Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 20 de noviembre de 2011

El Verano Sangriento


Este fin de semana, es con un gran orgullo que comparto esta nueva entrada con ustedes presentada por mi padre, David Bickford. Éstas son sus experiencias referente a la crisis de los rehenes en la Embajada del Japón. Él fue Consejero Político en la Embajada del Canadá en Lima, Perú, de 1995 hasta 1999. Disfruten la lectura de “El Verano Sangriento” (Parte 1 de 4):


En diciembre de 1996, muchos de entre nosotros estábamos convencidos de que el terrorismo en Lima estaba de salida. Ataques a cuarteles de policía, explosiones y coches bomba eran menos habituales y crímenes violentos parecían ser el único elemento afectando la seguridad de nuestras familias. Por esto, el terrorismo no figuraba entre mis prioridades la noche del 17 de diciembre, cuando recibí una llamada telefónica informándome de que el Embajador y la Sra. Vincent habían sido víctimas en la ocupación terrorista de la residencia oficial del Japón. Al suceder esto, el coctel fue reconocido como el más largo en nuestra historia humana o como los medios peruanos lo denominaron, “El Verano Sangriento.”

Embajadores de la India e Israel flanquean a los anfitriones

Sin saber realmente lo que estaba aconteciendo, siendo el número 2 en la Embajada, decidí llamar a mis colegas y corrimos a la Embajada para abrir la oficina y un canal de comunicación con Ottawa e intentar de conseguir información de lo ocurrido en la residencia japonesa. Poco después era evidente que Tony y Lucie Vincent habían sido capturados por una célula terrorista del MRTA junto con otros 600 funcionarios peruanos y extranjeros. Cerca de la medianoche, todas las mujeres e invitados mayores fueron liberados, dejando cerca de 350 aún en captividad. Aproximádamente a las 2:00 de la madrugada, recibí una llamada teléfonica de Tony Vincent tranquilo y en control, notificándome lo que sucedía dentro de la residencia. Él había pedido prestado el teléfono celular a uno de sus compañeros secuestrados y hablamos mientras se escuchaban algunos ronquidos en el fondo. Tony me informó que, además de él, habían otros tres canadienses entre los rehenes. Con la vida de cuatro canadienses en riesgo, esto se convirtió esencialmente en una crisis para la Embajada – todo lo demás fue subornidado por la tarea de asegurar que los canadienses salieran sanos y salvos. Ninguno de nosotros nosotros dormimos esa noche.

Al día siguiente por la tarde, soltaron a Tony como parte de una comisión con el deber de presentar las condiciones de los terroristas al Presidente Fujimori. Yo estaba casi en frente de la residencia de los japoneses en ese momento y fue un enorme alivio verlo salir, cansado y despeinado pero ileso. Durante las próximas 24 horas, Tony intentó a lo largo de varias ocasiones programar una reunión con Fujimori, pero sus esfuerzos fueron en vano. En ese momento, Fujimori quería diseñar e implementar una estrategia antes de recibir cualquier comunicado de los terroristas.


El Ministro Tudela rodeado por la MRTA

Esa tarde Tony me dijo que intentaría volver a entrar en la residencia japonesa para informarles a los terroristas que no pudo completar su tarea pero que seguiría intentando con mucho empeño. Nos llevábamos generalmente bien los dos, pero esta vez discutimos. Yo le dije que no volviera a entrar – quién sabe si lo dejarían salir nuevamente. Él insistía mientras que yo le dije que mandara un reporte escrito con un representante de la Cruz Roja. Él rechazó esta contrapropuesta y le pregunté por qué insistía tanto en volver a entrar. “Porque les di mi palabra” me respondió . Nuevamente, argumenté que debíamos lidear con terroristas impredecibles y que uno no estaba obligado a cumplir con su palabra ante tal gente. Él siguió insistiendo y aunque yo no estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo, admiraba su valentía y convicción para asegurar el bienestar de sus colegas y amigos. Lo vi entrar a la residencia con una combinación de emociones: miedo y aprensión que no saldría vivo de allí; y orgullo de que el servicio exterior canadiense haya producido tal persona. Creo que no pude respirar tranquilamente hasta que volvió a salir unos 30 minutos más tarde.

Durante el transcurso de los próximos días, Tony pudo entregar las exigencias del MRTA al “intermediario” del gobierno para las negociaciones con los terroristas, al mismo tiempo los demás rehenes canadienses salieron en libertad. Con las condiciones de los terroristas entregadas y los canadienses a salvo, finalmente recobré un aire de tranquilidad y pensé que nuestro papel directo en esta crisis había terminado. Nunca se me ocurrió que éste no sería el caso...

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