En noviembre, la emoción y la tranquilidad reinaban de vuelta en nuestro hogar de Santa Paula: Mamá estaba de regreso. Brian y yo, no teníamos ni idea que necesitaba reposo para recuperarse de la operación, pero el hecho de que regrasara después de tanto tiempo nos hizo valorarla mucho más. Estoy seguro, que si el medico le recetó amor y cariño como vía de recuperación, le dimos montones y lo más que pudimos. Recuerdo volver del colegio buscándola para darle un fuerte abrazo y ver cómo seguía. Por fin, los ‘Cuatro Fantásticos” estaban reunidos de vuelta y aún con más fuerza.
Presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez |
A este retorno a la normalidad en nuestro hogar lo siguió un carnaval político masivo en la gran ciudad. ¡Elecciones! El país estaba pasando por una crisis económica mayor, algo en que yo tenía poco conocimiento. El presidente en ese momento era Jaime Lusinchi. Su período estaba por terminarse y el pueblo estaba en busca de un cambio. Todo el entusiasmo estaba alrededor de ‘el Gocho del 88’, Carlos Andrés Pérez, y sus promesas de implementar a gran escala reformas de mercado libre basadas en recomendaciones del FMI. Sus propuestas de reformas comprendían, la privatización de compañías estatales, reforma de impuestos, reducción del impuesto aduanal y disminuir el rol del estado dentro de la economía. Su popularidad era enorme, según lo entendía yo, ya que tenía un pin con su rostro, el cual lo llevaba yo puesto muy a menudo por toda la casa modelando al mismo tiempo en forma deportiva mi increíble pijama de Kung Fu.
El Presidente Pérez fue en realidad elegido en 1988 y empezó su camino hacia la reforma. Implementó un paquete económico que incluía, el eliminar las subvenciones de la gasolina, las cuales permitían anteriormente a los venezolanos, el gozar de precios de gasolina extremadamente baratos, el precio de la gasolina se disparó junto con el precio del transporte público. Muchos venezolanos se basaban en el transporte público barato, ya que no podían darse el lujo de comprar un automóvil para la familia y a la vez vivían en condiciones humildes, de lo que me pude dar cuenta al visitar proyectos de desarrollo con mi familia.
El Viernes 27 de febrero de 1989, me desperté al grito de pánico para ir al colegio. Salí de mi recámara para ver a mi mamá junto con Brian en la sala familiar y pude escuchar gritos caóticos procedentes de la televisión. La gente afectada por las reformas económicas recién implementadas habían salido a las calles. No entendía yo, por qué mi gente estaba furiosa, pero me daba cuenta de las protestas y los grandes disturbios. El reportero en escena mentionó que los eventos de los que estábamos siendo testigos se estaban desarrollando en Guarenas, un pueblo aledaño a Caracas. Mi madre, Brian y yo, no podíamos creer las imágenes que estábamos viendo y no podíamos evitar ni dejar de pensar en mi papá, quien había salido de casa temprano para ir a trabajar. Por la tarde, los disturbios se habían extendido hasta Caracas y escuchábamos tiroteos desde nuestro jardín posterior, estallidos de bombas y todo tipo de gritos.
Muchedumbre saqueando Caracas, Venezuela, 27 de feb. de 1989. |
Mediante el amplio desorden civil, el Presidente apareció en la red nacional de televisión, declarando el país en estado de emergencia, y como resultado, todos teníamos que permanecer sin salir de casa hasta que se restableciera el orden. Hubo advertencias muy claras, que a cualquier persona que se le ocurriera salir de su casa, la fuerza de seguridad le dispararía. Después de este mensaje, los derechos a los medios de comunicación fueron suspendidos y quedamos en la oscuridad, sin saber nada. La cobertura vía televisión era la única forma para poder saber que era lo que estaba pasando en el mundo externo fuera de los muros de nuestra casa. Más tarde, me enteré que el Presidente Pérez había suspendido muchos derechos constitucionales y daba órdenes para restablecer la obediencia a cualquier costo. Lo único que pensaba era en mi papá y si algún día lo volvería a ver. En mi mente aparecían imágenes de mi padre en su automóvil, rodeado de gente tratando de atacarlo. Al final sí pudo regresar a casa ya tarde esa noche. Estos disturbios continuaron durante tres días más.
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