Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 25 de diciembre de 2011

Feliz Navidad y Hasta Siempre 2011


Estamos aproximándonos al final del 2011 y qué año ha sido. Por mi parte, ha sido uno muy emocionante pero al igual que todos, el cronómetro pintará la conclusión dejando algunas cosas incompletas. La palabra “remordimiento” siempre me trae recuerdos de una de las personas más sabias que influenció mi vida: Grandad (mi abuelo Bickford). Durante sus últimos años entre nosotros, fue condenado injustamente debido a una serie de derrames cerebrales, permaneciendo en una casa de reposo llamada Rideaucrest – uno de los momentos más difíciles de mi vida – cuando en un corto momento de lucidez me dijo: “Will, ¿estás satisfecho de tu vida? Aprovéchala y asegúrate de que nunca tengas remordimiento del pasado porque no lo puedes cambiar.” Estas frases categóricas se volvieron como un lema para mí, ayudándome a superar las etapas duras de la vida. Desde que me compartió esa sabiduría, se ha vuelto mucho más facil establecerme metas cada año nuevo y sobre todo, cumplirlas.

Los Bickford en el 2011

Como algunos de ustedes ya lo saben y otros se imaginarán después de haberme acompañado a lo largo de mis anécdotas, sin importar donde se encontraban los Cuatro Fantásticos, siempre hemos sido muy tradicionales y unidos, sobre todo cuando se trata de las vacaciones de fin de año. Navidad y Año Nuevo eran un momento importante para invertir en nuestra relación (sea con los padres, hermanos o bien ahora, la versión actualizada incluye esposas para los chicos Bickford) la cual es un fundamento importante para triunfar en la vida. Uno puede lograr lo que sea con esa estabilidad en el hogar. La experiencia de tercera cultura o transcultural facilitó establecer una red muy fuerte. Creamos un tipo de microcultura sin paralelo pero también podemos adaptarnos fácilmente a otras, siempre con un toque sensible y con mucho respeto. Cuando Brian y yo eramos chicos, siempre estábamos presentes para decorar el árbol de navidad, “ayudar” a Maman con gusto a hacer galletas y observábamos a Dad mientras preparaba nuestro pavo de marca registrada con sus arándanos, papas al horno, zanahorias y arvejas. Después de la gran comida navideña nos ganábamos la merecida siesta acompañada de películas del mismo tema como A Christmas Story o National Lampoons Christmas Vacation. Las veces que no he podido estar con mi clan (ahora incluyendo mi hermana, Melissa, mejor conocida como la esposa de mi hermano y mi princesita favorita, Emma) he seguido con mis tradiciones. Mi dulce esposa Ana también ha adoptado ciertos rituales como si fuesen los suyos y agregamos ingredientes de su cultura para crear una nueva tradición esperando compartirla con las próximas generaciones de Colombo-Canadienses. A veces suele ser complicado encontrar todos los ingredientes en otros paises pero si uno tiene determinación y cuenta con una cierta creatividad, todo es posible.

Entre nuestras grandes tradiciones – algo que recomiendo a las personas abiertas a nuevas costumbres – son los regalos de las botas navidadeñas (esos adornos parecidos a las medias que se cuelgan en la chimenea). Acostumbramos salir a comprar cosas en realización o regalos medianamente baratos para el día especial con el propósito de hacer reir a la persona que recibirá el obsequio (primera temporada del programa de Mr T, un reno de plástico dejando regalitos chocolatosos, bolsitas para los perros, un Scooby Doo cantando villancicos) o chuches que adoran (chocolates, dulces, galletas). Claro que son presentes pequeños pero ofrecidos con mucho amor y ayudan a alegran el ambiente festivo, mostrando que no es necesario ir hasta la banca rota para hacer feliz a otra persona. Después de todo como nos indica el hermoso refrán: “Es la intención lo que cuenta.” Realmente, el mejor regalo que me pueden dar en esta época del año es tener a los que más quiero cerca. Es suficiente regalo. Si no puedo estar físicamente con ellos, me basta saber de que estén contentos donde sea, aprovechando las fiestas. Al cambiar las prioridades de cada uno, se vuelve más complicado unirnos todos sobre todo por los terribles inviernos canadienses, demorando vuelos y el tráfico terrestre. Aquí en Ontario, hemos sido muy astutos en construir una de las autopistas más largas del corredor conocido como Montreal-Kingston-Toronto-Niagara, reconocido por el infame efecto del lago, siendo el culpable de causar tormentas deplorables. No puedo recordar ni una sola vez en la que no he estado luchando debido a la nieve en ese campo de batalla durante la temporada navideña. Llamamos esta gran obra de la ingeniería moderna la 401, la cual he mencionado en un par de entradas. Éste es realmente un ícono de nuestra realidad en la provincia de Ontario, Tuya para descubrir” dependiendo del clima.

La Navidad jamás fue una época en la que nuestra familia pone etiqueta de valor a los regalos pensando: “Bueno, Juan me dio algo que vale $20 entonces le daré algo del mismo precio.” Cuando vivíamos en Latinoamérica, solíamos dar regalos, comida o lo que fuera para dar gracias a esa gente quien nos ayudaba a navegar la marea de día con día. En algunos países, hablan de El Niño Díos (o como diría mi querido Ricky Bobby en Talladega Nights, “Baby Jesus”) apareciendo cada 25 de diciembre, lo que me parece una buena representación del día festivo. Nuestro bienamado San Nicolás es la estrella internacional representanto la comercialización de la Navidad que hipnotiza los niños privilegiados pero el mensaje de esta persona es tremendamente positivo: “es época de dar.” Él da sin esperar algo a cambio. ¡Qué gran ejemplo para todos! Existen esos regalos materiales que intercambiamos unos con otros, pero de hecho, el mejor regalo que podemos darle al mundo es compasión y bondad sin esperar nada a cambio. Es el mejor momento para pensar en todas las cosas (y sobre todo personas) maravillosas que tenemos en nuestras vidas y contemplar el regalo que podemos dar el próximo año para vivir en un mundo mejor. En vez de andar en el va y viene colmado de adrenalina, podríamos administrar nuestro tiempo para hacer lo que nos toca pero con una sonrisa. Alguna vez se ha usted dado cuenta que al hablar por teléfono con una sonrisa, la voz se vuelve de un tono alegre, ¿Y a quién no le gusta la gente contenta? Detener la puerta (con una sonrisa claro) para la persona que sabe que viene tras suyo y mismo si no le agradecen, decirles “de nada” puede ayudar a convertilos a la religión de la comunidad. Como seres humanos necesitamos ese contacto físico (ningún hombre – o mujer en este caso – es una isla) entonces dejémonos de comportarnos como si todo fuese un trámite.

Ana y yo en Mont Tremblant, Canadá

Al contrario de estas teorías del fin del mundo (seguramente han escuchado lo de “Los Mayas nos lo advirtieron”), el 2012 nos dará unos 12 nuevos meses para alcanzar nuestras metas y realizar nuestros sueños. Si no, llegara el 2013, pero de cualquier manera no debemos desperdiciar el tiempo. También tenemos esa oportunidad genial para pensar en el bien común, nuestras familias, nuestros vecinos, nuestra comunidad y nuestro planeta. Los canadienses por lo general son reconocidos por su trabajo comunitario, a quienes le daba un cierto orgullo ser un buen vecino, cosas que creo que nos beneficiarían a todos. Anteriormente, a uno se le podía caer la billetera llena de dinero por la calle y alguién nos avisaría para poder recuperarla. Si uno realmente se encontraba solo, podía volver más tarde o al día siguiente para encontrarla en la misma calle donde se le cayó. El balance completo. Esto es posible con un poco de orgullo de su propia comunidad, un sentido de deber público, el respeto hacia lo ajeno, como hermano o hermana, y estar dispuesto a ayudar a los demás no solamente por el pensamientos o la oración. Bueno, yo estaré contemplando todo esto y volveré el 15 de enero, 2012, deseándoles a todos un buen fin de año y espero me sigan en el próximo año con los siguientes relatos. Espero encontrar tiempo el año entrante para sentarme a escribir sea una novela o un libro sobre el tema transcultural pues siempre ha sido un sueño para mí y continuar compartiendo un mensaje positivo que nos sirve a todos. Un año nuevo junto con nuevas metas.

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo a todos!



Will (Guille)

domingo, 18 de diciembre de 2011

Las Repercusiones


Aquí les comparto la última edición (5 de 5) de "El Verano Sangriento" por mi padre, David Bickford. Esta semana vemos las repercusiones para los canadienses y la gente del Perú con referencia a la operación Chavín de Huantar. Disfruten de la lectura:


La última tarea del Grupo de Garantes fue una conferencia de prensa el día después de la liberación de los rehenes. Los Garantes lamentaban el hecho de que una resolución pacífica no se había logrado. Todos mostraron entusiasmo al saber que la gran mayoría de los rehenes habían sobrevivido pero estaban decepcionados con la muerte de seres humanos, tanto el rehén asesinado como los militares que murieron y los 14 miembros del MRTA. Como Cipriani expresó: “A lo largo de la crisis de los rehenes, me sentí como el padre de una familia de 86: los 72 rehenes y los 14 miembros del MRTA... Mis lágrimas son aquellas de un padre con 86 hijos de los cuales 17 se fueron de un solo golpe.” En privado, Cipriani me comentó lo triste que estaba de no poder salvarles la vida a los terroristas adolescentes. Nos tomó a todos cierto tiempo superar el choque del asalto y darnos cuenta que el Grupo de Garantes era sólo parte del pasado. Era duro creer que ya había todo terminado.

La Embajada del Canadá bajo protección máxima

El tema de la muerte de los 14 terroristas seguía como tema controversial fuera del Perú. Algunas personas argumentaban que ciertos de los terroristas se habían entregado con las manos en alto, pero fueron recibidos con fusilamientos, que otros se escondieron entre los rehenes, fueron liberados pero matados en cuanto fueron descubiertos y otros pidieron clemencia sin recibir alguna. Varios oficiales anti-terroristas de Europa Occidental me habían dicho previamente que en tales operaciones, la prioridad principal es la seguridad de los rehenes. Si alguien se rinde, el protocolo dicta de llenarlo de plomo y continuar. Si debe uno parar para detener una persona, éste se acaba de desviar de su tarea primaria. Este procedimiento fue claramente adoptado por el grupo de fuerzas especiales peruano en el asalto. El hecho de que dos de sus operativos murieron y diez salieron seriamente lesionados, sugiere que la pelea no fue tan fácil.

Después de la operación de rescate, la prensa especuló que el Embajador Vincent, dado que fue el último integrante del Grupo de Garantes que entró a la residencia japonesa – y tan sólo unas dos horas antes del asalto – fue la persona que indicó que se haría el operativo ese mismo día. No podían estar más equivocados que eso. El gobierno no nos dio señal alguna que tal ataque iba a suceder. Más tarde, Fujimori le anunció a la prensa que el ataque hubiera seguido tal como planeado mismo si uno de los garantes estuviese dentro de la residencia – un comentario honesto pero no muy diplomático. Tony corrió con mucha suerte de no haber decidido quedarse más tiempo o llegar más tarde.

Sin embargo, los líderes del MRTA culpó al Grupo de Garantes por el fracaso de su propio operativo. Aparentemente, la gran estrategia si las negociaciones no avanzaban tal como planeado, era de ejecutar un rehén por semana para demostrar el grado de seriedad en cuanto a sus demandas ante el gobierno peruano. La presencia de los Garantes, particularmente Cipriani, hizo que los terroristas en la Embajada del Japón se sintieran incómodos para cumplir con sus órdenes del comando y los líderes consideraban que los Garantes estaban interfiriendo con el cumplimiento de los objetivos. Como resultado, la Embajada del Canadá y su personal permanecía en alerta por amenazas terroristas (amenazas abiertas de secuestro a su personal ejecutivo y/o coches bomba a la Embajada) a lo largo de varios años después de la crisis hasta que las células restantes del MRTA fueron eliminadas, asesinadas o encarceladas. Mi familia y yo, nos movíamos siempre con guardaespaldas de la policía peruana durante los siguientes dos años, nuestra casa vigilada por guardias armados las 24 horas del día quienes disfrutaban de jugar basquetbol con mis dos hijos a la hora de hacer relevo de turno y nuestra Embajada parecía un búnker resguardado por policías privados en el perímetro de la propiedad, barricadas, barreras de cemento y rejas/muros con alambre de púas, un grupo SWAT de la policía nacional peruana (incluyendo un camión de la unidad anti-bombas) en la calle en frente del edificio. No era la más cálida acogida para nuestros visitantes.

Brian, Madeleine, William y David Bickford en Lima, Perú

Muchos de los peruanos estaban emocionados con el resultado de ese operativo de rescate y reconocieron un tanto cuanto el papel de los Garantes – algo que Fujimori jamás hizo. Durante el tiempo que le quedaba a Tony en el Perú, muchos peruanos se le acercaban para saludarlo, tendiendo su mano para agradecerle sus esfuerzos. Un año más tarde, Francisco Tudela, quién había sido el ministro de relaciones exteriores del Perú en ese periodo y considerado por el MRTA como uno de los rehenes de alto valor, me dijo que, sin duda, el Grupo de Garantes logró salvar muchas vidas, incluyendo la suya. Desde ese punto de vista, creo que lo que hicimos fue bueno y era una buena época para ser canadiense en el Perú.

domingo, 11 de diciembre de 2011

El Asalto – La Gran Sorpresa…


Esta semana es con mucho gusto que les presento la parte 4 de 5 de "El Verano Sangriento", por David Bickford. Disfruten la entrada.


El Presidente Fujimori paseando por sus túneles

Durante una de sus visitas a la residencia del Japón para levantar los ánimos, Tony fue convocado al comedor para una reunión con el líder de los terroristas, Néstor Cerpa, quién le pidió de pegar el oído al suelo. Después de unos minutos, se podía escuchar ruidos de gente escavando y Cerpa dijo: “¿Están cavando túneles verdad?” Tony no pudo contestar. Luego, en la Embajada conversamos esto y lo tomamos como una mala señal.

En retrospectiva, era claro que Fujimori estaba comprometido a dos escenarios en cuanto al resultado final: si los terroristas se daban por vencidos, todo estaría bien. Si los terroristas se resistirían, estaba preparado a mandar el ejército – mismo estando su hermano menor entre los rehenes. Para él, el papel de los Garantes servía para mantener la calma en la residencia durante suficiente tiempo para construir túneles. Mientras tanto, la presencia de los garantes  brindó a los terroristas un falso concepto de seguridad. Se sentían protegidos, bajando un poco la guardia. Esto resultó ser peligroso para ellos al caer en una rutina y las autoridades peruanas aprovecharon esto.

El 22 de abril, 1997, Tony regresó de una de sus visitas a la residencia alrededor de las 13:30. Me comentó que la policía vigilando el perímetro se veía inquieta, tensa y agresiva. Pusimos esta observación de lado pero a las 15:20, empezó el asalto. Tony, y de repente Cipriani, Terada y uno de sus oficiales, rodearon el televisor en mi oficina en la Embajada y miramos con terror como se desenvolvía el ataque. Los últimos disparos se escucharon unos 20 minutos más tarde, pero las fuerzas armadas no declararon su victoria si no hasta las casi 16:00. Nos embargó un sentimiento de fracaso, pensando que cuatro meses de mucho trabajo habían sido inútiles. Estábamos convencidos que habían matado a la mayoría de los rehenes debido a la demora en cumplir el objetivo. Sin embargo, al empezar a recibir los primeros reportes, supimos que la mayoría de los rehenes sobrevivieron, lo que nos parecía un milagro. Al final, de los 72 rehenes restantes, solamente murió uno, aunque cuatro otros estaban heridos. En la operación, dos comandos murieron e hirieron gravemente a diez. Los catorce terroristas murieron.

Los comandos peruanos tomando la Embajada

¿Cómo lograron tal hazaña cuando expertos de todas partes del mundo decían que sería imposible lograrlo sin perdidas en cuanto a rehenes? El ejército peruano había construido secretamente una réplica a escala exacta de la residencia japonesa en una base militar, donde 150 oficiales de las fuerzas especiales habían practicado y perfeccionado el asalto durante algunas semanas. Además, las autoridades podían comunicarse clandestinamente con algunos de los rehenes y en el gran día, les recomendó de prepararse para el asalto a las 15:20, instalándose en la segunda planta del edificio usando lo que fuera como protección sin atraer sospechas de los terroristas. El MRTA había creado una rutina  de reunirse en el comedor poco después de las 15:00 para jugar fulbito. Los comandos simplemente hicieron explotar el comedor a las 13:20 desde un túnel subterráneo, matando o incapacitando a la mitad del grupo. Los comandos simultáneamente atacaron por la puerta de enfrente, por los túneles, por agujeros reventando el muro y aterrizando sobre el techado helicópteros con tropas . También, cuando era hora de ajusticiar a los rehenes, muchos de los jóvenes terroristas no podían hacerlo pues llegaron a conocerlos y admirarlos. Fujimori declaró este asalto como una gran victoria sobre el terrorismo y su popularidad se impulsó como resultado de los hechos.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El Terrorismo Para Novatos

Queridos amigos, esta semana les brindo la parte 3 de 5 de "El Verano Sangriento" contado por David Bickford. Esta semana vemos las condiciones dentro de los reclusorios peruanos en 1997.


Entrenamiento de la guerrilla del MRTA


A lo largo de las discusiones entre terroristas y el gobierno peruano, el MRTA expresó su preocupación por el bienestar de sus compañeros encarcelados – poco después de la toma de la residencia japonesa, el privilegio de los terroristas para recibir visitas fue suspendido por el gobierno junto con otros cuantos que gozaban dentro de estas instituciones. Los Garantes decidieron crear un sub-comité (yo fui la víctima escogida como líder del grupo) para visitar cárceles en donde habían miembros del MRTA. Éramos un grupo pequeño incluyéndome a mí, un diplomático japonés, una monja española, un doctor japonés, un doctor peruano y otro diplomático canadiense. Debíamos ir a seis cárceles y reportar a los Garantes las condiciones de éstas, incluyendo el respeto de los derechos humanos, al igual que la salud y el bienestar de los reclusos.


Empezamos bien – más o menos – en un microbús alquilado por la Embajada del Japón de “Mickey Mouse Tours”, el cual hasta tenía la imagen de un ratón sonriendo de un costado. La visita a una de las cárceles más conocidas de Lima, llamada Lurigancho, fue muy interesante. Ésta fue la penitenciaria que vio una rebelión interna a finales de los años 1980 donde el ejército entró y mató cientos de reclusos, en gran parte terroristas. Ésta tenía cuatro grandes alas, en dos de ellas se encontraban los criminales más peligrosos y además nunca entraban los guardias y las otras donde estaban los presos condenados debido al terrorismo. Nos dieron acceso para poder ver a los presos, probamos su comida, y quedamos sorprendidos por el alto estado de ánimo dentro de un ambiente represivo. Salimos de la cárcel rodeados por la prensa (mayormente japonesa) quien nos acosó peor que los prisioneros que estaban adentro. El intrépido bus de Mickey Mouse no podía escaparse de la caravana de vehículos y motocicletas de la prensa hasta llegar a la Embajada donde escribimos un reporte mientras que la prensa gritaba al rondar el edificio.

Celda en el penal de Lurigancho


También visitamos varios reclusorios de mediana seguridad pero la que más destacó fue una a 4,200 metros de altura cerca de Puno, en el sur del Perú: Yanamayo. Llegamos a Lima – prácticamente sordos – en un Antonov 22 de la Policía Nacional Peruana (nave soviética de los años 1960 equivalente al C-130 Hércules). La cárcel que visitamos tenía detenida la gran parte de los cabecillas del MRTA. Queríamos ver el estado en que se encontraban e intentar de convencerlos de impartir órdenes a sus colegas en la residencia japonesa de ser más flexibles en cuanto a las negociaciones. Uno de los problemas con los que nos encontramos fue que los líderes en Yanamayo habían dado las órdenes a los terroristas que se encontraban en la residencia a través de intermediarios antes de la toma. Aunque eran reclusos, teóricamente aislados del mundo en una cárcel en las alturas, contaban con pleno contacto completo con el mundo exterior – nos imaginábamos que esto era debido a sobornos otorgados a los guardias para poder pasar sus mensajes.

Las primeras impresiones de Yanamayo eran prohibitivas. Sobre una ladera ventosa, la enorme cárcel era un bloque de cemento contando con cuatro niveles con pocas construcciones a su alrededor. El complejo estaba cercado por rejas coronadas de alambres de púas, vigilado por militares cada cincuenta metros a lo largo de ella – seguramente para prevenir ataques. Letreros indicaban que después de los alambres había un campo de minas. Al entrar podíamos escuchar gritos, coreando consignas así como mantas patrióticas. Los guardias no querían que entrásemos temiendo un motín pero insistimos. Con cierto temor ingresamos a un pabellón. Habían celdas a nuestros cuatro costados con barrotes en frente de las celdas. Una vez que nos vieron, el MRTA empezó inmediatamente a gritar, golpeando los barrotes – curiosamente los prisioneros del Sendero Luminoso estaban tranquilos y nos hablaron de manera relajada. El MRTA parecía padecer de una cierta locura, incluyendo uno que reconocí en una foto como un chileno. Era un gran consuelo saber que había esa separación de acero entre nosotros. Lo que más recuerdo es el frío. Era intenso y penetraba hasta los  huesos. Les tendí la mano a algunos encarcelados y al estrecharr sus manos moradas, era como si hubiesen perdido perdido la sensibilidad. Eran cuatro personas por celda (de unos 3 por 3 metros), durmiendo como en una estantería de concreto con colchones delgados. Tenían  derecho de salir a hacer ejercicio 30 minutos al día – pero este “privilegio” fue cancelado, junto con visitas y paquetes de sus seres queridos. Sentí difícil creer que podían seguir siendo tan militantes, año tras año bajo estas condiciones, pero lo hacían.

Penal de alta seguridad Yanamayo en Puno, Andes peruanos


Después nos reunimos en una pequeña sala de conferencias con los líderes, todos tranquilos, relajados, pero argumentativos y poco cooperativos. No llegamos a ningún acuerdo al intentar de convencerlos que fueran más flexibles en cuanto a sus exigencias – después de todo, para ellos el propósito de capturar rehenes de alto nivel era lograr su propia libertad de esa cárcel. Mo importaba nada más. Más tarde visitamos el hospital donde me senté en una cama para hablar con un guerrillero del Sendero Luminoso paralizado de la cadera hacia abajo. Admitió que se había gravemente lesionado al preparar una bomba. Me mencionó que no recibió prácticamente ninguna rehabilitación en la cárcel, pero se sentía mejor tratado por lo general que cualquier peruano pobre sin acceso a la asistencia médica. Pensé que los del Sendero Luminoso eran más razonables que el MRTA. También pudimos ver la cocina donde probamos estofado de alpaca (mayormente hueso, pero igual abundante y sabroso). Regresamos a Lima tarde ese día con terribles dolores de cabeza por el cambio de altura (Lima está a tan sólo unos cuantos metros sobre el nivel del mar).


Nuestro reporte final sirvió para tranquilizar a los terroristas en la residencia japonesa informándoles que sus compañeros no estaban siendo maltratados y esto pudo haber ayudado a mejorar la relación entre los terroristas y los Garantes. A nivel personal, nosotros en el sub-comité nos volvimos buenos amigos y empecé a admirar la ética laboral, el profesionalismo y el buen humor de mi colega del servicio exterior japonés, Kenji Hirata. Aunque estas visitas eran secundarias a las principales negociaciones, aprendí que los líderes del MRTA, mismo después de años cumplidos de condena y pocas esperanzas de ser puestos en libertad, seguían muy militantes, dedicados a su causa y de
ánimo intacto – un tremendo enemigo.

domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Qué es un garante?


Queridos amigos, es con mucho gusto que les comparto la siguiente parte de "El Verano Sangriento" (Parte 2 de 4) por David Bickford. Disfruten de la lectura.

La Embajaba continuaba monitoreando la crisis de los rehenes, la cual absorbió gran parte de la atención y energía política de los peruanos, pero no se veían rastros marcando un inicio a las negociaciones. Luego, a principios de enero, el Embajador Vincent fue invitado a participar como integrante al Grupo de Garantes. Con la autorización y el apoyo de Ottawa, aceptó este papel. Tal como el Ministro de Relaciones Extranjeras interino nos explicó, el grupo comprendía el Japón (representando Asia), el Vaticano (representando Europa), el Canadá (representando las Americas) y el Comité Internacional de la Cruz Roja (proporcionando alimento, agua y algún tipo de diversión a los rehenes de forma diaria). El representante japonés optó por ser un observador debido al número de rehenes japoneses y el representante de la CRI decidió continuar con sus labores únicamente para el bienestar y alimentación de los rehenes. Quedando en realidad como garantes sólo Tony Vincent y el Arzobispo de Ayacucho, Monseñor Juan Luis Cipriani (representando el Vaticano), aunque el representante japonés, Terusuke Terada (Embajador japonés en México) proporcionó consejos muy sabios.

El mandato del Grupo de Garantes, tal como fue estipulado por el gobierno Peruano, fue de estar presente cuando los terroristas bajaran sus armas, dejaran en libertad a los rehenes y salieran de la residencia hacia su refugio seguro. No debían estar presentes durante las negociaciones. Los Garantes argumentaron con éxito que garantizarían la implementación de un accuerdo  si no habían participado en las negociaciones. El gobierno peruano concordó con cierta renuencia, los Garantes descubrieron durante su primera reunión, entre el gobierno y los terroristas, que las negociaciones no habían ni siquiera empezado y que los terroristas se estaban poniendo nerviosos por la falta de disposición por parte del gobierno para escuchar sus exigencias.

Para poder activar las negociaciones, los Garantes empezaron a presentar ideas y promover intercambios para definir las posiciones y crear por lo menos una confianza mínima. El papel del Garante cambió de observador pasivo a facilitador y poco después a mediador. Como parte de este proceso, yo encabecé un grupo con la tarea de visitar al líder del MRTA encarcelado en prisiones de máxima seguridad en las alturas de los Andes – ¡Terrible! Pero esto es una historia aparte.

Desviándome un poco de este tema, en algún momento de la carrera, los diplomáticos toman un curso de formación en “capacidades de negociación.” Yo había tomado ese curso, algunos años atrás y logré encontrar el material del curso junto con mis notas para ver si existía alguna fuente de inspiración en estos. Era realmente un ejercicio deprimente dado que en este caso, ninguno de los elementos para una negociación exitosa estaban presentes: Había, inter alia, ninguno de los dos partidos dispuestos a negociar, ninguna flexibilidad en sus posiciones, ninguna confianza mutua y del lado de los terroristas, aun no estaba claro lo que querían realmente. A veces, ellos pedían que soltaran a sus compañeros de la cárcel, otras veces: mejor salud, comida y visitas, o en ciertas ocasiones, sólo la liberación de sus cabecillas estratégicos. Los Garantes intentaron sin ningún éxito, convencer a los terroristas que sacar al líder no sería una buena idea para empezar y que debían de bajar un poco de tono sus expectativas.

Hablé con expertos de rescate de rehenes de varios países, incluyendo el mío, y parecía que el concenso general y de común acuerdo, una operación armada en la residencia japonesa representaba un costo elevado en vidas pues el edificio era grande, con muchas habitaciones y tanto los rehenes como los capturadores estaban distribuídos por todo el edificio. Uno de los puntos clave era que el MRTA practicaba regularmente una respuesta a este tipo de ataque – lo que significaba matar todos los rehenes posibles antes de perder el control total. El consenso era que si el ejército podía tomar la residencia en menos de 3 minutos, 50% de los rehenes se convertirían en bajas, 50 % del restante morirían dentro de los próximos 3 minutos si se procedía conforme a esto. Si la operación duraba más de 12 minutos, era casi seguro que todos los rehenes estarían muertos o heridos.

Los Garantes creían que la única salida favorable a este conflicto era por medio de una negociación con la estrategia de salida. Todos los esfuerzos se llevaron a cabo para asegurar tal conclusión pero al pasar de los meses, se vieron muy pocos resultados. Eran pocas las reuniones  pro forma entre el gobierno y los terroristas, llegando a pocos acuerdos. Como consecuencia, los Garantes pasaron mucho tiempo en la residencia japonesa intentando de convencer a los terroristas de escuchar la voz de la razón, rogándo a los rehenes de mantener la calma y no provocar a sus capturadores. En cuanto a esto, los Garantes tuvieron más éxito. El estado anímico permanecía relativamente elevado entre los rehenes, hubieron pocas confrontaciones entre los rehenes y los terroristas, formándose una forma contraria al síndrome de Estocolmo  – varios de los jóvenes (entre 15 a 16 años de edad) y terroristas impresionables estaban asombrados de la presencia de ministros, generales, embajadores y los veían como personas modelo.

Mientras tanto, el ejército peruano estaba excavando túneles debajo de la residencia...

domingo, 20 de noviembre de 2011

El Verano Sangriento


Este fin de semana, es con un gran orgullo que comparto esta nueva entrada con ustedes presentada por mi padre, David Bickford. Éstas son sus experiencias referente a la crisis de los rehenes en la Embajada del Japón. Él fue Consejero Político en la Embajada del Canadá en Lima, Perú, de 1995 hasta 1999. Disfruten la lectura de “El Verano Sangriento” (Parte 1 de 4):


En diciembre de 1996, muchos de entre nosotros estábamos convencidos de que el terrorismo en Lima estaba de salida. Ataques a cuarteles de policía, explosiones y coches bomba eran menos habituales y crímenes violentos parecían ser el único elemento afectando la seguridad de nuestras familias. Por esto, el terrorismo no figuraba entre mis prioridades la noche del 17 de diciembre, cuando recibí una llamada telefónica informándome de que el Embajador y la Sra. Vincent habían sido víctimas en la ocupación terrorista de la residencia oficial del Japón. Al suceder esto, el coctel fue reconocido como el más largo en nuestra historia humana o como los medios peruanos lo denominaron, “El Verano Sangriento.”

Embajadores de la India e Israel flanquean a los anfitriones

Sin saber realmente lo que estaba aconteciendo, siendo el número 2 en la Embajada, decidí llamar a mis colegas y corrimos a la Embajada para abrir la oficina y un canal de comunicación con Ottawa e intentar de conseguir información de lo ocurrido en la residencia japonesa. Poco después era evidente que Tony y Lucie Vincent habían sido capturados por una célula terrorista del MRTA junto con otros 600 funcionarios peruanos y extranjeros. Cerca de la medianoche, todas las mujeres e invitados mayores fueron liberados, dejando cerca de 350 aún en captividad. Aproximádamente a las 2:00 de la madrugada, recibí una llamada teléfonica de Tony Vincent tranquilo y en control, notificándome lo que sucedía dentro de la residencia. Él había pedido prestado el teléfono celular a uno de sus compañeros secuestrados y hablamos mientras se escuchaban algunos ronquidos en el fondo. Tony me informó que, además de él, habían otros tres canadienses entre los rehenes. Con la vida de cuatro canadienses en riesgo, esto se convirtió esencialmente en una crisis para la Embajada – todo lo demás fue subornidado por la tarea de asegurar que los canadienses salieran sanos y salvos. Ninguno de nosotros nosotros dormimos esa noche.

Al día siguiente por la tarde, soltaron a Tony como parte de una comisión con el deber de presentar las condiciones de los terroristas al Presidente Fujimori. Yo estaba casi en frente de la residencia de los japoneses en ese momento y fue un enorme alivio verlo salir, cansado y despeinado pero ileso. Durante las próximas 24 horas, Tony intentó a lo largo de varias ocasiones programar una reunión con Fujimori, pero sus esfuerzos fueron en vano. En ese momento, Fujimori quería diseñar e implementar una estrategia antes de recibir cualquier comunicado de los terroristas.


El Ministro Tudela rodeado por la MRTA

Esa tarde Tony me dijo que intentaría volver a entrar en la residencia japonesa para informarles a los terroristas que no pudo completar su tarea pero que seguiría intentando con mucho empeño. Nos llevábamos generalmente bien los dos, pero esta vez discutimos. Yo le dije que no volviera a entrar – quién sabe si lo dejarían salir nuevamente. Él insistía mientras que yo le dije que mandara un reporte escrito con un representante de la Cruz Roja. Él rechazó esta contrapropuesta y le pregunté por qué insistía tanto en volver a entrar. “Porque les di mi palabra” me respondió . Nuevamente, argumenté que debíamos lidear con terroristas impredecibles y que uno no estaba obligado a cumplir con su palabra ante tal gente. Él siguió insistiendo y aunque yo no estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo, admiraba su valentía y convicción para asegurar el bienestar de sus colegas y amigos. Lo vi entrar a la residencia con una combinación de emociones: miedo y aprensión que no saldría vivo de allí; y orgullo de que el servicio exterior canadiense haya producido tal persona. Creo que no pude respirar tranquilamente hasta que volvió a salir unos 30 minutos más tarde.

Durante el transcurso de los próximos días, Tony pudo entregar las exigencias del MRTA al “intermediario” del gobierno para las negociaciones con los terroristas, al mismo tiempo los demás rehenes canadienses salieron en libertad. Con las condiciones de los terroristas entregadas y los canadienses a salvo, finalmente recobré un aire de tranquilidad y pensé que nuestro papel directo en esta crisis había terminado. Nunca se me ocurrió que éste no sería el caso...

domingo, 13 de noviembre de 2011

La Embajada de Japón Bajo Fuego

El ambiente en los cocteles diplomáticos se colma de un tremendo glamur. Las listas de invitados generalmente incluyen todos los sospechosos habituales: altos mandatarios diplomáticos de carrera representando cada una de las misiones internacionales en el país, ejecutivos prestigiosos de compañias invirtiendo en el mercado doméstico y gente reconocida como la élite de la política y el mundo corporativo nacional. Es un verdadero desfile formal con los mejores atuendos, sin olvidar los uniformes oficiales que visten los agregados militares decorados de un carnaval de medallas. A cada representación se le recomienda de manera sutil e indirecta de mandar la gente más veterana cómo suele ser la leña necesaria para mantener el calor del fuego familiar de una relación amigable y próspera en pleno fervor. Brian y yo tuvimos el gran honor de participar en estos festivales protocolares en ciertas ocasiones, preparados para sumergirnos en el mundo de contactos importantes, representando la juventud de nuestro país bajo los criterios más refinados. Estas ceremonias generalmente eran con el propósito de marcar fechas especiales tales como el día nacional o en este caso, el 63º cumpleaños del Emperador Akihito de Japón, el 17 de diciembre de 1996 en la residencia oficial japonesa. 

El Embajador del Japón Aoki con su esposa  Naoko reciben el Canciller Francisco Tudela

Ese mismo martes por la tarde, Brian y yo descansábamos como lagartijas bajo el sol, disfrutando de programación televisiva americana de lo más estupefiante – teníamos los canales principales procedentes de Denver, Colorado, gracias a nuestro querido proveedor Cable Mágico – mientras Maman cumplía con un plazo estrictamente marcado para entregar las notas de sus alumnos cerrando el ciclo del semestre. La mobilidad de Dad se vió terriblemente limitada al contraer un terrible virus estomacal obligándolo a permanecer lo más cerca posible de su fiel amigo hecho de porcelana blanca. Mejor no entremos en más detalles sobre este tema. Él era la mano derecha de nuestro embajador, lo cual significaba que debía ir a la función diplomática esa misma noche, pero debido a su malestar, rehusó educadamente su asistencia. Nuestro Embajador Anthony Vincent y esposa, Lucie, fueron los únicos representando nuestro gran cuerpo diplomático brindando una sonrisa amable, una gran caracteristica que define nuestro país. Además de ellos, los padres de varios de mis amigos del colegio habían sido invitados para participar en ese momento tan especial, brindando un gran respeto al pueblo japonés. La gente de la tierra del sol naciente también tuvo el gran honor de recibir miembros de la familia del Presidente Alberto Fujimori (varios de ellos muy activos en el mundo político), ministros de gabinete y de gobierno. ¡Qué gran lista de celebridades!.

La elegante velada prometedora se vió interrumpida por un gran tamborazo. En ese momento, se mezclo al coctel con un elemento infiltrado transformándolo así al estilo Molotov. Una gran detonación en uno de los muros en la parte de atrás de la residencia, dando paso a 14 miembros del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (mejor conocido por las siglas MRTA), con Nestor Cerpa Cartolini encabezando la lista de los intrusos a la fiesta. Mientras Tim Taylor y sus payasadas en Tool Time nos mantenían ocupados tanto a Brian como a mí, Dad bajaba las escaleras ahora vestido en su muda laboral, seguido por mi Maman, ambos entrando a un galope frenético para que mi madre lo despidiera dejándolo a la suerte de la oscuridad de la noche limeña. Aparentemente, el chofer del Embajador Vincent, Segundo, lo había llamado por teléfono para avisarle que algo andaba terriblemente mal. Mi hermano y yo, nos preguntábamos lo que sucedía sin tener ni un momento para llegar a cualquier conclusión. Mi madre se acercó a nosotros anunciado a la vez de cambiar el canal para ver las noticias locales. Como hijos sumamente obedientes, lo cambiamos sólo para ver el barrio de San Isidro – un prestigioso barrio de Lima – sin poder ver esos anuncios estilo CNN explicando los acontecimientos, viendo la cobertura de los hechos. De repente, pudimos distinguir todo tipo de vehículos militares, la versión peruana del SWAT americano y otros agentes de seguridad apoderándose de las calles en un ambiente impregnado de aire lacrimógeno y disparos intercambiados. Lo único que los medios parecían haber averiguado fue la explosión pero al parecer nada más. El peruano ya conocía ese mundo de explosivos, coches-bomba y violencia de aquella época oscura del terrorismo que juraban haber dejado atrás con el paso del tiempo, al ver el Sendero Luminoso y su liderazgo derrotados.

Después de largas horas de ver el reportage sin tener noticias de Dad, parecía que se nos definía lo sucedido. Una crisis de rehenes. Mi padre estaba en la Embajada en Miraflores, organizando un centro de control para la crisis al intentar de averiguar detalles de conflicto cuadrando informaciones con Ottawa. Les pidió al agregado de la Policia Real Montada Canadiense, al personal de seguridad y a los servicios consulares que brindaran el apoyo necesario. Querían estar listos para cualquier incidente que se pudiera presentar. Mi primer reflejo ante tal situación fue de dar gracias a Dios por el malestar de mi padre y el trabajo de mi madre, si no, hubieran estado dentro de la caldera con los demás. Después el foco de mi concentración giró en torno de esa caldera y sus ingredientes. Pensé en la diversidad cultural y nacional que existía en mi colegio dándome cuenta que seguramente los padres de algunos de mis amigos estaban allí, dentro de la sopa que se preparaba. Realmente, hasta los conocidos del colegio. ¡Ufa! ¿Qué iba a pasar con ellos? ¿Volverían a ver sus padres nuevamente? ¿Podrían los terroristas ejecutar a alguno de ellos para demostrar al gobierno peruano su seriedad en este desafío rebelde? Todos los escenarios presentados en esas películas inyectadas de adrenalina y suspenso hollywoodense eran posibles. Seguramente esto nunca hubiera sucedido en el Canadá.

El Embajador Anthony Vincent al ser soltado por el MRTA


El reloj de pared marcaba las 2:00 AM y poco después vimos los primeros rehenes salir en libertad. Estos eran en su mayoría mujeres y miembros exclusivos del club de la tercera edad. Dentro del elemento femenino, los terroristas acaban de soltar nada más ni nada menos que la madre de Alberto Fujimori, quien hubiera pudido ser una pieza importante en futuras negociaciones con el gobierno. Ésta era una sociedad dominada por el género masculino, compartiendo ese elemento con muchos vecinos en la región, entonces era imposible ver más allá del aspecto femenino y el valor estratégico de esa mujer. Dentro de las próximas 24 horas, nuestro Embajador Anthony Vincent salió libre junto con Heribert Woeckell de Alemania y Alcibiades Carokis de Grecia (ambos volaron en el primer avión disponible rumbo a su país de origen al recobrar la dulce libertad) y Armando Lecaros, el Ministro de Relaciones Exteriores en aquel momento. El MRTA los soltó bajo los términos de que entregaran lo que exigían al Presidente Fujimori para poner en marcha la negociación. Los peruanos no podían ceder su posición ante los revolucionarios, negándose a mediaciones y su jefe de estado jamás recibió ni a Vincent, ni a Lecaros. No era aún el momento ni como para bajar la guardia ni para respirar aliviados porque aún faltaba por determinarse el futuro de los demás,  más de 300 rehenes en la residencia japonesa, mismo mucho después al ver que permanecían 72. Algunos de mis amigos como Kensuke Kobayashi y Jorge Gumucio iban a tener que esperar mucho tiempo en el limbo sin saber si algún día volverían a abrazar a sus padres en casa.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Amistades Y Un Par De Copas


Al volver de mi aventura en la tierra de los Incas, me encontré mentalmente preparado para enfrentar otro año de secundaria. No sólo un año más pero también el último. Brian debía regresar al Canadá para su educación universitaria y yo lo seguía de cerca tres años más tarde. Yo tendría que hacer el Grado 13 en mi país. Había concluido mi año escolar anterior con mucho éxito, destacando en inglés, un logro del que me sentía tremendamente orgulloso. Mi maestra fue, Mrs. Barbara Walker, una señora muy simpática procedente de Minnesota quién me apoyó siempre y notó mi capacidad de aprendizaje, considerando que era la primera vez que estudiaba en ese idioma. Hizo recomendaciones para que siguiera el curso avanzado al año siguiente pero por algún motivo la maestra de esa clase no quería dejarme unirme a ese grupo. Álgebra fue con, Mr. Daniel Brenig, un profesor genial que las circunstancias hicieron coincidiera el siguiente año con mis clases de Geometría. ¡Genial! Iría también al nivel avanzado de Biología por las buenas notas en Ciencias Físicas con Ms. Zalecki y ahora el tema de historia, mi materia favorita, seguía la temática del Perú y Latinoamericana. El panorama educativo para ese año se veía prometedor.

Brian, Maman, yo y Dad el día nacional del Canadá, 1996

A parte de eso, me había ganado el respeto de mis compañeros garantizándome un lugar permanente en el colegio. Nadie se entrometía en mi vida ni yo en la de ellos. Durante el verano, incrementé el tamaño de mi grupo de secuaces acogiendo a, Glen Swanson, un guatemalteco-canadiense quien había vivido mucho tiempo en el país cuando lo conocí. Su padre era de la Columbia Británica y trabajaba para una ONG canadiense. Encontramos un interés común cuando fui al colegio durante las vacaciones, luchando contra el aburrimiento total, buscando alguien con quién jugar baloncesto. Ese deporte parece haber jugado un papel importante en esa época de mi vida para hacer amigos. Pasábamos tiempo también en la oficina de su padre, algo cerca de mi casa, jugando juegos de video en el computador. Durante esas visitas al lugar del trabajo del gran patriarca, descubrimos el maravilloso mundo de E. Wong - el supermercado más popular y la única franquicia en el país cuando llegamos - y sus muestras. Usamos unas monedas para jugar juegos de maquinitas allí, en particular Cruisin' USA. Uno podía escoger entre varios vehículos pero entre todos siempre prefería el bus de colegio. En ese juego uno hace carrera contra sus contrincantes por patrones de tráfico y embotellamientos por la ciudad, navegando con un volante, calibrando la velocidad con pedales y un caja de cambios. Era una gran introducción a cómo no manejar.

Volviendo al tema escolar. Mi curso de inglés era con, Ms. Barbara Brough, una canadiense de Odessa, Ontario - si no conocen el lugar, es un pueblito contando con 10 casas al otro lado de la autopista de Amherstview, al oeste de Kingston, un lugar que no debe perderse en el aspecto turístico. En esta clase, había un chico sumamente conocido como Crack, pero su verdadero nombre era Sebastián Olivares. Este niño nació en el Perú pero se crió en Oklahoma, EE.UU.. Mucha gente se preguntaba de donde surgió tal apodo pero aparentemente, la versión verdadera es que se presentó a la práctica de fútbol luciendo un elegante uniforme pero era un terrible futbolista. Algunos también comentaban que se inclinaba frecuentemente mostrando la sonrisa vertical del obrero. Yo personalmente tuve el honor de no ser expuesto a tales comentarios. En un principio, recuerdo que el no era del todo amigable conmigo pero eso no me importaba en lo absoluto. Era más bajo que mi madre quien mide 157 cm, entonces era difícil sentirme amenazado. Estoy convencido hasta la fecha que el vivía admirando a Glen y al darse cuenta que éramos amigos, cambió totalmente su perspectiva en cuanto a mí y empezó a llevarse bien conmigo. La mayoría de los alumnos se divertía empujándolo, pegándole y haciéndole daño porque era pequeño y no se podía defender. Yo creo, que yo era el único que no se metía con él pues jamás me interesó seguir la corriente. Creo que se dió cuenta rápidamente de esto y yo le recomendé que no se dejara maltratar. Después de todo, eso funcionó en mi caso aunque fue de manera poco predecible.

Otro de mis amigos agregándose a la sopa era William Erickson. Erickson y Crack eran amigos de Glen en el equipo de hockey sobre patines y se volvieron buenos amigos míos como Alejandro, Glen y Kensuke. William era un chico americano terriblemente tímido, más de lo que yo pude ser en mi vida. No lo podía creer. Cuando intentaba charlar con él, cuando se sentaba a comer con nosotros, pero siempre miraba hacia otro lado sin decir palabra alguna. Por mucho tiempo no podía entender si le caía bien. También estaba Miguel Peschiera, quien pasó un tiempo en los Estados Unidos y compartíamos el aula de Biología. Ese año logré llegar a conocerlo mejor, asociándonos en proyectos de laboratorio y el desarrollo de estos. Él era una persona muy amable y su familia adorable. Recuerdo haber sido invitado una vez a cenar en su casa con sus padres, su hermano mayor y su hermana menor y todos eran muy conversadores y curiosos acerca de mi país y familia. Creo que su padre trabajaba para el gobierno o algo por el estilo, entonces quizás ya contaban con una buena instrucción de protocolo y buenos modales. Me sentí en casa pero con un sabor peruano-americano. También me hice super amigo de la hija del Embajador de Malasia, Melor Mokhtar (conocida mejor en mi círculo por Mel), una chica que creció con una vida muy similar a la mia. Era como una hermana y nació el día despues de mi cumpleaños. Todos estos amigos definieron el Perú para mí. Los recuerdos de nuestros almuerzos juntos en el colegio en nuestra mesa de picnic preferida, era una verdadera ensalada de culturas uniéndose y divirtiéndonos. Se que hasta la fecha, cualquiera de ellos daría su vida para mí y estoy seguro que saben que es un sentimiento totalmente recíproco.

Erickson, Myself, Alejandro, Glen, Crack y Melor

Nuestras salidas juntos siempre serán momentos especiales en mi vida. Generalmente, nos juntábamos en casa de algún amigo el viernes por la noche - un ritual sagrado el cual nadie se atrevía a desafiar - para jugar juegos de video o ver películas toda la noche. Este tiempo coincidió con mi introducción al alcohol. Es un tema tabú en América del Norte donde la sociedad no parece haber evolucionado desde el tiempo de la prohibición lo cual nunca fue el caso en el Perú. Jamás nos escondimos de nuestros padres o autoridades. Era totalmente normal para los adolescentes disfrutar unas cervezas frías en grupo. Cerveza y Domino's Pizza. Más tarde, descubrimos un pub inglés, un lugar muy acogedor. No recuerdo haberme pasado de copas en ningún momento o beber con la intención de emborracharme. Otros jóvenes sí abusaron del uso, convirtiéndolo en su propio ritual de fin de semana bastante obvio, sobretodo revelado por los rostros de resaca del lunes en la mañana. Esta libertad nos dió la oportunidad de realmente disfrutar socialmente y entender los límites, algo que siento que hace falta en América del Norte. Allí, la gente entra a una edad mágica de mayoría de edad al ser "independientes", partiendo a la universidad sin papi o mami que los controle, entonces entran fácilmente al abuso de substancias. Si uno es criado dentro de la responsabilidad y la moderación, notará una disminución al abuso. Creo que Europa es el continente que presenta el mejor ejemplo a lo que me refiero. Los pocos que abusan y demuestran un comportamiento agresivo generalmente consumen con el propósito de enterrar problemas personales graves. Por suerte en mi grupo canadiense/peruano/estadounidense/japonés/coreano/español, evitamos esas costumbres, optando por una vida saludable, también practicando deportes religiosamente.

domingo, 30 de octubre de 2011

Machu Picchu, La Ciudad Perdida

Siguiendo los pasos del gran aventurero Hiram Bingham y sus valientes compañeros arqueólogos, salimos para Machu Picchu antes del inicio del día. Claro que Hiram seguramente no salió de Cusco en tren rumbo a Machu Picchu viendo que él descubrió ese lugar en 1911. Esa gran construcción quechua quedó enterrada en la selva a lo alto, comtemplando el sagrado Río Urubamba. Antes de esto, este sitio no lo conocían los que no estaban incluídos en el círculo de confianza peruano. Un secreto sumamente bien guardado. Muchas personas han catalogado este descubrimiento estupefaciente como una les las nuevas Siete Maravillas del Mundo. Existen tres maneras distintas para llegar a este destino: el primero, era de enfrentarse a pie ante el escabroso camino inca – esta antigua civilización era conocida por su excelente capacidad de construir caminos – que es de unos 80 kms pasando por tremendas alturas; el segundo es por helicóptero para los que no saben qué hacer con su monte de dinero; y por último, el tren. El gran Hiram seguramente caminó... junto con la melodía de El Condor Pasa.

Machu Picchu con su protector Huayna Picchu

Aunque el tren era un medio de transporte medianamente económico, gente muy famosa optó por éste, incluyendo Ernesto Guevara, mejor conocido en el mundo como, El Che. La locomotora al igual que el sistema de vías completo fueron diseñados en Suiza, un pueblo conocedor de terrenos montañosos accidentados. Esta ruta alcanza unos 3,800 m de altura. Los pasajeros contemplaban el paisaje mientras que el tren simulaba un zigzag continuo similar al billar automático en cámara lenta. Yo sentía como si mi piel no se decidía a definir un color, entre el verde, morado y azul por la falta de oxígeno y la nausea. En ciertos sectores de la vía, el tren subía lentamente en dirección recta, paraba y luego seguía subiendo pero en retroceso, repitiendo esto como un tango interminable hasta poder alcanzar la vía recta conduciendo al valle sagrado “Ollantaytambo” y más allá de lo evidente. En ese momento, el tren desciende hasta alcanzar al punto de llegada, el pueblo de Aguas Calientes, situado a únicamente 2,040 m. Este pequeño pueblo a las orillas del Urubamba se encuentra a sólo 6 km de Machu Pichu. Aquí se les da la bienvenida a los batallones de turistas que desean visitar las ruinas, provocándolos con sus baños termales, restaurantes, tienditas y algunos hoteles típicos de la región.

Los visitantes generalmente van a pasar el día, pero nosotros queríamos quedarnos una noche. Al llegar a Aguas Calientes, tomamos una pequeña combi japonesa, la cual nos llevó hasta la cima. Nos sentamos has el fondo desafortunadamente y al navegar por el camino angosto casi hasta la cumbre, la parte trasera del bus estaba totalmente expuesta al vacio y se podía ver el fondo del valle donde el tren parecía juguete miniatura. Los aventureros con más entusiasmo, pueden subir a pié por un sistema de veredas interconectando en partes con el camino pavimentado para los buses, pero necesita uno tener una condición física extraordinaria para lograrlo. El final de esta ruta le permite a uno comenzar a admirar las ruinas incaicas rodeadas de lomas y valles espectaculares. La montaña que todos conocen por tarjetas postales o como telón de fondo en fotos famosas de este lugar, llamada Huayna Picchu (significando Pico Joven), el incansable guardián desafiando extranjeros deseando escalarla para tomarse una foto para los recuerdos. Lo más valioso de este sitio histótico es el hecho de que nunca fue descubierto por los españoles, permaneciendo intacta ante la destrucción o el saqueo de lugares arqueológicos. Uno puede hacerse una mejor idea de lo que eran las construcciones originales y admirar la arquitectura clásica de los incas. Algunos especulan que fue construida como un palacio real en los años 1400 y que los habitantes la abandonaron al luchar contra los conquistadores. Claro que existe una plétora de versiones narradas por una variedad de guías debido a que no se inmortalizó la historia ni en papel ni piedra de esta gran civilización. ¡Qué gran pena!.

Nuestro viaje a este lugar también nos permitió conocer un personaje famoso canadiense. El itinerario coincidía con el de otro funcionario de la embajada que llevaba consigo una amiga que la visitaba, llamada Luba Goy, del Royal Canadian Air Farce, una tropa de comediantes muy popular. El programa en sí presenta un contenido satírico referente a los problemas políticos de nuestro bienamado Canadá, incluyendo imitaciones de todo tipo de personajes públicos. No es algo muy conocido fuera de nuestras fronteras pues supongo que aunque varios temas son universales, la temática es nacional. Yo realmente admiré el comportamiento de esta persona porque no reaccionaba como si estuviese siempre en un set de producción, demostrando una personalidad muy completa. En el poco tiempo que pasó en el Perú, logró percibir un mundo difícil bastante distinto al suyo, viendo los retos que enfrentaba una gran mayoría de la población. Era increíblemente amable con todos, mismo sin poder comunicarse en el idioma del país, sobretodo con los niños – por su gran parte, los niños trabajaban para ganar unos salarios simbólicos para contribuir al sosteniimiento económico de sus familias. Parecía gustarle divertir a los niños, imitando voces como las del Pato Lucas, también regalándoles alguna cosita proveniente de una cartera sin fondo. Los niños reaccionaban positivamente a este intercambio y salían casi todos escamoteando más felices que cuando llegaron.

Maman, Brian y yo descansando bajo la sombra


Debo decir que para todos los que se les presente esta gran oportunidad de ir, no deben pensarlo dos veces. Me fascinó esta experiencia realmente única, sabiendo que mucha gente ha tenido la oportunidad de conocer Machu Picchu en libros de historia o documentales. Es aún más impresionante de lo que podía haberme imaginado. Al caminar por las ruinas, admirando los cuartos vacíos, los restantes de plazas, las terrazas de cultivo con unas caídas de cientos de metros, la mente empieza a soñar. No existen terribles distracciones urbanas tales como camiones pasando a toda velocidad, serenatas animadas por las alarmas de los autos, o gente en plena riña por asuntos realmente sin sentido alguno. La tranquilidad toma rienda suelta en este reino, lo que es poco común en comparación con muchos lugares de nuestro planeta. Al sentirnos en esa paz, podemos imaginar como vivía la gente en un tiempo mucho más simple. Por supuesto que, en la época de los incas, existía una distribución piramidal de la sociedad definiendo la jerarquía como lo que ha replicado toda civilización en la historia de nuestra humanidad. No sería muy agradable ser un simple campesino o un corredor. En las sabias palabras de Simon and Garfunkel en su propia versión de El Condor Pasa: “Prefiero ser un martillo que un clavo.” No obstante, nos dejaron varias interrogantes al considerar los grandes avances que hicieron en la medicina, construcción, astronomía y un sinnúmero de descubrimientos, quizás olvidados para siempre gracias a un tiempo en el que la violencia determinaba la supremacía.

domingo, 23 de octubre de 2011

Cusco, La Ciudad Imperial

Después de vivir un tiempo en Lima, los extranjeros normalmente cometen el grave error de pensar que todos los lugares de Perú son iguales. Y es todo lo  contrario. La capital Inca conocida como Cusco (o Qosqo en el idioma quechua)  reposa cómodamente en la hermosa cordillera de los Andes. Mi familia y yo, tuvimos el gran placer de visitar semejante tesoro nacional y Patrimonio de la Humanidad según lo decretó la UNESCO en julio de 1996. Esta ciudad se encuentra a nada más y nada menos 3,400 m de altitud y sí, se nota la falta de oxígeno inmediatamente. Antes de llegar, todo mundo le aconsejará de tomar las cosas lentamente y beber mate de coca. Esta infusión caliente facilita la transición a una mayor altura y forma parte de la cultura andina, ambos en la medicina tradicional y la religión. Algunos de los residentes en esa región también mascan las hojas en un precioso ritual prácticamente social. De hecho, la Coca-Cola que tanto conocemos en el mundo solía utilizar éstas como ingrediente clave, explicando la primera parte de este nombre compuesto. Para sobrevivir en forma eficaz este ambiente, se debe caminar lentamente, a paso de tortuga, desde que se abren las compuertas del avión y todo se despresuriza. No debe uno sentirse ridículo ante los demás pues ellos sí tienen costumbre de vivir en tal ambiente. No se haga el valiente. No mucha gente está adaptada para vivir a esa altura, seguramente explicando los 350,000 habitantes de la ciudad.

Brian, Maman y yo frente a la vista de la ciudad de Cusco

Al empezar el descenso hacia la pista de aterrizaje en el aeropuerto Velasco Astete, se puede ver un paisaje lleno de casas blancas con techos de cerámica preciosos, dando una agradable bienvenida al ver la arquitectura colonial. No se puede observar ningún rastro de construcciones modernas a lo lejos. La ciudad parecía estar congelada en el tiempo. Llegamos a reclamar nuestras maletas del carusel, encontramos nuestra nave reservada por el agente de viajes en Lima y partimos rumbo al corazón de la ciudad para instalarnos en el hotel. Creo que se llamaba La Posada del Inca. Su ubicación era ideal en el barrio de la Plaza de Armas, conocido como La Plaza del Guerrero en la epopeya incaica. Este lugar estratégico presenció la proclamación de la conquista orada por Francisco Pizarro y también donde uno de los grandes rebeldes indígenas del siglo XIX fue ejecutado. Los negocios establecidos en esa zona eran principalmente restaurantes deleitando a los turistas con platillos típicos del país incluyendo en sus menus el tradicional cuy (conejillo de indias) – una comida suculenta la cual sólo mi padre se aventuró a probar. Yo pedí mi lomo saltado que nunca en la vida me defraudó, algo que recomiendo altamente a mis hermanos carnívoros. Siguiendo con el tema culinario, ésta también es la capital mundial de la papa donde se cultiva una variedad de 2,000 especies. La probabilidad de recibir una serenata de un grupo de músicos armados de  zampoñas y otros instrumentos andinos tocando El Condor Pasa es increíblemente elevada. En la vereda techada rondeando la plaza, emprendedores e independientes lucían su variada artesanía, esperando venderlas a los turistas. Aquí compré una chompa de tela de alpaca que fue un fiel acompañante durante unos 10 años de mi vida. El parque principal en el centro mostraba una variedad de flora regional, deslumbrando con unas flores rosadas distinguidas.

Lo más curioso de esta plaza era la presencia de dos enormes centros religiosos católicos construidos por los españoles: la Iglesia de la Compañía (jesuita) y el Convento de Santo Domingo (dominicano). Normalmente en las plazas principales de ciudades españolas, sean establecidas o colonizadas, se encuentra un gran santuario religioso. Quizás los europeos sintieron un cierto remordimiendo por su “interacción” hacia los residentes precolombinos. Dentro de una de estas iglesias, un guía mencionó que los españoles habían construído sus estructuras por encima de los muros incas, probablemente intentando  imponer su supuesta supremacía. Además, estos edificios lucían conceptos arquitectónicos para soportar terremotos, lo que aprendieron en sus experiencias del viejo mundo. El problema entre los terremotos del mundo nuevo contra los del mundo viejo era que en Europa, la tierra se sacudía de arriba hacia abajo y en América , de lado a lado. El resultado de imponer esta sabiduría fue que en varias ocasiones, las construcciones españolas se derrumbaban, causando daños graves a la población. No sé evaluar realmente la validez de este comentario pues sólo he presenciado este fenómeno en el nuevo mundo. Los conquistadores y sus futuras generaciones lucharon para convertir a la gente de esta región a su religión y cultura pero el quechua se ha podido proteger de cierta forma hasta la fecha. Aún se notaba que la gente usaba su vestimenta tradicional, especialmente las mujeres con sus sombreros y colores resplandecientes. Al pasear por las calles de la ciudad, el idioma predominante sigue siendo el nativo y el castellano se usa con el turista. Los peruanos de otras regiones le dirán que el español de la sierra es inferior por falta de educación pero en realidad, si uno logra escuchar atentamente, es un castellano antigüo que no evolucionó al pasar de los años como sucedió en Lima. Obviamente, la costa sirvió como punto estratégico del virreinato donde embarcaban todas las riquezas extraídas rumbo a la Madre Patria y la Santa Iglesia de España, entonces su gente era más suceptible al cambio. El pueblo, de la sierra aislada por el terreno indomable, pudo protegerse junto con su identidad. La modernización parece haber postergado su llegada a esa zona.

Al día siguiente después de nuestra llegada – principalmente el primero es para aclimatizarse – nos recogieron temprano para hacer un tour de Cusco y la zona limítrofe. Nuestro guía era un laureado en turismo y arqueología portando el nombre de Boris. Un buen nombre quechua. Al observar las calles estrechas de la ciudad, descubriendo los secretos del pasado, tales como los restantes de construcciones incas sirviendo como bases para la posteridad española. Algunos de los residentes hablaban de la parte inferior de los muros como el de los incas y las partes superiores, las de los inca-paces. Después de un largo tiempo rebotando en la camioneta, llegamos por fin a una de las estructuras más importantes pre-colombinas al norte de Cusco: las ruinas de Sacsayhuamán – al parecer, la primera vez entendí como muchos otros turistas que se llamaban, las ruinas de Sexy Woman. Estas fortificaciones presentaban un gran ejemplo de las habilidades incas, pudiendo ver varias rocas pesando muchas toneladas posicionadas perfectamente con otras. Como cualquier persona, mismo miles de quechuas, pudieron colocar estas piezas monumentales una arriba de otra, era imposible de imaginar. Eran unos architectos impresionantes. Sus construcciones aguantaron el paso del tiempo y los fuertes temblores y todavía se erguían orgullosamente ante los visitantes y sus cámaras. Desde esta enorme fortaleza se puede observar la tranquila ciudad de Cusco en el valle. Una magnífica vista panorámica sobretodo junto a la tranquilizante melodía de El Condor Pasa como música de fondo. Este grandioso lugar dejaba varias interrogantes referente a su pasado, gracias en parte a los europeos que la destruyeron. Probablemente fue una ciudad albergando una gran cantidad de personas viendo que existía un sistema de laberintos que parecían calles, una posible sede para un templo destruído y una zona grande al aire libre haciéndose pasar por su propia Plaza de Armas, donde ahora se veían personas con vestimenta ceremonial bailando el reconocido tema de El Condor Pasa. Luego visitamos otras ruinas menores (en tamaño pero no importancia) y volvimos al hotel para recuperar energía para el día siguiente.


Maman y yo en las ruinas de Sacsayhuamán


Nuestro último día en Cusco fue dedicado en especial a la mega estructura precolombina llamada Ollantaytambo, ubicada al lado del Río Urubamba. Llegamos en una combi japonesa cargada de extranjeros de todas partes del planeta, viendo el sinnúmero de terrazas adornando las montañas. Todo esto parecía como salido de un cuento de hadas, particularmente al escuchar la divina melodía de El Condor Pasa. Como el terreno plano no era del todo abundante, los agricultores inventaron un sistema de terrazas para el cultivo donde el agua bajaría irrigando todos los niveles. Seguramente habían seguido estas tradiciones durante unos mil años. Al arribar al pueblo llevando el mismo nombre que la mega estructura, caminamos por un lugar que había sido un centro ceremonial creado bajo las órdenes el Emperador Pachacuti, quien anexó esta región al nombre de Imperio Inca. Las rocas eran gigantes y estaban perfectamente talladas, dejándonos a los observadores pensando, ¿qué sabía esta raza antigüa que nosotros no sabemos? Además de esto, las transportaron  por varios kilómetros hasta alcanzar su destino. ¿Cómo lo hicieron? ¡Qué gran misterio!. En nuestras casas y en la embajada en Lima, tuvimos varios trabajadores que no parecían estar dotados de esa facilidad que disponían los Incas. Al terminar este paseo, regresamos nuevamente al hotel porque al día siguiente, tomábamos el tren hacia Machu Picchu. No podía esperar para que llegara ese gran momento.

domingo, 16 de octubre de 2011

El Carnaval del Tránsito


El tráfico es un tema que derrumba barreras culturales en el que todos tienen sus historias del combate vehicular. Los guerreros veteranos de la ruta comparten su sabiduría con los novatos aventurándose al campo de batalla aconsejando pistas tales como “Aquí en Los Angeles no nos salimos de la autopista” o “En Caracas usamos atajos para evitar los embotellamientos.” Lima es una ciudad con sus propias jaquecas automovilísticas poco comunes en comparación con sus hermanas metropolitanas alrededor del planeta, por lo menos en contraste con las ciudades que he conocido. Me di cuenta del terrible tsunami en la marea del tráfico cuando mis padres me llevaron al Centro Peruano-Japonés, donde quería saber sobre los cursos y ver las instalaciones de artes marciales. Había seguido tres años de judo en un dojo de Ottawa, una disciplina de naturaleza defensiva, la cual me ayudó a mantener una cierta serenidad y concentración. Como dicen, aprender el valor del trabajo. Deseaba progresar en el Perú, un país contando con una fuerte población de japoneses. Estos preservaban aspectos de su riqueza cultural incluyendo las artes marciales antigüas. Lo más inoportuno de este capricho era tener que cruzar toda la ciudad dentro de un tráfico tenaz y totalmente desorganizado. La infame hora pico. No puedo acordarme de cuánto tiempo perdimos en este viaje pero me daba cuenta que el judo tendría que ser agregado al libro de historia de mi vida. Jamás alcanzamos nuestro meta ese día.

Un dia normal en las arterias de Lima

Al navegar por las calles de la zona capitalina, uno pensaría que no existen reglas de manejo. Echar el coche enfrente de otro es algo normal y todos estan preparados para esas maniobras. Si uno deja el mínimo espacio no pasará por desapercibido y lo deja a uno como perdido. Es de esperarse. Las intersecciones se pueden trabar como arterias de un organismo humano inyectado con una dosis alta en colesterol con tan sólo cuatro autos, cada uno resignado para ceder un milímetro a otro motorista. La prioridad era dictada por la Santísima Trinidad del yo primero, yo segundo y lo que sobra es mío. La supuesta lógica de este mambo era la siguiente: a) es importante de que yo llegue donde quiero ir; b) los demás son un obstáculo impidiendo que complete mi trayecto. Las grandes avenidas lucían preciosas líneas blancas intermitentes (más o menos líneas dependiendo del tamaño de la avenida), sugiriendo que era una vía de tres carriles. Este concepto fue acordado seguramente luego de una cumbre internacional de ministros del transporte y comunicaciones o algo por el estilo, pues parecía ser una teoría universal. No obstante, la viveza del pueblo peruano determinaba que más coches podían caber de cada lado de las veredas que delimitaban el terreno de juego. Era un método tremendamente ingenuo para incrementar la capacidad vial a su vez presentando una gran oportunidad para los motoristas y sus pasajeros de conocerse mejor al compartir la espera contemplando una posible llegada del orden en un veradero estacionamiento. Las líneas divisioras en el pavimento servían únicamente de decoración subiendo de tono la ya elegante avenida. La calles más chicas, tales como mi Monte Real en Chacarilla, no habían recibido esa tal distinción. Realmente, la gran parte de las calles no tenían ni siquiera letreros marcando sus nombres debido quizás al crecimiento acelerado de esta ciudad dejando a sus gobiernos respectivos poco tiempo para considerar otorgarles un certificado oficial de bautizo a estas arterias. El deber de lidear con problemas socio-económicos era supremo, junto con el desarrollo del capital humano. Yo imaginaba que los limeños conocían tan bien su propia ciudad que tener el nombre de las calles era menos que secundario. Aquí me volví un experto usando puntos de referencia para saber donde estaba o para encontrar algún lugar específico. 

La variedad de automóviles participando en el carnaval de transporte desfilaba la disparidad económica entre los habitantes de esta gran urbe. Quizás en el Canadá, mi hogar y última misión, este elemento se ocultaba mejor por el hecho que los dueños debían cumplir con ciertas normas y reglamentos permitiendo categorizar un vehículo como apto para transitar. Los buses conocidos como combis que se integraban a la población eran comunmente de segunda o tercera mano traídos de Asia – algunos aun tenían anuncios en japonés – y llevaban pasajeros practicamente colgados por las ventanas gritando a los peatones al pasar. Si se encuentran en algún momento en esta situación, no se sientan intimidados. Las voces acompañando la sinfónía motorizada simplemente anuncian el rumbo del camión. La primera vez que me topé con esto me sentí nervioso pensando que quizás mi comportamiento o vestimenta era ofensivo de alguna manera. Lo que pasa es que mucha de la gente que debe acceder al transporte público no sabe leer ni escribir, entonces así saben qué combi tomar. Entre otros elementos del paisaje motorizado eran vehículo reportandose de otra época contribuyendo a un sentido de peligro vial, sobretodo porque los faros de algunos autos no funcionaban. Puede ser romántico para una pareja de tortolitos poca iluminación en la oscuridad del auto pero resulta peligroso para el peatón que se arriesga al cruzar una avenida o autopista como la Panamericana. Claro que en ciertos lugares habían cruces peatonales pero algunos preferían hacer correr la adrenalina al probar sus aptitudes olímpicas haciendo su toreo con el tráfico. Otros inventos preparados para el desfile folklórico sobre el pavimento era el Daewoo Tico (uno de mis favoritos porque al sacar el brazo por la ventana podía tocar el asfalto), varios Toyota y Nissan trayendo consigo recuerdos de los años 80, el Escarabajo o Bocho para los mexicanos, un guerrero incansable de Volkswagen y Ladas de la era soviética. Esos pequeños coches eran totalmente indestructibles pero jamás he conocido alguién que cupiera cómodamente en ellos. Los Tico eran unas máquinas terriblemente diseñadas con el propósito de desafiar lo aerodinámico. Varias veces vi estos volteados por su forma de caja seguramente, pero parecía que se podían volver a colocar sobre sus ruedas y dejar a la persona seguir hacia su destino. Además, si se lograba llegar a una cierta velocidad, empezaban a levitar.

Los dueños del volante eran sin lugar a duda los taxistas. Conocían todos los atajos en la ciudad. Aquí no se trataba de servicios de radio taxi como los que llama uno la noche antes o llama a un número de central para que lo vengan a recoger. Durante el primer año habíamos probado varios diferentes servicios, incluyendo uno de los líderes indiscutidos, EcoTaxi, el cual acostumbraba no mandar a nadie. Un día llegó un taxista sin mismo haberlo llamado. Gracias a mis amigos, particularme Alejandro Alves y Glen Swanson, aprendí que para moverme en esta ciudad sólo necesitaba pararme en la vereda, levantar el brazo al aire cuando se aproximaba un coche y éste se paraba. Un taxi. No eran de ningún color en particular pues cada uno era privado y operado por el dueño. Muy emprendedores. Dudo realmente que se tomaban el tiempo para registrarse en alguna lista. La única manera de asegurarse de que sí era en realidad un taxi era cuando estaba suficientemente cerca, una etiqueta pegante en el parabrisa de un color rosado mostraba las letras T-A-X-I. Una vez que paraba el vehículo, lo primero que hacía uno es decirle a la persona donde uno quería ir en lo que la persona contestaría informando el precio. Nunca se dice que sí. Los extranjeros como yo normalmente nos decían entre $15 y $25 Soles (equivalente en la época de $5 a $8 dolares US)  – o pedían directamente dólares americanos – sólo porque uno tenía pinta de gringo, significaba que era millonario. Si esto fuese la verdad tomaría un taxi helicóptero. Normalmente uno contesta a semejante precio con algo extremadamente bajo, sabiendo que es imposible que el responda afirmativamente.  Ahora empieza el regateo.  Algo instrumental que aprendí si la negociación va por mal camino, es alejarse de la ventana del auto diciendo lo suficientemente fuerte “¡No pues, choche!” (para usar una versión menos colorida y grosera que usa la gente joven). Ahora se incrementa la posibilidad de que el taxista se dé por vencido. Ahora puede uno volver a abrir la negociación comprometiéndose a pagar $5 Soles (casi $2 dolares americanos) y lo más seguro es que lo va a aceptar. Un consejo es de ser justo en cuanto al precio porque a fines de cuenta ellos necesitan ese dinero para darles de comer a sus familias. Asegurarse de que no le estén estafando a uno pero tampoco robarles a ellos, después de todo, es un servicio.

Un precioso Tico desfilando frente a una combi

Además de conocer relativamente bien la ciudad, las calles y barrios, muchos de ellos se dedican a otros empleos. No manejaban taxis porque esa profesión fuese una mina de oro. Me enteré de esto por uno de los taxistas que me tocó por pura casualidad tres veces en una semana. La tercera vez le pregunté su nombre a lo que me contestó que sus amigos le decían Piña. Su cara seguramente pasó por una adolescencia traumática con ataques severos de acné pues su cutis tenía varios huecos, lo cual le daba un parecido al exterior de una piña. Él era un abogado titulado de una universidad peruana. Era también una persona sumamente bien informada referente a los problemas vividos en su hermoso país y tenía una gran curiosidad por el mundo afuera del Perú. Su remuneración como profesional no era lo suficiente para poder sacar a su familia de los pueblos jóvenes. Otros taxistas que conocí vivían situaciones parecidas llevando una doble vida como policia, ingeniero civil o profesores. Siempre se lograba distinguir la verdad en sus cuentos compartiendo sus frustraciones de la vida. Me gustaba charlar con ellos porque me daban algo de perspectiva de sus mundos y su lucha incansable, poniéndome a mí mismo en una situación pensando qué podía yo hacer para ayudarles. Eran gente trabajadora y emprendedora que al parecer no lograban mejorar su estilo de vida. Quién sabe si algún dia alcanzarían sus metas. Aunque me había vuelto un gran regateador, siempre les brindaba alguna propina lo cual no se acostumbraba hacer, esperando que esto ayudaría en algo estos grandes combatientes de la ruta, para alimentar a sus familias para alcanzar un nuevo mañana. La mayoría de los chicos de catorce años salían de sus casas para encontrar trabajo y la educación era para los pocos privilegiados.