Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 10 de abril de 2011

El Alto Paraná y Las Cataratas de Iguazú

El territorio paraguayo cuenta en gran parte con una escasa población y la mayoría de los asentamientos los habitan nativos guaranís. Tuve una oportunidad increíble de ir a conocer algunas poblaciones con mis padres y mi hermano. Recuerdo con cierto gusto, uno de los pueblos indígenas que recibía fondos canadienses para el desarrollo de un proyecto para una granja de patos. Al llegar en nuestro jeep diplomático acompañados por el Cónsul General, Bernardo Wiebe, toda la gente se acercó para saludarnos. Esperaban nuestra visita hacía tiempo y estaban felices de mostrar a los canadienses su progreso. Prestaban mucha atención tanto a mi hermano como a mí para estar seguros de que nos sintiésemos bienvenidos. La gente del pueblo nos llevó a dar una vuelta por la aldea y los corrales donde tenían los patos y nos explicaron el proceso de reproducción. Los ingresos que obtenían se utilizaban para mejorar la calidad de vida de toda la comunidad. Elogiaron la participación de Canadá sin tener ni la menor idea de dónde está situado ni de dónde eran estos generosos gringos. Este fue un momento de gran orgullo para mí como canadiense. Después de esa vuelta, nos invitaron a comer lo que las mujeres del pueblo habían preparado para nosotros, pues sabían que habíamos hecho un largo viaje para llegar hasta ahí. Prepararon algunos de sus platillos regionales: la famosa ‘sopa paraguaya’ y unas salchichas de color gris de consistencia algo peculiar. Nos sentamos en unas sillas, en un lugar al aire libre, en el centro de la aldea rodeados de hombres, mujeres y niños de origen guaraní, mirándonos para ver si nos gustaba lo que habían cocinado. Nos gustara o no, sabíamos que nos teníamos que comer todo, sonreir y pasárnos esa  comida a como diera lugar. No queríamos ofender la generosidad de nuestros anfitriones quienes posiblemente tuvieron que sacrificar sus propias raciones alimenticias para atender a sus invitados, entonces hicimos todo lo posible por comer la comida que nos prepararon. Una vez que terminamos de comer,  dimos las gracias a nuestros nuevos amigos por su hospitalidad para poder seguir en dirección del este y continuar nuestra aventura.

La represa Itaipu cortando el Rio Paraná
Conforme seguimos nuestro recorrido por caminos llenos de baches y casi sin tráfico, al ver el paisaje y su vegetación era algo que me parecía ya haber visto antes. Recuerdo que ibamos escuchando en el estereo del auto la canción Welcome To The Jungle de Guns N’ Roses. El hijo de Bernardo nos regaló, a Brian y a mí, la cinta más reciente de GNR, Appetite for Destruction, y sigue siendo una de las clásicas inmortales. Ahora, nos dirigíamos para rendir homenaje al majestuoso Río Paraná, el cual separa a Paraguay de Brasil. Este río es el segundo más grande de Sudamérica después del Amazonas, con una extensión aproximada de 4800km. Conforme fuimos recorriendo el camino y aproximándonos de Hernandarias, vimos unas pequeñas granjas y comunidades . Al pasar por la aldea, Bernardo nos explicaba que este lugar lo utilizaron como fuerza de trabajo durante la fase de construcción de la demarcación del lugar hacia nos dirigíamos para conocerlo y que quedaba a unos minutos de distancia. Por otra parte, la comunidad estaba compuesta de granjeros, artisanos y comerciantes de la localidad quienes tenían  sus negociosos en Ciudad del Este, Paraguay. La mayoría de los productos agrícolas producidos en esa área eran: maíz,  menta, trigo, algodón y yerba mate. Esta última es una tradición propia de los argentinos especialmente y la disfrutan, así como los brasileños (principalmente del sur), los chilenos, los paraguayos y los uruguayos. La preparación del ritual del mate es bastante simple. Primer paso: Preparación. Nunca utilisar agua hirviendo y tampoco hervir las hojas. El agua debe estar caliente. Vierta el agua caliente sobre las hojas y déjelo reposar por un instante. Esto permite que el agua y las hojas hagan fusión. Después de esto, se le puede añadir azúcar o miel al gusto si no le a agrada a uno el sabor amargo que lo distingue. Se debe evitar el uso de jarabes endulzantes porque no se mezclan bien. Ahora, ya está listo para la segunda parte: La presentación. El té se debe servir de preferencia en una calabaza llamada mate (es como un vaso hecho de cuero duro, aunque existen versiones más elegantes de plata) y se sorbe con una paja de metal llamado bombilla. Tercera parte: Consumo. La idea de este té es beberlo con los amigos formando parte de la vida social. La conversación no se trata de algún tema en especial, si no más bien de disfrutar de la compañía, al mismo tiempo que se toma el té, siendo éste parte clave del ritual. Un consejo para una conversación positiva: Nunca hay que hablar de política, de religión y ni de dinero. Este tipo de conversación acarrea una serie de discusiones. A menudo, los argentinos beben mate mientras juegan un juego entretenido llamado truco. Mis buenos amigos argentinos de la universidad en Ottawa despertaron en mí el interés por a la cultura del mate.

Más allá de la pequeña urbanización de Hernandarias yacía el Embalse de Itaipú del Río Paraná. Esta mega estructura masiva fue un esfuerzo que emprendieron los paraguayos y los brasileños en conjunto. La necesidad de esta represa surgió durante los años 1970 debido a que la población de Brasil había crecido de una forma exponencial y como resultado el consumo de energía también. Río de Janeiro y Sao Paulo, dos de las tres ciudades más grandes de Sudamérica, ya contaban con una población muy densa, pero tal progreso y mejoramiento en  cuanto a la calidad de vida atrajo aún más inmigración hacia estas metropolis. El gobierno brasileño optó, pensando que era más conveniente, el reducir la importación de más productos energéticos y que era mejor crear una fuente de energía confiable y sostenible. El Río Paraná, en particular en la región del Itaipú, se consideró como un lugar ideal para crear una inmensa represa hidroeléctrica, aprovechando la energía natural del caudal del río. Sólo para que tengan una idea en general de la importancia de esta facilidad, a partir de 2008, este embalse suministraba Paraguay al 90% y cerca del 19% al mercado energético de Brasil. La construcción del embalse – la planta de energía hidroeléctrica más grande del mundo hasta el 2009, año en el que, la represa Three Gorges en China ganó el prestigioso lugar  número 1 – generó una gran carga de negociaciones bilaterales. Paraguay y Brasil revisaron los procedimientos aceptables de inundaciones y los límites con el valle de Paraná, llevando a Buenos Aires a acudir a la mesa de negociaciones en alarma. Los argentinos se alarmaron pensando que un aumento del caudal del Río Paraná aumentaría los niveles de agua del Río de la Plata, causando inundaciones a su vez en Buenos Aires, el segundo centro urbano más grande de Sudamérica. Todas las preocupaciones respecto a los niveles de agua, indemnización a las personas desplazadas (muchos verían sus casas desaparecer y se veían obligados a reubicarse en otro lado) y metas de construcción fueron abordados tratando de garantizar un buen compromiso. En nuestra visita de 1991, la presa estaba ya funcionando y el monstruo de concreto ya terminado conviertiéndose en un monumento a la ardua labor de miles de paraguayos y brasileños por igual. Me sentí especialmente inspirado al pensar que dos naciones se unieron para emprender un proyecto mutuamente beneficioso poniendo a un lado la larga historia de las guerras y la rivalidades.

Nuestros planes después del Embalse Itaipú incluyeron una breve parada en un pequeño lugar de Brasil. Recuerdo haber sentido emoción pensando que regrezaba al país donde tuve mi primer hogar y escuchar nuevamente mi primer idioma una vez más. Nos ibamos a quedar sólo por la noche en el pueblo de Foz do Iguaçu, más o menos 20 km al sur de Itaipú. Nuestro alojamiento era modesto, pero a diferencia de la mayoría en la zona, era un hotel 5 estrellas. Esto no me incomodó para nada porque estaba cegado por la emoción de volver “a casa”. No se me ocurrió que en realidad mi hogar brasileño, Brasilia, quedaba a aproximadamente 1700 km de distancia de donde nos estábamos quedando. Como dicen, nuestro hogar es donde el está el corazón. Esa noche, los planes de Bernardo para nuestro grupo eran de ir a una cena brasileña – platillos brasileños eran algo que no me podía imaginar en mi glosario mental como gourmet, con excepción de los garotos y pao de queijo. Estaba en el vestíbulo con mi papa, el punto de encuentro y de partida para nuestra cita, cuando me acerqué al recepcionista del hotel para enterarme de las últimas noticias de mi país. Este a su vez fue muy amable y empezó a hablar conmigo acerca de la carreras de autos Fórmula Uno. Lo único que me venía a la mente era el valiente corredor de autos Ayrton Senna, uno de los más famosos hijos de la república carioca. Él había ganado tres campeonatos Fórmula Uno durante su carrera hasta que tuvo un final trágico en un accidente fatal durante el Campeonato San Marino en 1994. Nunca he sido un fanático de las carreras automobilísticas, viendo los autos pasar a una velocidad increíble en circuito cerrado, pero como mi compatriota estaba tan entusiasmado, sentí que tenía que compartir esto con pasión. No tenía suficiente tiempo para establecer una relación que perdurara con el recepcionista teniendo que cortar nuestra conversación al proceder con nuestros planes de grupo. No puedo recordar lo que comimos en el restaurante esa noche, lo que es extraño, pero recuerdo que había música y entretenimeinto en vivo. Esta era la gente alegre que me solían recordar mis padres a menudo. Mientras que algunas personas bailaban samba al ritmo de la banda animada, otros estaban sentados disfrutando de la comida y mirando el espectáculo. Nunca se debe uno sentir incómodo por no llevar el ritmo del baile. En Brasil, lo único que importa es moverse y sonreir. El baile es para divertirse y no para impresionar a alguien.

Yo posando en frente de las Caratas del Iguazú
Por la mañana cerca del pueblo de Foz do Iguaçu, pudimos observar la parte del Río Paraná quebrado creando un fenómeno natural importante y a la vez haciendo de este lugra una atracción turística de donde el pueblo lleva el nombre: las Cataratas del Iguaçu. Aquí, en esta parte las cataratas y el río dividen la región del Paraná de Brasil y Misiones, Argentina. La formación natural del suelo separaba el río en una red de más de 200 caídas de agua de diferentes formas y tamaños. La más grande se llama la Garganta del Diablo. Es fácil recordar este nombre. Los nativos guaranís era gente de historias y leyendas para todos los elementos diversos de la vida, incluyendo las cascadas. La historia quedó un poco borrosa en el laberinto de mis recuerdos pero seguramente se puede encontrar en el internet, como la mayoría de las cosas en la actualidad. Según lo que puedo rescatar de la bóveda mental, la creación de las cataratas se dió cuando un Diós enfurecido tomó su venganza contra unos mortales castigando una fatal traición. Independientemente de como era el cuento, al admirar esta maravilla natural y la grandeza de la misma era historia suficiente para mí. Existe una sensación con cierta similitud que puede uno sentir dentro de sí al observar las Cataratas del Niagara junto con el hipnotismo del flujo y reflujo de los millones de litros de agua. Mi experiencia de las Cataratas del Niagara la sentí así cuando fui por primera vez a mediados de los 1990, pero Iguaçu lo sentí más genuino debido a que no habían inmensos casinos, ni hoteles tapando el cielo y la falta de parques de diversión. Algunas veces, la mejor manera de perderse en el esplendor de la naturaleza es de no tener elementos extraños en su entorno porque sólo distraen la atención de lo que en realidad es la belleza natural. Al terminar nuestra visita del parque nacional y dejar atrás Brasil una vez más, me dolió el corazón marcharme de mi país. El día de nuestra partida de Paraguay hacia Santiago estaba cerca minuto a minuto y me sentí algo extraño – debido a la falta de una palabra mejor. Me marchaba de Brasil el que fue mi “hogar” alguna vez en mi vida, para regresar a mi "hogar" en Chile, aún así aunque supuestamente mi verdadero "hogar" estaba en Canadá. De un modo u otro, me encantó el viaje y estaba ansioso de volver al colegio para contarles a mis amigos esta nueva aventura.

1 comentario:

  1. Me fascinan las Cataratas del Iguazú, siempre decimos con mi esposa que iremos de vacaciones allí, espero que un día lo logremos, de seguro que la pasaremos de maravilla. Saludos y bonitas fotografías.
    Matías - Hoteles en Iguazu

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