Al aproximarse el día de San
Valentín, alguna gente se pone a re-evaluar sus relaciones románticas junto a su pareja o sueña de un príncipe encantado o la mujer perfecta. John Lennon nos sereneaba con sus
palabras de que lo único que necesitamos es el amor, pero ¿es eso realmente todo?
Y si lo es así, ¿será como nos decía Axl Rose que nada dura para siempre ni
siquiera la lluvia fría de noviembre? Quizás sea un tema psicológicamente
pesado para un domingo por la tarde.
Cuando mi hermano y yo éramos
chicos en Latinoamérica durante los años 80 y 90, tanto como en casa como en
colegio, siempre nos decían – como a todos los chicos y chicas de nuestra edad
- que el respeto era sumamente importante. El respeto hacia sus mayores, el
respeto hacia la mujer, el respeto a uno mismo, etc. Cuando un niño se peleaba con
una niña en el recreo, siempre se escuchaba resonar: “A una mujer no se le pega
ni con el pétalo de una rosa.” Por algún motivo, este dicho junto con su connotación me quedo sellado para siempre en la mente.
Todo esto que aprendí durante la
niñez ha hecho que sea fácil para mí llevarme bien con
relativamente cualquier persona en cualquier situación o circunstancia, armado
de puro respeto. La conversaciones suelen ser muy naturales. Se trata de tratar a los demás como uno quiere ser tratado.
Sí, lo sé, parece simple pero no es adoptado unánimemente. Siempre he sido una
persona directa sin necesidad de andar con rodeos con la gente o
voluntariamente querer hacer daño a otra persona, sobretodo una persona especial para mi. Todo esto forma parte de mi
código genético, el cual lo he integrado en mi vida profesional y personal. Me
encanta la gente y siempre busco ver el lado positivo de todos.
Los romanticones de la San
Valentín deciden tomar ese brinco hacia una relación más profunda, buscando comprometerse al matrimonio o vivir una vida juntos en una unión legal. La euforia que envuelve
todo en una manta amorosa llena a toda pareja de emoción pensando que todo es
posible. En ningún momento se consideran ellos mismos o su relación única y
perfecta como parte de una estadística destinada a fracasar. A pesar de todo esto, la euforia se torna en rutina con el paso del tiempo, encontrándonos ahora en una realidad en la
que muchos matrimonios entran en crisis, sobre todo por olvidar (o tal vez nunca
hubo) el respeto que supuestamente es algo innato en todos nosotros.
El día de San Valentín puede ser
más que una fecha comercial en el calendario en la que se obsequian chocolates,
rosas y se cierra con broche de oro con una cena romántica. Es el tiempo
perfecto para renovar los votos, compromisos y hasta eliminar quirúrgicamente
el ego malévolo que devasta el respeto. Cuando existe el respeto al prójimo – sea marido, mujer, amigos,
colegas, jefes, etc – estamos alimentando una planta que simboliza una relación
provechosa a largo plazo. No se puede cosechar el amor sin sembrar el respeto y
el respeto es invisible si no hay amor.
¡Feliz día de la San Valentín a todos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario