdad en sus cuentos compartiendo sus frustraciones de la vida. Me gustaba charlar con ellos porque me daban algo de perspectiva de sus mundos y su lucha incansable, poniéndome a mí mismo en una situación pensando qué podía yo hacer para ayudarles. Eran gente trabajadora y emprendedora que al parecer no lograban mejorar su estilo de vida. Quién sabe si algún dia alcanzarían sus metas. Aunque me había vuelto un gran regateador, siempre les brindaba alguna propina lo cual no se acostumbraba hacer, esperando que esto ayudaría en algo estos grandes combatientes de la ruta, para alimentar a sus familias para alcanzar un nuevo mañana. La mayoría de los chicos de catorce años salían de sus casas para encontrar trabajo y la educación era para los pocos privilegiados.

domingo, 9 de octubre de 2011

Un Otoño Incomodo: El Referéndum de Quebec


Durante el conflicto interno en el que intenté encontrar sentido dentro del va y ven de la vida limeña, mi propio país buscaba lidear con sus mismos acertijos. Ambos luchábamos contra nuestros demonios al exteriorizar una tranquilidad serena. Aun cuando siente uno que su mundo se derrumba sin poder hacer nada, es importante hacer como si estuviera en control de las cosas. Me recuerda a una camiseta genial que vi una vez en la calle anunciando a los demás peatones: “La llega de Dios está cerca. ¡Aparenta estar ocupado!” El mundo debía saber que tanto Canadá como William Bickford tenían sus vidas en orden y que estábamos listos para seguir trabajando como cualquier otro día. Al llegar el mes de octubre, me di cuenta que mi situación no era tan sería como lo pensaba cuando el rumor rondando mi entorno – principalmente entre los canadienses de la embajada y nuestros expatriados – se centraba en el tema de Quebec y la probabilidad de la separación. Estaba totalmente sorprendido sin poder entender como alguien podría querer desvincularse de la comunidad canadiense, pues ésta compartía una gran semejanza con una sociedad utópica gracias a mis experiencias y conocimientos. Se trataba de la tierra de la tolerancia y la diversidad. Cada uno gozaba la libertad de hacer lo que querían bajo nuestra bandera. Sin duda me sorprendió aún más cuando gente totalmente externa a este conflicto se acercaba, preguntándome detalles de lo que sucedía entre ambas culturas: los ingleses y Quebec. Empecé rápidamente a volverme experto en este tema a los 14 años.

Manifestación al estilo canadiense: ¡Te amamos Quebec!

El separatismo en Quebec ha seguido históricamente un patrón parecido al trayecto de una montaña rusa. Altibajos muy evidentes. Los altos, generalmente producidos por tiempos de incertidumbre económicos (ej: recesión de los años 1990), conflictos internacionales (ej: las grandes guerras en las que Quebec se oponía a la participación y la conscripción), malos manejos internos (ej: Quebec no siendo reconocido como una sociedad distinta o no ratificar nuestra constitución) o la involucración de agentes externos que no tienen lugar en asuntos internos (ej: discurso de Charles de Gaules llamando a los francófonos al “Viva el Quebec libre.”) Los bajos son más fáciles de identificar porque sólo se escucha un montón de nada. A mediados de los años 90, la máquina separatista perdía su fervor mientras que el Gobernador de la provincia y jefe del Parti Quebecois, Jacques Parizeau, lanzaba su campaña de independencia, un gran sueño de toda su carrera política. A nivel federal, contaba con el apoyo del líder Lucien Bouchard, que representaba no sólo el Bloc Quebecois en la Cámara de los Comunes si no la Real Oposición de su Majestad. Impresionante logro para un partido separatista de ser el segundo partido más representado en nuestro parlamento y sobretodo ese enlace importante con la monarquía. Antes del 30 de octubre, 1995, el día del referéndum, estos eran los que más destacaban en la voz del “” (a favor de la independencia). Previos plebiscitos fracasaron bajo los ojos de los soñadores nacionalistas y esta vez, estaban preparados para hacer lo que fuera para obtener el codiciado, sí. La realidad referente a las ramificaciones de una respuesta poco favorable al resto del país, al igual que la importancia de perder tan gran socio en cuanto a la economía, cultura e historia no eran obvias en su principio, mismo durante la última semana antes del voto. La gente de Quebec tenía el destino de todos en sus manos con respecto al concierto de las naciones.

El catalizador del movimiento independentista en Quebec fue mayormente durante la Revolución Silenciosa en 1960, donde las instituciones de esta provincia fueron revisadas nuevamente. La iglesia católica se vio obligada a cobrar cheques de desempleo al ser destronada por un nuevo servicio de funcionarios públicos sindicalizados rigiendo los sectores de salud y educación, al igual que nacionalizando la producción y distribución de energía dejando esta tarea también al sector público. Esta época también dio luz al Parti Quebecois, con su misión de separar el país, pero también a un grupo pequeño de Marxistas llevando ataques terroristas en nombre del Front de libération du Québec. El zénit de sus actividades se observó luego de la Crisis de Octubre en 1970 cuando James Cross, un diplomático británico y el ministro de trabajo de Quebec, Pierre Laporte, fueron secuestrados, muriendo éste último. Su cuerpo fue encontrado en el baúl de un automóvil estacionado en el aeropuerto de la ciudad de Quebec. En 1980, el primer referéndum – formulando una pregunta en paralelo a la soberanía política pero con cooperación económica –  quedó como una nota de un fracaso inmortalizado en los libros del pasado. El segundo en 1995 buscaba una independencia completa pero la pregunta que se le presentaba a los electores era más bien ambigua. Juzguen por ustedes mismos:

Está usted de acuerdo que Quebec debe volverse soberano después de habérsele presentado una propuesta oficial a Canadá para una sociedad económica y política dentro del alcance de la ley con respecto al futuro de Quebec y al acuerdo firmado el 12 de junio de 1995?

Corríjanme si no estoy en lo correcto, pero esta pregunta es tan clara como las aguas del Golfo de México después del derramamiento del petróleo de BP.  Algo que tal vez hubiera tenido más sentido en mi opinión era simplemente preguntar algo como: “¿Está de acuerdo que Quebec debe convertirse en una nación soberana y negociar nuevos tratados como nuevo jugador en la económica global?”  Algo que tengo claro es que lo anterior es todo o nada.  Cuando se decide adquirir un nuevo televisor, se compra ¿reparado y sin garantía?  Parizeau y su movimiento de gobierno con el Parti Quebecois en 1995 propusieron una nueva ley a la Asamblea Nacional de Quebec. Ésta proponía otorgarle a la Asamblea el poder para declarar soberanía de la provincia con el poder exclusivo de aprobar todas sus leyes, cobrar todos sus impuestos y ratificar todos sus tratados. Recibió una revisión inicial, sin embargo la versión final de la legislación dependía de los resultados del referéndum de 1995. Si ésta se hubiera convertido en ley después de ser aprobada por la Asamblea, hubiera servido como fundamento legal para el gobierno de Quebec para declararse como un país soberano. 

Del otro lado del voto, los actores Federalistas liderados por – según las palabras de mi querido Ahmad Rashad – mi amigazo, Jean Chrétien, Daniel Johnson, líder del Partido Liberal de Quebec, Jean Charest, líder del partido Conservador de Quebec y Brian Tobin, el entonces Ministro Federal de Océanos y Pescadería.  Al principio, parecía confuso que los Federalistas no estaban haciendo su tarea, aparentando no prestar la atención merecida a este asunto.  Recuerdo que algunas personas mencionaban que nuestro Primer Ministro se había ido a jugar golf antes del final del otoño y la llegada de la nieve.  El Gobierno Federal, ante la posibilidad de un voto positivo no diseñó un plan de contingencia. Algunos de los ministros del gabinete se habían reunido a discutir escenarios tales como apelar los resultados en la Corte Suprema.  Los funcionarios más experimentados consideraron el impacto del voto en asuntos como fronteras territoriales, deuda federal, el futuro de Chrétien y su legitimidad al ser elegido en una circunscripción electoral de Quebec; ¿Podría garantizar al Gobernador General que retendría el apoyo suficiente dentro de su partido para permanecer como Primer Ministro?  El Ministerio de Defensa hizo las preparaciones suficientes para incrementar la seguridad en algunas instituciones federales y ordenó que nuestras naves CF-18 salieran de Quebec, asegurándose de que no se utilizarían como un chantaje para futuras negociaciones.  Los pueblos aborígenes de Quebec también estaban del lado Federalista. Los jefes de las Primeras Naciones reclamaron que asociarse al Quebec independiente violaría la ley internacional, pues sus acuerdos estaban ratificados con el gobierno de Canadá.  El gran jefe Matthew Coon Come enfatizó que los derechos de auto determinación de los Cree eran válidos siempre y cuando sus territorios se mantuvieran bajo jurisdicción canadiense. 

El padrino del separatismo, Jacques Parizeau

El día que Quebec votó me trasnoché. Fue la primera vez en mi vida pre-adulta que mis padres me habían permitido permanecer despierto hasta la hora que quisiera. Después de todo, el futuro de mi país estaba en juego.  Esperaba que el voto negativo fuera mayoritario, siendo un fuerte defensor del idioma francés, habiendo asistido a la escuela francesa y teniendo fuertes vínculos con esta cultura. Yo creía en un Canadá fuerte junto con Quebec.  Como Jean había dicho en la Cámara de los Comunes, “Si no está Quebec, no hay Canadá”.  Fue una noche luchada al escuchar los resultados entrantes que permanecían alrededor del margen del 50% y oscilaban entre el “Sí” y el “No”. Nunca había estado tan nervioso, ni siquiera en un partido de fútbol de la Argentina. En el momento que los votos de Montreal, la región del Outaouais (justo al otro lado del río de Ottawa), las Primeras Naciones y las municipalidades del Este provinieron, era claro que los separatistas habían perdido. ¡Canta y no llores! Al final de la noche, la votación se mantuvo en un 50.58% (2.362.648 votos) a favor del NO y un 49.42% a favor del SÍ. ¡Qué noche tan increíble! Jacques Parizeau salió en primera plana, casi en lágrimas al reconocer su derrota, dio un discurso a los que lo apoyaban y presentó su carta de renuncia como Primer Ministro de Quebec.  En sus memorias dijo que si hubiera obtenido una votación del 50% + 1 hubiera negociado una separación pero que los inmigrantes, aborígenes y otros grupos minoritarios eran los culpables de la derrota. Me imagino que no valorábamos de la misma manera el multiculturalismo, la tolerancia y la diversidad. Yo estaba feliz de que Canadá se mantuviera intacta y que el dragón del separatismo volviera a su sueño profundo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Sábados de Softball


El cambiar de país siempre suele traer nuevas experiencias. Esta vez, significaba la introducción al softball pero con lanzamiento lento. Mi primera vez. ¡No juzguen sin probarlo, es muy entretenido! Algunos colegas de mi padre participaban en una liga de softball donde la temporada se deslenzaba en el colegio Franklin D. Roosevelt durante los fines de semana. Estos estaban en busca de nuevo talento para agregar al plantel canadiense en un ambiente totalmente dominado por los americanos. Mi hermano, Brian, quien tenía un cierto interés en los deportes organizados – por lo menos dotado de una habilidad natural y coordinación la cual yo no gozaba, sobretodo después de mi esguince – decidió unirse al equipo, lo que me entusiasmó seguir el mismo rumbo. Me encantaría compartir con ustedes el hecho de que llegué como un combatiente valiente colmado de talentos de superatleta, armado de un gran bate listo para representar mi país y aniquilé todos los equipos yanquis dentro de la cancha, pero en realidad, éste no fue el caso pero sí un enorme honor servirle de alguna manera a mi país practicando una actividad en común con mis compatriotas.

Brian, el arma secreta del equipo

La gran mayoría de los equipos contaban con planteles americanos como les mencioné. Los equipos que puedo recordar de aquella época eran: AID (americanos trabajando en varios organismos de desarrollo), DEA (estas iniciales se explican por sí mismas), Embassy (no eran los diplomáticos americanos si no los soldados del ejército de ese país encargados de la seguridad de sus instalaciones), Fetzer (un colegio de niños americanos bautistas quienes preferían no batear), Profes (los grandes rivales de los alumnos de Roosevelt), Prophets (nombre adecuado para un equipo de misionarios de los EE-UU trayendo la palabra del Gran Jefe), Roosevelt (un equipo de estudiantes de secundaria del colegio) y Team Canada. Éste último era el que más se divertía en la cancha y tuve el gran placer de poder entrar en este gran equipo. El talento canadiense, la gran fuente de nuestro patriotismo allí, contaba con dos policías de la PRMC, Alain Lambert y Jim Whalen, Stuart Bale, el agregado administrativo, encargado de la administración de la embajada, David Marshall, un funcionario de la sección comercial, Gilles Rivard, cabeza de la sección de desarrollo, Jules Audet, representando el programa de desarrollo Canadá-Perú, Dave Schmidt, la cara de FedEx, Michel, un funcionario de la ONU quien era idéntico a Jean-Claude Van Damme, y Scott, el único americano quién había sido excluido de la selección de la DEA por algún motivo. Brian se encontró con una responsabilidad en la que demostraba un enorme potencial. El lanzador. Mario Lambert y yo también figuramos en este grupo, representando el talento de una nueva generación.

Los canadienses nos explicaron el reglamento a mi hermano y a mi, enfocando sobretodo que el propósito era de solo salir, intentar de pegarle a la pelota y divertirse. Este era el motivo principal de la velocidad del lanzamiento. Cualquier jugador se le daba la oportunidad de mostrar sus talentos en la cancha y sobretodo, al poder pegarle a la pelota, sentirse como todo un héroe. Todos y ninuguno a la vez éramos héroes. Mis compatriotas se armaron de una filosofía única al jugar, incrementando el potencial para pasarla bien. Recuerdo en ciertos momentos, nuestros bateadores quienes sus nombres no serán mencionados, salían corriendo de la caja desde donde debían permanecer al batear, persiguiendo pelotas sólo para golpearlas mientras que una ola de carcajadas inundaba el campo de juego. El espíritu deportivo siempre resplandecía desde nuestra banca apoyándonos entre todos, mismo si sabíamos que nuestras acciones eran ridículas. Nuestros contrincantes parecían no estar de acuerdo con la falta de importancia que le dábamos a la competencia y seguir al pié de la letra los reglamentos. Los árbitros eran de los pocos peruanos en la liga de los fines de semana y no tenían ni el mínimo conocimiento de los reglamentos, cómo por ejemplo el área de juego – si una pelota sale fuera de la línea del terreno ya no está en juego sólo si la atrapaba la persona en  la posición de defensa – o un strike – cuando el bateador no logra hacer contacto con la pelota o esta misma viaja en parábola terminando en contacto directo con el diamante. Esto si era a veces frustrante pues algunos equipos no optaban por batear si no hasta que la cuenta no iba a favor de ellos. Recuerdo que a veces que mi hermano salía disparado a quejarse ante las terribles decisiones de los árbitros y todo nuestro equipo corría a apoyarlo y defender los intereses de los nuestros. Los demás equipos, quienes tomaban este juego muy seriamente y la mentalidad competitiva era común y excesiva, pero los canadienses no concordaban. No estábamos en el terreno de juego para ganar – lo cual no solíamos hacer a menudo – pero sentíamos que merecíamos ser evaluados bajo el mismo reglamento que nuestros rivales. Si nos quejábamos, los demás equipos y sus aficionados (normalmente las esposas asistiendo al partido) nos consideraban como quejumbrosos. Si ellos lo hacían era normal. Seguramente con esa lógica, era una liga de quejumbrosos. Sin embargo, la mayoría de las veces, nadie se divertía con tantas carcajadas y risas como nosotros.

Jamás en la vida, Brian y yo habíamos jugado ni béisbol ni softball . Esto no fue ningún obstáculo para tener las ganas de participar es esta actividad. All principio, yo no sabía ni en que mano debía usar el guante, si en la derecha o la izquierda, pues no me acomodaba – aunque soy ambidextro. Durante el precalentamiento de un partido semanal – nuestra única práctica – no alcancé a atrapar una pelota que me lanzó Jim Whalen, la cual se impactó en mi rodilla. Ese si fue un gran dolor que decidí no volver a sentir en la vida. Me recomendó de caminar hasta que se me fuera el dolor, tal como la haría un policía antibalas super macho. Tenía razón. Aunque no nos impartieron conocimientos técnicos del deporte (por ejemplo, como posicionarnos para atrapar una pelota, defender un batazo mandando la pelota al raz del suelo, o mismo como calcular el momento para batear), seguimos adaptando una variación del deporte parecido al pasatiempo favorito de los EE-UU. Ya era obvio que este juego no requería mucho esfuerzo físico aunque ninguno de nosotros era excelente. El tener reflejos rápidos para poder reaccionar rápidamente era clave. Los Marines siempre apoyaban sus integrantes del plantel sin importar el lanzamiento diciendo “buen ojo” (literalmente, pero significando buena decisión al no batear). La pelota que usaban en esta liga era bastante más grande que la de béisbol. No sólo era más fácil ver la pelota pero por ser de ese tamaño, si no que el aire le presentaba más resistencia obligándola a disminuir su velocidad de viaje. A parte de esto, dependiendo de la responsabilidad asignada en el papel defensivo, a veces uno debía correr cortas distancias rápidamente, pero también en forma repentina. Realmente, cualquiera podía jugar este juego. Estaba convencido que podía mejorar en este deporte con el entrenamiento adecuado, pero nuestro equipo no lo consideraba importante. El precalientamiento antes de un partido era  suficiente, una mentalidad muy canadiense ante la competencia.

La mejor foto que encontré del terreno

La liga estaba pasando por un período de expansión al recibir un nuevo equipo el mismo año en el que Brian y yo éramos novatos. El equipo se llamaba Mobil. El plantel contaba con altos ejecutivos americanos de la empresa Mobil Oil, llegando al Perú para dar inicio a grandes proyectos de explotación petrolera. El resto del grupo eran peruanos que al parecer, no había sabido que existía este deporte y sus caras todas parecían expresar sin palabras que los habían forzado de alguna manera a participar. Eso sí, tenían unos uniformes muy buenos. Quizás uno de  ellos perdió una apuesta en la noche de poker pero no parecían querer estar ahí. El partido de inauguración fue contra nuestro equipo, el único que ganamos nosotros sin dificultades. Era difícil creerlo pues normalmente no ganábamos. De hecho, Stuart Bale, lo más cercano que teníamos en nuestro equipo como capitán, no pudo ir ese día debido a un malestar. Al llegar el lunes al trabajo, mi padre lo vió y le dió la buena noticia. Al escuchar esto, Stuart se veía tan deslumbrado al darse cuenta que era la única vez que no jugó  en el  partido y que había logrado ganar su equipo desde su llegada al país. Mobil mejoró al mostrar un gran trabajo de equipo en la cancha, llevándolos a declarar que antes de terminar la temporada, le iban a ganar a los canadienses. Entrenaron dos veces a la semana en el colegio mientras que los canadienses siguieron su rutina bien establecida de no darle importancia a la competencia. Cuando el gran día arribó, ese equipo convencido de su meta que le daría un sabor dulce a una temporada difícil, no logró alcanzar su meta. Perdieron ante Canadá. Me encantó estar en ese equipo porque me dió un gran sentido de caballerismo a nivel deportivo y como trabajar en equipo, considerando el gran valor del espíritu deportivo: Era tan sólo un juego.