Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 3 de julio de 2011

La NBA en NBC


En Octubre de 1992, vi por primera vez un partido de la NBA en la televisión en nuestra sala familiar desde el inicio de la temporada 1992-1993. No logro recordar por nada del mundo qué equipos se enfrentaron en este primer partido de mi vida, pero Brian y yo nos volvimos totalmente adictos desde un principio. El contraste entre el maravilloso fútbol y el básquet era como el día y la noche. Muchos de los fanáticos de la NBA pueden estar de acuerdo que aunque éste es un deporte de equipo, también es donde las estrellas brillan para hacer la diferencia en el marcador. Esto fue definitavemente el caso con Erving "Magic" Johnson y sus Lakers de Los Angeles, Larry Bird y los Celtics de Boston y aún más notable, Michael "Air" Jordan y los Chicago Bulls. Por supuesto que estoy reconociendo las habilidades deportivas del resto de los jugadores en las canchas. Hasta el jugador que pasa menos minutos en la cancha podría humillarnos, a mí junto con 11 de mis amigos más atléticos sin dejar una gota de sudor en el inmaculado piso de madera. El fútbol se mide en el esfuerzo del equipo. Si un equipo tiene un punto no muy firme en el terreno de juego, el contrincante lo va a aprovechar, dejando al rival inconsolable. Estas estrellas especiales del básquet eran líderes en su generación, motivando sus compañeros a competir a un nivel aún más elevado. Mientras tanto, los espectadores admiraban las acrobacias, los fundamentos y por supuesto, como solía comentar Sir Charles Barkley, volcar las cosas con une enorme poder.
Larry Bird y los Celtics contra Magic Johnson y los Lakers


Al principio de la década de los 90, paralelamente cuando me sintonicé al mercado televisivo de América del Norte por primera vez, la NBA era un producto gozando de un marketing espectacular. La administración de la liga firmó un tratado con la cadena NBC, lo cual propulsó la popularidad del básquet estadounidense a nivel internacional. Esto me ayudó tremendamente a satisfacer mi curiosidad por el deporte, aún más gracias a que teníamos NBC en el canal 9 dentro del paquete de cable básico siendo nuestro proveedor MacLean's. Sin duda, poder ver las grandes participaciones de Michael Jordan y Scottie Pippen con los Bulls desde el confor de la sala también impulsó las clasificaciones de ese canal. Ellos no sólo tenían un balón amarillo en sus manos, pero también el poder de convertir cualquier telespectador imparcial en un fanático religioso. Pasó poco tiempo para que la ciudad del viento se convirtiera en la casa del equipo del mundo. NBC también incluía en su programación, NBA Inside Stuff, que formó parte de mi rutina, los sábados por la mañana. El conductor era el amado Ahmad Rashad. Este programa de gran categoría contaba con segmentos tales como la vida de los jugadores fuera de la cancha, ejercicios, fundamentos del juego y una breve recapitulación semanal de partidos jugados por toda la liga. Me parecía especialmente cómico cómo Ahmad presentaba a todos los invitados al programa como "Mi Mejor Amigo". Creo que intentaba hacer una conexión con mi generación, pero el concepto del show era ideal para un nuevo fanático como yo. Empecé a familiarizarme con los equipos principales, jugadores, polémicas, música y mejor aún, encontré un enlace entre el lado humano de los jugadores dejando por un lado la característica de la celebridad.
Dentro de los aspectos más atractivos de la NBA en la temporada 92-93 eran las grandes rivalidades. Los Boston Celtics y los Lakers de Los Angeles ya no gozaban más de la gran cobertura que se les había dado en el pasado, cayendo profundamente dentro de una época oscura en la historia de su franquicia. Un tipo de brujería expulsó a Hollywood dentro de las tinieblas y el pájaro migró fuera de la cuna de la libertad hacía la jubilicación eterna. Ahora se enfrentaban los Bulls contra los Knicks en el Madison Square Garden o el Estadio de Chicago (antes de mudarse al United Center en 1994), siempre partidos repletos con intensidad. El público y los jugadores intercambiaban su energía apasionante y hasta los que asistíamos a los partidos desde casa empezábamos a sentir taquicardia. Muchos habrán de recordar la otra cara de esta rivalidad por los eventos, llevando a una enorme pelea entre Bulls y Knicks durante la post-temporada de 1994. La década de los 90 fue dominada en parte por los pivotes. Todos recuerdan Hakeem "The Dream" Olajuwon, una torre nigeriana con movimientos finos, Dikembe Mutombo y su destacada destreza de tapar disparos, David Robinson "El Admiral" de los Spurs y Patrick Ewing y los Knicks. También fue la época que nos presentaron los Orlando Magic su pivote, Shaquille O'Neal, midiendo 2,13 m, pesando unos 147 kilos. Era un tremendo monstruo quien logró elevar a Disneyworld a nuevas alturas en la competencia. En esa época, si un equipo no contaba con los servicios de un pivote  que dominara, debían desempeñar un esfuerzo sobrehumano en el ataque y la defensa para lograr sacar ventaja. Esto fue particularme cierto con los Phoenix Suns de Barkley y la falta de altitud, contando a los pivotes.
Como canadiense, era muy dificil decidir a qué equipo le iba uno. No existía ni un solo equipo canadiense en la liga entonces debía elegir uno de la gran cantidad de americanos. Siempre fui el tipo de aficionado que apoya un equipo pensando en el talento, compañerismo, garra y trabajo de equipo más que seguir el equipo que está ganando en el momento sólo por su racha. Admiraba mucho todo lo que lograron los Bulls, pero no quería agregarme a la manada solamente porque habían ganado los dos últimos días. La suerte puede cambiar de un día para otro. El equipo que coincidía con mis principios y valores eran los Seattle Supersonics. Es curioso el hecho de que por algún motivo siempre me atraen elementos de Seattle. Poco después del final de la primera temporada, me gustaron los Mariners en el béisbol y me empezaron a gustar Nirvana y Pearl Jam, dos de los grandes creadores de la revolución musical del grunge de Seattle. El cerebro de los Sonics era Gary Payton, The Glove, quien veía la cancha como ningún otro, emparejado con el hombre volador, Shawn Kemp, The Reignman. Los dos no sólo lograban deleitarnos con su espectáculo pero también conseguían marcharse con puntos a favor con su toque especial, el famoso Sonic Boom. La química que demostraban parecía como de otro planeta y las jugadas siempre encontraban una manera de colocarse en las repeticiones de Sportscenter. Siempre parecían saber en dónde se encontraba el otro sin ni siquiera hacer contacto visual. El rendimiento que demostraban dentro de la cancha era fenomenal, algo parecido a lo que uno podría ver en un juego de video o uno practicado a los largo de muchísimas horas. 

Gary Payton y Shawn Kemp discutiendo estrategia

Este fabuloso deporte se volvió como una religión. Seguía tan de cerca esta grandiosa liga de América del Norte que empecé a desarrollar un respeto y una gran admiración por los atletas afro-americanos. Estos maravillosos gladiadores de la era moderna cambiaron el juego individualmente y también colectivamente. En mi opinión, ese cambio fue excelente. Todos guardaban un gran respeto ante sus rivales en la cancha, incluso en partidos donde todo se podía perder, pero también fuera del deporte. Me encantó ver en esa época la repetición de la celebración dedicada a la jubilación de Magic Johnson, donde Larry Bird habló de la eterna rivalidad con su nemesis del Oeste, bromeando pero siempre tratando al agasajado como un caballero. Me imagino que este comportamiento entre grandes atletas se desarrolla a lo largo de los años dentro de ese ambiente supremamente competitivo. Entre más seguía la cobertura por televisión, me topaba con documentales de las leyendas del juego las que tambien jugaron un enorme papel para impulsar la fama de la liga a nivel internacional. Además, quién podía negar el talento del primer equipo de los sueños de los EE-UU quienes compitieron en las Olimpiadas de Barcelona en 1992. Las estrellas se juntaron para formar una gran galaxia, mostrando al mundo entero la ventaja con la que gozaba el país ante el resto del universo. Yo esperaba ver en algún momento alguno de los integrantes más acrobáticos saltar desde la mitad de la  cancha para clavar el balón. No era posible para un ser humano llevar a cabo tal maniobra, pero no era difícil imaginar que el Dream Team si era capaz de hacer algo así.

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