Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 29 de mayo de 2011

Nueva Zelanda - Más allá de Auckland

Fuera de Auckland, el paisaje tenía un parecido con mi provincia de Ontario. Mientras observaba el mundo por la ventanilla del auto, la autopista me hacía pensar en el trayecto Ottawa - Toronto de la carretera 401. Las únicas distracciones eran árboles, pasto y muy de vez en cuando, alguna casa en el campo. La naturaleza nos rodeaba como incansable acompañante de la ruta, en un camino donde hasta el tráfico vial era poco común. Finalmente tuvimos un día soleado que recibimos con agradecimiento después de la abundante llovizna que soportamos a lo largo del viaje. El clima no era muy distinto al de Santiago en esa época del año, lo cual nos permitía vestir camisetas durante el día. Me impresionaba no ver áreas de descanso en ese tramo del viaje. Las gasolineras estaban ubicadas en los pueblos que pasábamos, a cierta distancia de la autopista principal. Muchos de esos pueblos tenían nombres autóctonos pero ocasionalmente veía algunos letreros que me recordaban étapas de la vidas  en Ontario, por ejemplo Hamilton y Cambridge. ¿Pero cuántos Hamilton, Cambridge o Kingston existen en países de habla inglesa? Supongo que los colonizadores empezaron con esta idea para sentirse más en casa. Después de todo, era un viaje increíblemente largo volver a Gran Bretaña desde el fin del mundo. A pocos minutos al sur de Cambridge, Nueva Zelanda, nos acercamos a nuestro primer destino: Las Cuevas de los Gusanos luminosos de Waitomo.

Los gusanos luminosos dentro de su hábitat

Fueron tan sólo dos horas y media para llegar a Waitomo. Este lugar era un impresionante paraíso natural. La entrada a las cuevas se encontraba en la cima de una colina donde se había construido un centro de  visitantes. La tarifa para entrar incluía un guía, un detalle obligatorio para todos. La administración del parque necesitaba controlar el número de personas que entraba a las cuevas con el fin de proteger las condiciones ambientales internas. La gente exhala dióxido de carbono y como no hay plantas para transformar este gas en oxígeno, una gran cantidad de personas pueden poner en peligro el habitat de las criaturas que residen en la oscuridad. El paseo comienza por un descenso, entrando en un sistema de cuevas de piedra caliza formadas en un lapso de 30 millones de años. La piedra constaba de corrales fósiles, conchas marinas, esqueletos de peces y otros organismos marinos. Estalactitas y estalagmitas nacieron del proceso del agua goteando por el plafón de las cuevas y el flujo del agua dejando depósitos. Estas decoraciones toman millones de años para formarse y demuestran un brillo precioso cuando entran en contacto con iluminaciones artificiales. Esta parte llevaba el nombre de La Catedral. Para la siguiente parte del paseo, debíamos montarnos en un barco pequeño. Mientras estábamos formándonos en fila, el guía nos explicó que todos debíamos permanecer en silencio absoluto y estaba prohibido tomar fotos. Íbamos a ver los gusanos luminosos y cualquier ruido o luz de flash, podría asustarlos, al punto que podían morir. Recuerdo a mi padre diciéndonos a Brian y a mí: "Me pregunto lo que sucedería si alguien se tira un gas." Después de aquel comentario de mi padre, mi hermano y yo, sentimos extremadamente complicado obecer a la orden de mantener silencio, pero lo logramos. ¡Los gusanos eran increíbles! Parecían imitar luces de todos colores iluminando toda la cueva.

Al terminar la visita, seguimos en dirección al este, hacia el pueblo de Rotorua, en Bay of Plenty. La región empezó una metamorfosis convirtiéndose en un destino para Spa a principios de los años 1880, atrayendo visitantes de todas partes de la isla. Este asentamiento representa el corazón de la isla del norte, haciéndolo accesible a todo Neozelandés sea de Auckland, Hamilton o Wellington. La industria del turismo sigue siendo una gran fuente de empleo en el distrito, acogiendo visitantes de todas partes del mundo interesados en la actividad geotérmica, particularmente la cantidad de géiseres y piscinas de barro caliente burbujeante. Los visitantes pueden meter las piernas solamente en piscinas aprobadas donde el cuerpo humano puede tolerar la temperatura. El agua puede llegar a unas temperaturas absurdas pues se calienta por el magma que se encuentra bajo tierra. Los géiseres son aguas termales conocidas por sus explosiones intermitentes donde el agua alcanza varios metros de altura, seguidos poco después de una nube de vapor. Estos nacen debido a condiciones hidrogeológicas específicas explicando la rareza de este fenómeno natural de nuestro hermoso planeta. Generalmente, los géiseres se forman cerca de zonas volcánicas con tendencia a terremotos violentos. Se puede visitar el sitio web http://www.geonet.org.nz/ donde se puede ver la actividad sísmica actualizada al instante para notar la frecuencia de terremotos y temblores en Nueva Zelanda. Gran parte de la región vive invadida de un olor desagradable pero a su vez conocido como azufre - muy parecido al olor de huevos podridos - lo cual ocasionó que se conociera la ciudad por apodos tales como la Ciudad del Azufre o Rotten-Rua.

Whakarewarewa es una zona protegida dentro de la ciudad de Rotorua en la Zona Volcánica de Taupo en Nueva Zelanda. Restos de una fortaleza Maori permanecen de la era cuando fue ocupada en 1300. La definición de este nombre aborigen significa, el lugar de encuentro para los grupos de guerra de Wahiao. Los Maori se instalaron en este fuerte durante varios años, y nunca lo perdieron aún en tiempos de batalla. Se retiraban pacíficamente a buscar oportunidades de trabajo en centros urbanos del país. Ellos dominaron con maestría la actividad geotermal en el valle, usándola como medio para calentar sus hogares y cocinar sus comidas. El Géiser Pohutu dentro del asentamiento significa explosión y puede llegar a una altura de 30 metros. El parque contiene cientos de piscinas de barro caliente y poco menos de 10 géiseres en actividad. Estructuras arquitectónicas del pueblo se ven limitadas a un portón tradicional, con la parte superior en forma triangular llevando a una casa larga. Este edificio asumía el papel como centro comunitario o asamblea del gobierno local donde la gente se encontraba para participar en los eventos importantes para su tribu. En esa época del año, no había ningún espectáculo o aborigen con vestimenta tradicional, quizás porque no era temporada alta de turismo. Estábamos algo decepcionados al no encontrar nada por el estilo pues pensábamos que Whakarewarewa brindaría algunas demostraciones de tradiciones antiguas u oportunidades para aprender algo más sobre la orgullosa herencia de los nativos. De igual manera, no desaprovechamos ni un momento la belleza natural de la isla del norte dejándonos con ganas de conocer Wellington y la isla del sur. Desafortunadamente, ese deseo tuvo que quedarse pendiente hasta que se organizara algún viaje en el futuro pues ya se aproximaba la hora de partir de Nueva Zelanda y volver a la vida normal junto con nuestras rutinas de siempre.

Maman, Brian y yo en la entrada de Whakarewarewa

Las relaciones entre los colonizadores europeos y los grupos Māori pasaron por algunos altibajos. Como mencioné en mi publicación anterior, fue apenas desde el siglo 20 que se generó una mayor conciencia formando una identidad común de los Māori. Anterior a esto, su identidad y cultura sufrieron de una negligencia en la vida diaria del país. Los grupos aborígenes lucharon para involucrar al gobierno federal dentro de un marco legal con el fin de proteger e incrementar su importancia dentro de la sociedad de Nueva Zelanda. Sus esfuerzos fueron tan exitosos que lograron incorparse a la imagen nacional. Sus pueblos ancestrales empezaron una migración hacia pueblos rurales y centros urbanos después de la Segunda Guerra Mundial, en busca de oportunidades laborales. Este éxodo contribuyó a una transformación metropolitana de su cultura costándole una desconexión de controles sociales tradicionales y  de las tierras de las tribus. Su calidad de vida mejoró, recibiendo acceso a servicios médicos, ingresos, empleos calificados y posibilidades de estudios superiores. Ahora, los Māori participan en todos los aspectos de la cultura y sociedad de Nueva Zelanda, viviendo un estilo de vida occidental, pero al mismo tiempo conservando costumbres sociales basadas en su cultura que han logrado perdurar desde la llegada de los europeos.

domingo, 22 de mayo de 2011

Nueva Zelanda - Los Bickford En El Fin Del Mundo

Nueva Zelanda fue el último tramo de nuestra aventura por la Polinesia. Después de otro vuelo eterno - esta vez cruzando la línea de fecha internacional - un amable agente de aduanas nos dio la bienvenida en el Aeropuerto Internacional de Auckland. Nos encantó este funcionario público con su comportamiento acogedor, similar al que sentíamos al llegar al aeropuerto Pearson en Toronto a principios de los años 1990. Nuestros homólogos canadienses en la actualidad se han distanciado de este tipo de actitud, prefiriendo a su manera adoptar un comportamiento agresivo y sospechoso en cuanto a los canadienses que vuelven a su país. Después de haber sellado el pasaporte, nos acercamos al mostrador de alquiler de autos, nuevamente obteniendo un servicio rápido, amigable y sin menor problema. Poco después ya estábamos en el estacionamiento frente a nuestro auto el que nos acompañaría a lo largo de nuestra estadía. Fieles a nuestras experiencias pasadas, procedimos a poner nuestros efectos personales en el auto para instalarnos en nuestros puestos de siempre. Mi madre y yo, nos sentamos en los asientos de atrás mientras que mi padre y Brian, adelante como de costumbre. Mi papá se dio cuenta que tenía la guantera por delante y mi hermano tenía el volante que lo retaba con su mirada desafiante. Empezamos a reirnos al darnos cuenta que nuestros nuevos amigos Kiwi habían adoptado los reglamentos y configuración británicos para conducir. Pocos países en el mundo decidieron conformarse con esa tendencia y fue la primera vez que tuvimos una experiencia así en cuanto a este sistema. Mi padre se puso al mando del vehículo, esta vez a la derecha, maniobrando para salir del estacionamiento con rumbo a la ciudad. Antes de encontrarse con el tráfico de la autopista nos advertieron por una bocina acompañada de una voz parecida al personaje Mick Dundee avisándonos "¡Están en el lado equivocado de la vía, amigos!" Mi padre calculó de nuevo su próxima maniobra mientras que el resto del equipo intentó de que el corazón volviera a su lugar después de haberlo sentido en la boca, esta vez siguiendo el flujo del tráfico.

Maman, Brian y yo en el Zoológico de Auckland

Nuestro primer día en Auckland lo dedicamos principalmente a adaptarnos al nuevo horario, evitando así un desajuste con el ritmo de vida en el país. Nos reportamos al hotel, el cual estaba situado cerca del centro financiero de la ciudad. Auckland es el centro de la economía del país y su urbanización representa un tercio de la población. También sirve de hogar a la concentración más grande de Polinesios, conocidos como los Māori, siendo 20,000 de los 1.3 millones de habitantes. La vida en el área metropolitana parecía llevar un ritmo fluido por las calles limpias y tranquilas, sobre todo comparando ésta con las otras ciudades donde tuve la oportunidad de vivir. Esto fue particularmente útil para nosotros ya que queríamos aprovechar nuestro tiempo al máximo. Varios letreros nombraban puntos de interés en la ciudad en inglés y Māori. El gobierno de Nueva Zelanda aprobó legislaciones protegiendo la cultura e idioma del grupo autóctono a mediados de 1980 para preservar la riqueza histórica del pueblo. Llegamos a la Bahía Hobson por la tarde, al Este del centro, listos para visitar Kelly Tarlton's Underwater World, un acuario con el nombre del famoso explorador marítimo Kiwi. Está ubicado a la orilla del mar y al entrar, uno desciende bajo el nivel del mar por unas escaleras eléctricas. Al encontrarse en los niveles inferiores, lo único que separa al visitante del mar es un sistema de domos y tubos de vidrio. La gente se mueve por el acuario de pié en tapetes automáticos, lo cual permite recorrer los tubos sin necesidad de caminar y al mismo tiempo poder admirar los animales nadando alrededor. No existen lugares donde uno pueda pararse para ver algo en particular, pero si uno desea volver a ver la vida marítima puede hacer el recorrido de nuevo todas las veces que desee. Nosotros lo hicimos unas tres veces pues habíamos quedado impresionados con esa experiencia.

Auckland estaba compuesta de una mezcla de edificios colonias tales como, la antigua sede del gobierno cerca de la Universidad de Auckland y torres de oficina diseñadas con una arquitectura moderna. Muchas de estas imagenes como ciudad compartían similitudes con grandes centros urbanos de norteamérica, manteniendo poco de las estructuras antiguas, reflejando una ruptura con su pasado aborigen dando camino al deseo cada vez mayor de habitar una casa en los suburbios. Hasta en algunos casos, ciertos edificios históricos los tiran para crear espacio para el futuro. El Victoria Park Flea Market era un edificio con una fachada clásica por fuera, pero por dentro, parecía un centro comercial moderno común. Este maravilloso lugar contaba con diversos artículos para llevarse de recuerdo que no se podían encontrar en ninguna otra parte del país. Entre mis recuerdos favoritos mientras paseábamos por los almacenes, era una tienda donde vendían cantidades de cosas divertidas. Una de ellas era una camiseta mostrando una caricatura de una oveja, sonriendo pero a su vez dando la espalda a su admirador, mientras un chorro amarillo llenaba una botella. La leyenda dictaba lo siguiente: "Cerveza Australiana." Me imaginé por esta descripción cómica que existía una cierta rivalidad entre los Kiwis y los Aussies. Compramos unas camisetas más discretas de color azul oscuro, con "Nueva Zelanda" escrito en letras grandes rojas y debajo de esto, la bandera nacional. Siguiendo el protocolo diplomático, habíamos optado por esta opción para no meternos en un conflicto en el que no teníamos nada que ver. Esta tienda también contaba con llaveros, figuritas, borradores, todos con el emblema nacional, el pájaro Kiwi. Éste es el símbolo con el que se identifican ellos, así como los canadienses lo hacemos con el castor, los americanos el águila calva o bien, los pueblos andinos con el cóndor. Hasta los restaurantes de MacDonald's en el país agregaban un pequeño Kiwi amarillo bajo los arcos dorados para darle a la franquicia un aspecto nacional. El menú incluía el KiwiBurger con la clásica hamburguesa de carne, huevo, remolacha, tomate, lechuga, queso, cebolla, salsa de tomate y mostaza como ingredientes dentro del pan. Esta combinación no nos convenció lo suficiente como para querer probarla.

La tarde la pasamos de vuelta en el hotel. Como parte de la cultura tradicional, se organiza una orientación para acoger los visitantes y la administración del hotel siguió fiel a esa costumbre. Nos invitaron a una cena en grupo dentro de una sala de conferencias. Nos recibió un empleado encargado de hacer una introducción, ante un carnaval de culturas, armado únicamente de un micrófono y un buen sentido del humor. Esta persona explicó brevemente sus obligaciones con la compañía y dedicó el resto de su monólogo a impartir sus conocimientos de las costumbres, tradiciones e historia local. Mi familia y yo, nos dimos cuento de muchos aspectos europeos - especialmente ingleses - por toda la ciudad pero poco relacionado con la cultura aborigen. Mientras escuchábamos respetuosamente nuestro orador y la mayoría de nosotros empezamos a probar el postre, continuó presentando el espectáculo de la noche: un grupo de hombres y mujeres Māori que llevaban la vestimenta tradicional y tatuajes tribales por todo el cuerpo. Iban a mostrarnos sus bailes incluyendo el reconocido haka (ha significando fuego y ka aliento). Esta rutina contiene movimientos bruscos, pisoteando el suelo con gran fuerza y gritos tribales. Algunos dicen que el haka fue inventado para crear una unidad entre los guerreros Māori en el campo de batalla e intimidar a los rivales. Es común ver expresiones en la cara como ojos abiertos en grande y la lengua por fuera lo más que se pueda. Parte de la explicación proponía que los guerreros harían sentir a sus rivales que si perdían, se los iban a comer vivos. Recuerdo que uno de los presentadores mencionó en su acento particular: "Para nosotros, el hombre más feo es el más buen mozo." Esta persona tiene el privilegio de potencialmente ser el guerrero más temido y en torno el miembro más respetado de la tribu. Hay variaciones de estos bailes tradicionales adaptados con el fin de acoger a los invitados, el verano, el invierno y también durante competencias en las que el equipo de All Blacks Rugby participan. Terminaron el espectáculo preguntando a los miembros del público si alguien estaba cumpliendo años. Poco después, nos anunciaron que iban a cantar la canción típica para este momento especial y empezaron a cantar exactamente la misma canción que todos usan en culturas inglesas. El famoso "Happy birthday to you." Todos respondimos a esto riéndonos del buen chiste. 

En One Tree Hill, Parados Sobre El Hombro Del Gigante

Los demás días que pasamos en Auckland nos permitieron pararnos en la cima de One Tree Hill, un lugar perfecto para disfrutar de una vista panorámica espectacular de la ciudad y sus dos muelles. Este monte sirvió como punto estratégico para los Māori donde construyeron un fuerte ( en el idioma aborigen) donde podían defenderse de ataques piratas y controlar la vía de comercio entre el oriente y poniente. Durante varios años, el monte vestía únicamente un árbol en el punto más elevado el cual fue considerado por la comunidad pre-europea como sagrado. Este árbol se dio con un final trágico en manos de un colonizador inglés quién lo tumbó. Algunos dicen que este acto fue hecho con la intención de vandalismo, pero otros lo defienden diciendo que simplemente estaba buscando leña para calentar su hogar. Independientemente, este árbol fue remplazado por un obelisco donde quedó enterrado Sir John Logan Campbell, conocido como el padre de Auckland. Éste simboliza su admiración por el pueblo indígena, lo cual explica la estatua del guerrero Māori en bronce que mantiene la guardia sobre el monumento y la tumba. Lo terminaron en 1940 para conmemorar el centenario de la firma del Tratado de Waitangi. Representantes de la corona británica y los jefes de los Māori llegaron a un acuerdo estableciendo un gobernador británico, reconociendo la pertenencia de los terrenos Māori y la extensión de derechos que gozaban los súbditos británicos. El monumento fue inaugurado oficialmente en 1948, pues el gobierno respetó la tradición de los autóctonos de no organizar festejos durante épocas de guerra. La presencia de los nativos en el área metropolitana era mínima, reducida a nombres de barrios, mostrando así la dominación cultural británica y europea. Estábamos convencidos de salir de la ciudad en los días siguientes en busca del pasado de las tribus y sus asentamientos en la isla del Norte.

domingo, 15 de mayo de 2011

Tahití - Cerrado Por El Tifón

En el Océano Pacífico existen varias islas apartadas del resto del mundo creadas por la Madre Naturaleza debido a erupciones volcánicas. Entre ellas, está el paraiso tropical llamado Tahití, nuestro segundo destino en la aventura por la Polinesia. El aeropuerto internacional fue nuestro punto de entrada después del largo recorrido desde Hanga Roa. Durante el vuelo nos acompañaron los Mambo Kings por segunda vez. Tahití hace las veces de centro administrativo de los territorios franceses en las Islas de Barlovento. Este precioso archipiélago es reconocido por sus playas de arena negra y su supercificie pequeña pero montañosa. Los primeros habitantes fueron Polinesios, arribando a la región cerca de los años 300 AD y la arquitectura de este pueblo antiguo aún se puede admirar en toda la isla, inclusive en la capital, Papeete. Aproximadamente 70% de la población es de origen autóctono y el resto proviene de China, Europa, o mezclas entre culturas, conocidos como demis. Tahití se anexó a Francia en 1880 y como resultado, el único idioma oficial es el francés, aunque el idioma nativo es Reo Tahiti. comunmente hablabo por la mayoría de la gente. Tahiti se encuentra a unos 4,400 km al sur de Hawai, a unos 7000 km al oeste de la costa chilena y 5700 km al este de Australia. La isla tiene una carretera pequeña que circunvala las montañas vestidas de una selva tropical abundante, además de la costa con su mar infinito. El cambio de estación no es marcado como en otros países, pero se distingue entre época de lluvia y la estación seca. Los días que pasamos en esta isla remota fueron durante la temporada de lluvia.

Le truck, el transporte público

Mientras nos sentábamos en la mañana para el desayuno, nuestro día de aventura presentaba un día gris con el clima mojado y con viento. Durante la noche cuando estábamos recargando las pilas para empezar una nueva aventura, se instaló una tormenta tropical sobre nuestra isla causando un cese a las activades en el paraíso. Teníamos programado un viaje por transbordador a Moorea, sólo a 9 km de distancia al noroeste del puerto de Pepeete, el cual terminó siendo cancelado debido al tifón. Mi papá no desistía de nuestro plan y nos llevó por toda la ciudad en busca de un avión, barco o cualquier otro medio de transporte que nos pudiera ayudar a cruzar la bahía. Hasta un barco de pesca armado de un capitán ambicioso nos hubiera podido ser útil en un peligroso viaje. El dinero no parecía funcionar como incentivo para los habitantes al enfrentarse contra la naturaleza que no perdona. Este comportamiento era admirable pero muy contra-producente para nosotros pues mi padre no quería darse por vencido hasta no probar todas las opciones. Estoy seguro que si hubiésemos estado en una situación en la que no teníamos que cargar equipaje hacia el otro lado, mi padre hubiera considerado nadar 9 km. Después de haber pasado unas horas de investigaciones seguidas de comentarios como "¡Tengan cuidado, hay un tifón!", mi padre percibió que tenía que rendirse ante las circunstancias. Yo podía darme cuenta de lo duro que esto fue para él, apesar de que todos los demás, ya nos habíamos dado por vencidos confiando en la sabiduría del pueblo referente al clima y el océano. Estábamos tan cerca y no podíamos alcanzar nuestra meta. ¡Qué frustrante puede ser ver con tus propios ojos el destino pero no tener ningún poder para alcanzarlo! Recuerdo a mi padre señalando desde el puerto a dónde teníamos que ir. Aunque no se encuentre ningún consuelo, todo tiene su motivo en la vida. Nos enteramos de esto por la tarde cuando vimos el único noticiero en la televisión mostrando Moorea y nuestro hotel construido sobre unos palafitos que desaparecieron, seguramente en algún lugar al fondo del mar, donde la vida es menos sabrosa.

Al quedarnos abandonados a la suerte en nuestra isla rodeados por nubes repletas de furia tropical, decidimos que debíamos cambiar nosotros mismos nuestra suerte. Ya paseamos lo suficiente a la orilla del puerto, donde se encontraban hoteles y tiendas para los turistas durante el fracaso de nuestra saga de transporte. Todo por esa zona estaba cerrado debido al tifón. El puerto también era un punto de parada para cruceros y me imaginaba barcos llenos de pasajeros en una danza incómoda dictada por el movimiento de las olas y la fuerza del viento. Definitivamente, el mejor lugar en estos momentos es tierra firme. El único negocio abierto con el que nos cruzamos fue un mercado en el que compramos unos sandwiches deliciosos como los de Francia, llamados Croque Monsieur, los cuales nos sabían deliciosos después del hambre que pasamos intentando de encontrar un restaurante de comida típica abierto. Era ideal para nosotros pasar un tiempo saboreando  un almuerzo para quemar el tiempo que era algo que teníamos en abundancia por esta insoportable tormenta. A parte del mercado, había un cine que estaba abierto a los refugiados del clima. No tenían películas del cine nacional en pantalla (probablemente porque la comunidad de actores era muy limitada) pero no encontramos obstáculos para obtener entradas para una película llamada Navy Seals. Tampoco fue problema el hecho de que mi hermano y yo eramos menores de edad para poder entrar al cine, quizás también por la escasa clientela. El público era parecido a la de la película de Cape Fear, donde una familia está sentada viendo la pantalla mientras les estorbaba la compañía de Robert De Niro y el humo de su habano. Navy Seals protagonizaba un joven Charlie Sheen quien liberaba un grupo de fuerzas especiales resistiendo todo tipo de clima difícil, con el fin de llevar una misión secreta al Oriente Medio. Mientras admirábamos estos soldados en una lucha incansable para llegar a su meta sentimos una afinidad por ellos pues el tifón frenó nuestra travesía. La vuelta al cine terminó después de casi más de una hora y media de nuestro día. Después de esto nos fuimos de paseo en el medio de transporte del pueblo, conocido como Le Truck, un servicio muy limpio, respetuoso y amable. Le preguntamos a la conductora qué tanto nos podía acercar a nuestro hotel y viendo que eramos los últimos pasajeros para bajarnos del bus, nos dejó a la entrada del mismo. La gente en este lugar era muy amable y parecía hacer todo lo posible para ayudar a la demás gente. Supongo que muchos de ellos se conocían entonces ese elemento permitía un estilo de vida más fraternal comparado con el mundo trascendental de las grandes ciudades, donde el ritmo de vida es acelerado y la vida es dictada por el estatus social, lo cual limita el intercambio. Este tipo de comportamiento no era en lo absoluto compatible con la cultura del lugar.

Al día siguiente aún no daban señales de que el clima tropical mejoraría. Moorea se veía más lejos que nunca. Después de consumir nuestro desayuno continental, mi padre estaba planeando las actividades del día. Cada vez que se daba cuenta que Moorea se había convertido en una causa perdida, sus contribuciones a la charla en la mesa se volvían menos frecuentes dejando paso a una frustración muy comprensible. Nos propuso que alquilaramos un automóvil para recorrer Tahití. Esta ideal fue perfecta para llegar a los puntos de interés como por ejemplo los jardines botánicos. Todos pensamos aprovechar esta maravillosa oportunidad para admirar la naturaleza tropical que adornaba la mayoría del territorio. Al estacionarnos frente al parque, un letrero nos anunciaba que los jardines estaban cerrados debido al tifón. Empezamos a preguntarnos si la gente usaba el clima como pretexto para tomarse un día de reposo. Tendríamos que buscar otro lugar para visitar. Mi madre en esa época era una maravillosa artista y había pintado unos paisajes espectaculares durante nuestra estadía en Venezuela, entonces continuó en Chile cuando disponía de algún tiempo libre. Como artista y francesa, Tahití le tenía un tesoro reservado sólo para ella. Nuestra próxima parada era la galería Paul Gaugin. Mientras recorríamos la ruta para llegar pensando si cerrarían también por la innombrable circunstancia, seguramente mi Maman estaba imaginándose las obras que iba a encontrar. Gaugin nació en Paris, Francia a mediados de 1800 y era reconocido como un pintor post-impresionista. El había pasado varios años en la Polinesia francesa dedicándose a pintar gente y sus vidas a su propia manera. Se había enamorado de esa nueva cultura y murió en una isla de la colonia. Este lugar era uno de los pocos abiertos, pero después de todo, le dejó a mi madre con una cierta decepción pues era una exposición de copias de las piezas originales. De cualquier manera estábamos felices de haber encontrado un lugar abierto. Además logramos aprender un poco de las obras de arte para poder formular la frase "Vahine raki raki" significando, mujer fea, gracias a una pintura de Gaugin.

Maman, Brian y yo con edificios de estilo polinesio

Uno de mis recuerdos más especiales de este viaje ocurrió poco después de la visita al museo, al volver hacia Papeete para completar el círculo de la isla. Paramos por la ruta donde a la derecha el mar se anunciaba con el golpe rutinario de las olas contra la costa, y a la izquierda, una barranca con un agujero pequeño junto al camino. Este fue el tesoro de mi padre. Las olas al golpear contra la costa, están en realidad enfrentándose ante un sistema de agujeros y cuevas que forman el terreno de la isla. Esto se debe, a que todo es piedra volcánica y tiene un parecido al queso suizo (similar al queso de los dibujos animados llenos de agujeros) y si estas perforaciones presentan las condiciones adecuadas para que materia pueda encontrar una salida, se crea una salida violenta de niebla húmeda por el lado contrario. El poder natural de cada ola crea su propia explosión acompañada de un sonido de tamborazo, lo cual pudimos constatar de cerca. Este fenómeno se llamaba El Hoyo Soplador (en letra mayúscula en honor a la importancia que le designó mi papá). Cada rociada parecía un breve manguerazo en harmonía con la marea y esto parecía encantarle a mi padre. El quería documentar este gran descubrimiento con su cámara y quería que Brian y yo posaramos para comprobar que los Bickford se midieron con el glorioso Hoyo Soplador. Los dos decidimos echarnos para atrás pues no deseábamos entrar en contacto con la rociada y mi Maman fue muy astuta animando a mi padre para posar y que nosotros capturaríamos el momento en foto. Como resultado, mi padre aún narra esta historia con una gran sonrisa recordando el malestar de una húmedad salada dentro de los pantalones por la rociada del hoyo soplador. Siempre termina el cuento con su risa característica. La vida esta llena de recuerdos especiales y nunca olvidaré cómo pasamos tan entretenidos aun teniendo que improvisar nuestros planes. El cuento del hoyo soplador siempre será una historia para contar a futuras generaciones.

domingo, 8 de mayo de 2011

Isla de Pascua - La Tierra de Gigantes

Mi sueño de ir a conocer la tierra de los Moai se cumplió a fines de 1991. Los Bickford empezaron su travesía durante las vacaciones de Navidad - Año Nuevo. Quiero empezar siguiendo el mismo patrón de mis publicaciones anteriores compartiendo una breve introducción referente a la historia de este punto minúsculo en el mapa ubicado en el Océano Pacífico. La Isla de Pascua - también conocida como Rapa Nui o El Ombligo del Mundo - es un territorio especial chileno anexado en 1888, conocido como la isla poblada la más remota del planeta. Cuando vivimos en Chile, esta isla estaba administrada por el gobierno de la V Región, con sede en Valparaíso. El gobierno de esta isla está negociando desde el 2008 para tener su propia representación gubernamental. No estoy al tanto de los progresos en cuanto al proceso. El punto más cercano de Chile sobre el continente americano se encuentra a unos 3,510 km al este y la población más cercana se encuentra al oeste en la Isla Pitcairn, a sólo 2,075 km de distancia. Los demás territorios vecinos incluyendo la isla desierta de Robinson Crusoe, así como residentes crustáceos y peces en las profundidades del enorme charco azul. La población es mayormente de origen aborigen y es un pueblo tradicional y orgulloso de su pasado. Su gente aguantó olas de hambre, epidemias, guerras civiles, redadas, colonialismo y deforestación.

 

Los Bickford rodeados de Moai en Rano Raraku

Al hacer nuestro arribo a nuestro primer destino en la Polinesia, podíamos notar por la ventanilla del avión una mezcla de cerros y cráteres con una falta de árboles. La pista de aterrizaje era una de las más cortas que hubiese visto, construida sobre un terreno inclinado. El propósito de dicha construcción es para que los aviones que llegan puedan frenar más rápido y despegar, lo cual agrega un impulso adicional a la nave. La superficie de esta isla ocupa unos 163 km2. Para proporcionar un punto de comparación, la ciudad de Toronto sin contar el área metropolitana cubre unos 630 km2. En pocas palabras, la isla es relativamente fácil para recorrerla incluyendo el factor del terreno escabroso y rocoso. Mi padre nos había conseguido un tour por medio de una agencia en Santiago, el cual incluía que nos recogiera un representante en el aeropuerto. Éste nos llevó a nuestro hotel para que nos instaláramos y dejáramos nuestro equipaje. No recuerdo muy bien los aspectos al exterior del edificio donde nos hospedamos, pero aún conservo una imagen de nuestra habitación amoblada con camas tristes dándole un parecido a las de un hospital, rodeadas de muros grises sin vida. Era el tipo de cuarto que generaba un espíritu aventurero para así pasar la gran parte del tiempo afuera descubriendo los alrededores. Fue exactamente la actitud que adoptamos. Salimos a familiarizarnos con Hanga Roa, el pueblo más grande de la isla. Llegamos caminando hasta el aeropuerto, investigamos por la ciudad la existencia de algún restaurante o un mercado. Encontramos un negocio donde vendían figuras de madera talladas a mano, y otros artículos para el turista que desea llevar consigo su propio pedazo de este lugar tan especial.

Nuestros días siguientes los dedicamos para pasear por los puntos de interés de la Isla de Pascua. Nuestro guía era un joven autóctono quien llegó temprano por la mañana al día siguiente a recogernos, armado de un gran conocimiento histórico o un montón de cuentos fantásticos. No le había dado gran importancia a su narración durante el paseo pues estaba en la espera de ver a mis amigos Moais que conocí debido a las clases de historia en el colegio. Recuerdo el gran momento en el que logré ver la primer estatua y compartí esta emoción con todos nuestros acompañantes. Los Moais son réplicas de seres humanos esculpidos en roca volcánica que abundaba en la isla y los más antiguos los terminaron cerca de 1200 AD. Los ancestros usaban el cráter llamado Rano Raraku como el gran centro de producción. La loma del cráter estaba totalmente cubierta de estos monumentos, algunos completos y otros en obra eternamente olvidada. Era difícil imaginar que tipo de herramientas tenían los trabajadores para darle forma a la piedra sobre todo porque no existía ningún edificio o construcción contemporánea a los Moais. ¿Qué herramientas usaron estas personas para darles forma a estos maravillosos gigantes? ¿A qué se debía su obsesión con crear esa cantidad de réplicas del hombre? ¿Cuál era el propósito de estos gigantes? Tantas preguntas con respuestas perdidas en la historia. Era fascinante detenerse frente a estos grandes personajes, quienes no pueden contribuir en la explicación de su existencia. Las cabezas enormes que tienen no poseen una proporción adecuada de acuerdo con sus cuerpos, lo que hace pensar al observador si esto fue un toque artístico o simplemente que esta tribu contaba con genes totalmente distintos a los nuestros en la actualidad.

Existen aproximádamente unas 900 estatuas de diferentes tamaños a lo largo de la isla y otras se las  robaron extranjeros y están en exposición por el mundo. Cuando fuí al British Museum en Londres, Inglaterra, encontré uno que me llevó en un viaje por los recuerdos especiales de Rapa Nui y su gente. Uno de los Moais más grandes que conocimos durante este viaje medía unos 10 metros y pesaba más de 80 toneladas. Con una población tan pequeña, también era difícil de imaginar como los trabajadores lograban transportar estos monumentos tan pesados desde Rano Raraku a otros lugares. Quizás gozaban de genes similares a los de Arnold Schwarzenegger. Nuestro guía nos contó que los ancestros usaban los troncos de las palmeras como ruedas bajo cada estatua para moverlos, uno de los motivos por la falta de árboles en la isla. Este argumento parecía estar bien fundamentado. Parte de la fase de construcción de ciertos monumentos se vió interrumpida, tal como el Moai que hubiera sido varias veces más alto que el que ya habíamos visto. Algunos de los Moais terminados vestían un pukao (significando sombrero en el idioma regional) muy elegante. El pukao también fue elaborado usando la roca volcánica. Todos los Moias parecían estar intentando de comunicarse con la gente que los rodeaba, pues la gran parte miraba en dirección del centro de la isla. Hay nada más un solo grupo de Moais sentados en una plataforma de piedra llamada ahu, que conservan una mirada hacia el océano. El mensaje que acompañaba esta mirada no se siguió contando en la leyenda, perdiéndose en el paso de las generaciones siguientes. Los petroglifos y otras esculturas dejan un enigma aún más grande de un pueblo perdido en el pasado y las razones por el cese a la producción de los Moais.

Brian y yo acompañando nuestro amigo Moai durante su siesta

Gozamos mucho como familia de todo lo que nos podía ofrecer este lugar encantador y estábamos convencidos que logramos adquirir un buen conocimiento de los puntos clave. A lo largo de la costa rocallosa encontramos una playa donde tomamos una pausa para almorzar en Anakena. Esta era una de las únicas playas de arena en toda la isla y contaba con dos ahus dotados de sus fieles protectores de la costa. Nos sentamos en una mesa de picnic de estilo norteamericano para comer un sandwich bajo el sol caluroso. Después decidimos caminar a lo largo del mar, una de las pocas zonas con palmeras, dónde Brian y yo metimos los piés al agua para refrescarnos. Al caminar en el agua, mi hermano se agachó para buscar piedras esperando aumentar su colección. Al notar esto, mi papá y yo decidimos unirnos con la esperanza de encontrar un gran tesoro para él. ¡Quizás podríamos encontrar un Moai miniatura! Durante nuestra misión, Brian pisó un coral cortándose el dedo gordo del pie y repentinamente, el agua se volvió de un tono rojizo. Por suerte, mi madre estaba cerca para lavarle el pie con el agua salada y vendar la herida con un pañuelo que llevaba en su cartera. Recuerdo caminar al lado de mi hermano prestándole mi hombro para que pudiera apoyarse mientras caminaba así no se ensuciaba la herida con el arena. Mi madre le limpió la herida al volver a nuestro hotel. Ella siempre viajaba con un estuche para cualquier emergencia que se presentara. Después de Anakena, descansamos en nuestra habitación para continuar al día  siguiente con destino a nuestra aventura por la Polinesia. Nuestros nuevos amigos Moais se quedarían atrás para cumplir con sus labores de guardianes de la isla con la excepción de uno pequeño, tallado a mano en madera, que compramos en un mercado artesanal. Éste sigue vigilando la casa de mis padres en Ottawa, Canadá.

domingo, 1 de mayo de 2011

Introducción Al Terrorismo

Al comienzo de la década de los 90, el régimen militar empezó a soltar la rienda del poder político motivando grupos armados izquierdistas a incrementar la frecuencia de sus ataques. El síndrome global de sentimientos anti-americanos también poseía raíces profundas en movimientos comunistas chilenos quienes a menudo dirigían sus amenazas hacia los estadounidenses en el país. A lo largo de más de medio siglo, la política externa de los Estados Unidos se ha topado con voces de oposición a nivel internacional debido al papel que juegan en conflictos armados. Existe una gran proporción de la población global compartiendo el deseo que los Americanos desistan de recurrir a sus armas para resolver cualquier conflicto transnacional. Cuando gobiernos asumen un papel de esta magnitud este mismo empieza a notar que sus amigos de siempre ya no están para la fiesta. Los grupos más activos de la izquierda en aquella época fueron el Movimiento Juvenil Lautaro y el Frente Patriótico Manuel Rodriguez quienes se hicieron conocer por sus acciones dentro del círculo diplomático. Estos revolucionarios organizaron ataques estratégicos contra personal de la Embajada de los Estados Unidos, militares americanos, políticos y militares chilenos y varios otros elementos considerados relacionados con el imperialismo o la dictadura. Las fuerzas de seguridad y su jerarquía permanecieron idénticas a la era Pinochet, dotadas de una mentalidad derechista dedicada a la firme oposición al comunismo. Las prioridades de este brazo de acero aún incluía la erradicación de los subversivos y la insurgencia promoviendo su fuerte imagen como únicos defensores de la paz a cualquier precio.

Carabineros de Chile

Los miembros de la comunidad de expatriados conocían los peligroso presentados en esta lucha entre derecha e izquierda. Las noticias relacionadas a este conflicto solían ser compartidas por la red sofisticada de contactos en la comunidad más que por el telediario de la tarde. Los medios de información estaban increíblemente bien controlados de manera que los televidentes no podían enterarse de algunos de estos eventos. No vivíamos en un país al borde de una guerra civil, pero tampoco gozábamos de un ambiente sin ningún peligro. Muchos de los periódicos, canales de televisión y estaciones de radio habían sido purgados durante la dictadura de sus elementos izquierdistas y la elite llevaba el control de calidad de las noticias. Muchos de estos emprendedores aristócratas habían apoyado el golpe militar y no querían ver un regreso al caos que creó el socialismo del ex-mandatario Allende. Durante algunas noches de tranquilidad santiaguina lográbamos escuchar explosiones seguidas por un apagón, una cadena de eventos permitiendo una asociación entre causa y efecto. Aún así, el día siguiente no presentaría ninguna explicación al público de los hechos ocurridos la noche anterior. Generalmente, después de ataques llevados por el MJL o el FPMR, el portavoz respectivo anunciaba a las autoridades que ellos habían sido responsables pero estas declaraciones no llegaban más allá del ministerio del interior. Este control sobre los medios de comunicación y la limitación de la libertad de expresión aseguraron una prevención exitosa de la propagación del pánico entre la gente del país. Esto me recuerda a un dicho que circulaba en mi círculo social de amigos: "Si cae un árbol en medio de la nada, sin ningún testigo presente, ¿hace algún ruido al hacer contacto con el piso?" En otras palabras, si un evento no recibe cobertura por la prensa, ¿nunca sucedió?

Mi familia se enteraba de ciertas noticias que jamás fueron publicadas por la comunidad de expatriados y comunicados inter-gubernamentales. Al pasar de los años, ciertas personas compartieron relatos interesantes de algunos ataques en Santiago, pero también tengo algunos recuerdos archivados siguiendo el estilo de la película Pulp Fiction: una serie de historias contadas sin orden cronológico pero que toman sentido una vez que se escuchan todas. Entre estas, una de las que más resuenan es una que me contó mi padre que le sucedió a dos efectivos del ejército americano al salir de la Embajada de su mismo país. Un guerrillero izquierdista esperaba la salida del vehículo estadounidense armado de un lanza-cohetes escondido en la vereda ubicada en la banda contraria del edificio. Al hacerse visible el coche, el revolucionario abrió fuego, propulsando un misil que impactó el parabrisas de los soldados. Dentro del coche mismo, los dos soldados tenían un cohete atascado en el parabrisas cerca de la sien y el corazón en la boca quizás esperando que el explosivo cumpla con su parte. No hubo detonación. Mi padre me explicó que algunos armamentos de este calibre deben ser disparados desde una cierta distancia, permitiendo que el explosivo en el cohete se arme. Si la distancia es muy corta, sucede lo que les pasó a nuestros vecinos norteamericanos: el explosivo no se arma entonces no hay detonación. Aunque esta vez los soldados americanos tuvieron una suerte increíble, muchos otros blancos de los terroristas no la tuvieron, dejando familias con un vacío y un trabajo emocional difícil.

El acontecimiento que golpeó fuertemente nuestro hogar fue durante un partido de softball. Los americanos que vivían en Santiago solían organizar eventos para sus compatriotas y a veces invitaban a los canadienses a unirse a los eventos. Haciendo parte de esto, organizaron una liga amateur de softball cuyos equipos se reunían cada fin de semana, incluyendo así mismo, varios equipos de expatriados americanos, empezando por la Marina de los EE.UU. hasta misioneros mormones. El Canadá formó un equipo esa vez. Algunos de los jugadores eran personal de la Embajada del Canadá, otros eran hombres de negocios o bien amigos de los jugadores. A través de mi propia experiencia competitiva con este tipo de torneos, el énfasis que adoptaban los canadienses era más bien el gusto de compartir un momento divertido y aprovechar una camaradería especial en vez de convertirse en campeones. Otros equipos demuestran sus aspiraciones de acuerdo a su forma colectiva de pensar, ya que siempre existe gente que prefiere ganar en lugar de jugar para divertirse y pasar un buen rato. Nuestros canadienses entraban en acción cada semana, sólo que mi familia y yo nunca fuimos a ver los partidos. Parece ser que a mi padre no le gustaban los deportes organizados en esa época. En 1990, mientras se jugaba un partido un fin de semana, nosotros estábamos disfrutando de un fin de semana tranquilo en familia, todos juntos en nuestra casa de Las Condes. Por la tarde, entró una llamada telefónica para mi papá, tomándonos a todos por sorpresa. Por lo general, mi padre estaba libre de compromisos los fines de semana y las emergencias eran raras para un funcionario político. Los servicios consulares atendian a los canadienses en situaciones de esa naturaleza. Salió precipitadamente, le pidieron que fuera a un hospital, sin estar muy seguro de cuál era el motivo. El conocía a un colega, Pierre Alarie, entre toda la gente que estaba en el hospital y pensó que todo era muy extraño pues Pierre era listo y tenía un buen nivel de castellano para encargarse de cualquier problema.

Vista aérea del Colegio americano de Santiago

Mi papá nos explicó más tarde que una bomba había detonado cuando el juego de softball de los canadienses estaba en acción, matando a un jugador canadiense e hiriendo varios canadienses y americanos. Al parecer, alguien había puesto una bomba en uno de los bates de aluminio que usaban los jugadores. Se supone que la bomba la habían preparado con intención de que se activara durante el partido siguiente cuando sería el turno de jugar de los marinos de los EE.UU, pero el partido del equipo de Canadá se prolongó. Parece ser que el arbitro tomó una decisión en contra de los canadienses, o bien algo por el estilo provocando que todos los canadienses salieran del banquillo para discutir, a excepción de uno, quien se quedó sentado en la banca junto al bate que estaba cargado y un americano que estaba haciendo ejercicios de calentamiento. De lo contrario, quizás más personas hubieran muerto o salido lesionadas. Algunas de las esquirlas alcanzaron a golpear a Pierre Alarie en la parte posterior de la cabeza, Frank Arsenault se lesionó el pié con las metrallas y un americano perdió un ojo. El canadiense que murió, era amigo de Pierre, quien estaba sólo de visita en Chile para establecer relaciones de negocios y se suponía que no formaba parte del equipo. Se quedó sentado en el banquillo pues sentía que no era parte integrante del equipo, entonces decidió no involucrarse. Ningún grupo terrorista se quizo hacer responsable del ataque, además mi papá cree que los canadienses no eran el objetivo y la policía nunca investigó a fondo lo sucedido. Yo conocía a los dos canadienses, Pierre y Frank, y recuerdo que este acontecimiento hizo cambiar para siempre mi forma de verlos. Los recuerdo a los dos con cariño y me encontré de casualidad con Pierre cuando estuve trabajando en México a principios de la década de 2000 quien elogió a mi padre por todo el apoyo que le brindó cuando la bomba en Santiago. Frank ya se había jubilado y trabaja como contratista en Guatemala, de lo que me enteré también por el trabajo y le envié un correo electrónico. No sabía lo que significaba izquierda o derecha en la ideología política, pero entendía el sufrimiento humano.