Un(a) niño(a) de tercera cultura (TCK / 3CK) o niño(a) trans-cultural es "una persona que, como menor de edad, pasó un período extenso viviendo entre una o mas culturas distintas a las suyas, así incorporando elementos de aquellas a su propia cultura de nacimiento, formando una tercera cultura."

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domingo, 24 de julio de 2011

Veranos en compañía de los Bickford


Este capítulo en la novela de mi vida transcurrió de una forma muy diferente en comparación a los seis años como expatriado en América del Sur. La recesión seguía amenazando la hoja de arce, acabando con cualquier tipo de ahorro haciendo gastar a  las familias el dinero de sus bolsillos  y sus presupuestos. Todos buscaban una salida para generar alguna recuperación de sus inversiones, contemplando cada precioso centavo y cortando gastos. Muchos almacenes de descuento empezaban a surgir de la nada en vista de aprovechar la crisis económica para hacer ganancias. Los Bickford se vieron obligados a suspender sus actividades de trotamundo debido a estas circunstancias pero también por perder nuestros beneficios como expatriados. El territorio de Ontario era lo que teníamos generalmente a nuestro alcance, principalmente el corredor de la autopista 401 entre Ottawa y Toronto. La superficie de operaciones nos limitaba a comunidades y pueblos rodeando la zona capitalina, lugares suficientemente cercanos para viajes diurnos en nuestro Plymouth Voyager. Juntos encontramos varios lugares aptos para un día de picnic, recoger moras, cabañas dedicadas a la producción miel de maple y mucho más. Conocimos nuestro patrimonio histórico en el pueblo de Upper Canada Village en Morrisburg, pueblos pitorescos como Wakefield en Quebec, las esclusas bordeando el Rio Rideau, aprovechando cualquier oportunidad para huir del va y ven de la vida metropolitana.

Mi abuelo y su pez

Al darnos cuenta de nuestro movimiento ristringido en cuanto al tráfico terrestre, teniendo nuestras alas cortadas significaba que no podíamos estar con la familia de mi Maman. Esto fue un tremendo impacto con respecto a mi relación con mi Mémé, mis primo, mi Tati Annie y mi Tonton Fernando. Tres años eran demasiado sin verlos. Nuestras visitas anuales se vieron canceladas considerando que un viaje internacional para una familia de cuatro era inaccesible. Pensaba que no los volvería a ver jamás entonces pedía por ellos en mis oraciones antes de dormir y valoraba esos momentos que compartimos. Por otro lado, ahora estábamos en una situación ideal para fortalecer nuestros vínculos con los Bickford de Ontario, ya que colaboraba con nosotros la geografía - de cualquier manera, las distancias entre centros urbanos siguen siendo grandes sobretodo para un chico sentado en un coche sin nada que hacer durante varias horas. Después de tantos viajes por la carretera 401, habíamos memorizado todas las paradas estratégicas con estaciones de servicio para descansar. Esta transformación a una vida de autopistas me parecía llevar una banda sonora escrita por Tom Cochrane, llamada Life Is A Highway, un tema tremendamente popular en esa época. Estos peregrinajes siempre iban acompañados por el entusiasmo de reunirme con mi familia y compartir ese ambiente especial que se da cuando todos estamos reunidos. También me servía para sumergirme en un ambiente inglés para variar y mejorar mis conocimientos hacia ese  idioma. El inglés no era un componente importante en el curriculum de Claudel.

Teniendo a Amherstview tan sólo a dos horas hacia el sur de Ottawa nos motivó para ir de visita a casa de mi Grandad - por lo menos una vez al mes. En cuanto pasaba el umbral de si casa, empezaba la carrera de quitarme los zapatos mientras él nos observaba entrar sonriendo y una vez logrado el objetivo, subía rápido las escaleras para ser el primero en darle un abrazo. Después, él nos daba unas demostraciones de maniobras de defensa en Aikido. Esto le causaba gracia y nos brindaba un cumplido mencionando que empezábamos a vernos "tan buenos mosos como su abuelo". Mi abuelo era muy divertido, pero mucho más cuando intentaba lucirse con sus chistes. Granny ya no lo acompañaba más en su vida cotidiana dándole a su hogar cierta harmonía, entonces se había vuelto muy estricto con sus horarios. El mejor ejemplo era la hora del almuerzo o comida. Era obligatorio que fuera a las 12:00. Si las manecillas del reloj mostraban las 12:01pm y no había nada listo para comer, se transformaba en una persona nerviosa debido a su hambre voraz. No era de ninguna manera una persona que tenía sobre peso, al contrario, estaba en mejor condición física que todos nosotros. Sus habilidades culinarias relataban su propia historia. Una vez se lució, al querer preparanos unos patos silvestres que un amigo le había obsequiado, una delicia si se cocinan con amor y paciencia. Al dar las 11:00 de la mañana, salió disparado de su sillón preferido de la sala rumbo a la cocina dispuesto a cocinar los pobres patos. Estaba convencido que bastaría el tiempo para que estuviesen listos para el almuerzo y nada en el mundo podía demostrarle lo contrario en aquel momento. Al sentarnos a comer exactamente al medio día, nos advirtió que tomaramos cuidado de nuestros dientes pues los animales seguramente tenían todavía alguna que otra bala. “Patos con balas”: la especialidad de mi abuelo. La carne aún estaba cruda y él lo notó, entonces nos ordenó que cortáramos pedazos para freirlos en un sartén. Este fue quizás uno de los peores platillos que hemos intentado comer pero siempre será un recuerdo precioso y cómico. Siempre deseé que tuviese su propio programa de cocina por televisión.

También era el hombre de los aparatos. El pasaba parte de su tiempo libre cómodamente en su sala de televisión donde seguramente fue bombardeado de anuncios televisivos veniendo un sinúmero de electrodomésticos y aparatos extraños. Una vez compró una máquina de ejercicio, la cual no utilizó más de una vez y también era el aparato más raro e incómodo que había visto en mi vida. De cualquier manera, nos mostró su compra con un orgullo propio de él. La adquisición más interesante que hizo merece ser mencionado brevemente en esta entrada. Antes de su serie de infartos, se había apegado mucho al café, pero lo hacía tan oscuro que parecía petroleo. Debido a esta gran pasión, acabó comprando un aparato para preparar café expreso, esperando poder beber la mejor tasa de la historia. Nos explicó que la máquina venía equipada con varios aditamentos y válvulas de seguridad permitiendo al usuario cocinar los granos bajo una presión potentísima. No obstante, consiguió que esta máquina indestructible explotara, Dios sabrá cómo. Por suerte, él no se encontraba cerca de la nube en forma de hongo cuando cayó la bomba atómica. Desde aquel día del incidente, hasta el día que limpiamos la casa sabiendo que él no volvería jamás a habitarla, quedó una mancha en el plafón que nadie pudo hacer desaparecer, permitiendo que el recuerdo fuera inmortal. Poco después de este atentado contra su vida, fue a devolver el aparato para hacer café  donde lo encontró y el encargado del almacén no le creía nada de lo que había sucedido con el producto. Siempre conservaba un elemento aventurero en su personalidad pero siempre corría con mucha suerte. Era digno de admirar y reir al mismo tiempo. Nuestro propio Sr. Magoo. Se reusaba a que pusieran una foto suya al lado de la definición de anciano en el diccionario y creo que jamás se le aplicó ese adjetivo en su vida.

Brian y yo alimentando los gansos

Como líder comunitario de Cataraqui, se había hecho amigo de mucha gente. Uno de sus alumnos de Aikido le abrió las puertas al mundo de computadoras y video juegos. Su amigo trabajaba para Future Shop - el equivalente canadiense a Best Buy o cualquier almacén de gran superficie vendiendo productos electrónicos - quién lo educó en cuanto a componentes para computadoras, juegos populares para sus nietos y le daba descuentos generosos en sus compras. En ese momento, mi Grandad nos presentó a mi hermano y a mí, el juego de Duke Nukem, situando al jugador en un mundo post-apocalíptico donde la tarea era liquidar todos los malos. Recuerdo que se reía y nos decía que usaramos los explosivos contra los rufianes. Una vez llegó a nuestra casa e instaló con gran entusiasmo “Staker Three”, un programa que aumentaría la memoria de nuestra computadora. Estábamos todos emocionados hasta que la computadora ya no funcionó más. Entonces, (como un niño pequeño) nos dijo que ya tenía que regresar a su casa en ese momento. “La falta de conocimientos puede ser a veces peligrosa”.

Un hombre muy único. El otro personaje que interpretaba era el papel de Reverendo Bill Bickford en la Iglesia Unida del Canadá. Ponía de lado su kimono para ponerse el cuello de clérigo. Ibamos a sus misas los domingos cuando lo visitábamos y siempre anunciaba con mucho orgullo a la congregación que su familia estaba presente. Después de la celebración de la misa, muchos de ellos venían a conversar con nosotros. Allí fue donde conocimos al magnate de los video juegos, Bob Joseph. Era un hombre muy generoso quien nos prestó su casa de campo a orillas de Varty Lake durante dos semanas. Todos encontramos nuestro propio refugio para disfrutar del lugar. Mi abuelo me enseñó a pescar usando anzuelo y devolviendo el pez al lago. La cabaña también tenía un asador donde Brian y yo preparamos unas deliciosas hamburguesas - quizás para que Grandad no metiera la mano a la cocina. La playita atraía por las tardes gansos que buscaban algo para comer y nos dimos cuenta de haber cometido un grave error al darles de comer, regresaban todas las tardes dejando de regalo sus desechos naturales en la parte posterior de la propiedad. También disponíamos de un barco pontón que nos servía para la ceremonia de inauguración de nuestros veranos en el que todos nos subíamos a bordo. Cada año, sin importar quién se auto-proclamase capitán, hechaba a andar el barco a velocida máxima, sumergiendo la parte de enfrente de la nave bajo el agua. Al apagar el motor, se volvía a nivelar el barco y continuábamos nuestro camino por el lago. Siempre nos sorprendíamos de ese acontecimiento.

A bordo del barco pontón reconociendo el lago

Varty Lake era el lugar perfecto para pasar unos veranos tranquilos en un ambiente de descanso. Teníamos televisión por vía satélite que nos distraía en las tardes cuando las moscas se apoderaban del mundo exterior. Esos insectos eran capaces de penetrar a pesar de cualquier protector que se podía comprar de forma legal, entonces cuando se iba a descansar el sol, todos se instalaban en el comfort de la cabaña. El pueblo más cercano era el de Moscú (sí, Ontario) que contaba con una tienda de artículos varios y unas 3 casas. Seguramente la población metropolitana era de aproximadamente 4 a 10 habitantes. Dentro de la tienda se podían alquilar videos usando el sistema elaborado del dependiente. Primero, el cliente escogía la película que deseaba alquilar. Segundo, llevarla a la caja. Tercero, el encargado le pedía el nombre al cliente: en este ejemplo, David, el nombre de mi padre. Cuarto, completar la transacción en dólares canadienses. Al día siguiente, entramos para devolver los videos y nos recibió el mismo dependiente con un "¡Hola, David!" Me imagino que este empleado estaba dotado de una memoria impresionante al poder reconocer toda su clientela de un día para otro. En la casa a orillas del lago, Grandad se acomodaba para pescar en la tranquilidad de la tarde. Cada verano, pescaba un pez más grande que el del año anterior. Según él, se acercaba a una posibilidad de volverse un pescador deportivo profesional. Muchos de nosotros pensábamos que era siempre el mismo pez del año anterior. Una gran pista fue que al llegar el tercer verano, el pez ya no tenía labios. Esos detalles no eran importantes para mi abuelo quién ni cuenta se daba, pero ponía el pez en un balde de agua para que todos pudiesen ver su trofeo. Todos lo felicitamos, pero la última vez mi papá me dijo "Ese ha de ser el pez más tonto del lago." 

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